En BOLETÍN SEMANAL
​No hay libro con un contenido más importante: ¡Cuán gloriosa es, y que satisfacción más plena proporciona al alma, la descripción que del plan de Dios para la salvación y perdón del pecador nos ofrece la Biblia!Y si no fuera por la Biblia no la conoceríamos.


«Escudriñad las Escrituras» «¿Cómo lees?» (Juan 5:39; Lucas 10:26).

El tiempo me faltaría si intentara detallar las grandes cosas que se encuentran en la Biblia. Todo esbozo o bosquejo que pudiera darte, resultaría insuficiente para que pudieras hacerte una idea de los tesoros que contiene. Podría mencionarte muchos de los tesoros de la Escritura, pero aun así gran parte de su valor quedaría por decir.

¡Cuán gloriosa es, y que satisfacción más plena proporciona al alma, la descripción que del plan de Dios para la salvación y el perdón del pecador nos ofrece la Biblia! La venida de Cristo Jesús al mundo para salvar a los pecadores; la redención que Él obró por nosotros al morir en la cruz, el justo por los injustos; el pago completo que con su sangre hizo por nuestros pecados; la justificación que todo pecador obtiene a través de su fe en Jesús; la prontitud del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, para recibir, perdonar y salvar para siempre al pecador. ¡Cuán inexplicablemente grandes y maravillosas son estas verdades! Y si no fuera por la Biblia no las conoceríamos.

¡Cuán consoladora es la información que sobre Cristo Jesús, el Mediador del Nuevo Testamento, se nos da en la Biblia! En cuatro Evangelios distintos se nos narra hermosamente la Persona y obra del Salvador; cuatro testimonios diferentes de su vida y milagros; sus palabras y sus hechos; su vida y su muerte; su poder y su amor; su mansedumbre y su paciencia; sus obras, sus pensamientos, su corazón. Hay una cosa en la Biblia que ni aún la mente más llena de prejuicios puede dejar de ver: ¡el carácter sublime de Jesús!

¡Cuán alentadores son los ejemplos que de la gente santa nos da la Biblia! Nos refiere la vida de personas que, como nosotros, estaban sujetas a pasiones, tentaciones, aflicciones, enfermedades, cruces, familias, cuidados diversos y que sin embargo por la fe y la paciencia heredaron las promesas (Hebreos 6:12). La Biblia no nos esconde nada de la vida de estas personas; los errores, enfermedades, flaquezas, conflictos, experiencias, oraciones, alabanzas, vida y muerte de éstas se nos refieren con detalle. Y se nos añade que el Dios y Salvador de estas personas, pese a sus faltas y a sus errores, todavía desea derramar su gracia y ser misericordioso para con todos ellos; no ha cambiado para con sus criaturas.

¡Cuán instructivos son los ejemplos que nos detalla la Biblia de la gente que no andó rectamente! Nos ofrece el caso de hombres y mujeres que, como nosotros, tenían la luz, el conocimiento y oportunidades de andar bajo la revelación y que sin embargo endurecieron sus corazones, amaron el pecado, continuaron en sus pecados, rechazaron las amonestaciones y se arruinaron espiritualmente para siempre. La Biblia nos advierte que el Dios que castigó a Faraón, Saúl, Acab, Jezabel, Judas, Ananías y Safira, es un Dios que no cambia, y que hay un infierno.

¡Cuán preciosas son las promesas que contiene la Biblia para los que aman a Dios! Sea cual sea la condición o necesidad del alma, hay siempre en sus páginas una promesa para el creyente. Nos dice también la Escritura que agrada a Dios que le recordemos sus promesas y que si Dios ha prometido una cosa, su Palabra se cumplirá con toda certeza.”

¡Cuán benditas son las esperanzas que la Biblia descubre al creyente en Cristo Jesús! Paz en la hora de la muerte, descanso y felicidad más allá de la tumba, un cuerpo glorificado al despuntar el día glorioso de la resurrección, una absolución completa y triunfante en el día del juicio, una recompensa eterna en el Reino de Cristo; una gozosa reunión con todo el pueblo de Dios en la Segunda Venida, éstas son, repito, las maravillosas perspectivas del futuro de todo verdadero creyente. Todas están contenidas en el Libro, en el Libro que es todo verdad.

¡Cuán reveladora es la luz que sobre el carácter del hombre arroja la Biblia! Nos indica y enseña lo que podemos esperar que sea la vida del hombre y su obrar según su condición y estrato en la sociedad humana. Nos da un conocimiento profundo de los resortes secretos que motivan las acciones humanas y el curso ordinario que seguirá todo aquello que está bajo el control del hombre. La Biblia «discierne los pensamientos y las intenciones del corazón» (Hebreos 4:12). ¡Cuán profunda es la sabiduría que se contiene en los libros de Proverbios y Eclesiastés! Con razón podía decir aquel viejo teólogo: «Dadme una Biblia y una vela, y aunque me encerréis en la más oscura y profunda mazmorra, os podré decir todo lo que hará el hombre.”

Todo esto son cosas que no se encuentran en ningún otro libro sino en la Biblia. No nos podemos formar una idea de lo poquísimo que sabríamos de estas cosas, si no tuviéramos la Biblia. No nos damos cuenta del valor del aire que respiramos ni del sol que resplandece sobre nosotros, porque nunca nos ha faltado. No damos valor a las verdades que hemos mencionado, porque no nos damos cuenta de las tinieblas espirituales que envuelve la mente y el corazón de aquellos que no gozan de la revelación bíblica. No hay lengua que pueda descubrir en todo su esplendor, el valor de los tesoros que se contienen en este volumen. Con razón Juan Newton decía que para él, algunos libros eran cobre; otros plata; otros, en número más reducido oro; pero sólo la Biblia era un libro cuyas hojas eran como cheques de banco.

Es sobre este Libro que te estoy hablando, lector. Confío en que te darás cuenta de que es muy importante lo que tú haces con la Biblia. No es una trivialidad saber de qué modo usas este tesoro. Con sinceridad responde a mi pregunta: ¿Qué estás haciendo con la Biblia? ¿La lees? Y si la lees ¿CÓMO LA LEES?

Extracto del libro: «El secreto de la vida cristiana» de J.C. Ryle

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