En PREGUNTAS

​​RESPUESTAS A CUATRO RAZONES GENERALES DADAS CON FRECUENCIA A FAVOR DE LA REDENCIÓN UNIVERSAL

Razón  1
Las Escrituras hablan de la muerte de Cristo como poseyendo un
valor infinito. Se refieren a su muerte como el derramamiento de la
“sangre del Señor.” (Hch.20:28). La sangre de Cristo fue una ofrenda
“sin mancha” que fue ofrecida mediante “el Espíritu Eterno” (He.9:14).
La sangre de Cristo es descrita como “preciosa” más que el oro o la
plata. (1 Ped.1:18-19). Puesto que la muerte del Hijo de Dios posee sin
ninguna duda un valor infinito ¿No sería suficiente para todos los
hombres? No negamos que la muerte de Cristo fue de suficiente valor para
redimir a todos los hombres. Nuestro argumento es que las Escrituras dejan
claro que la muerte de Cristo no tuvo la intención de ser un rescate
para cada hombre.   Algunos pudieran objetar que si Cristo no murió por
todos, es en vano predicar a todos (algo que la Escritura nos manda
hacer en Mat.28:19). A esto contesto:

1. Hay algunos que serán salvos de cada nación, cosa que no podría suceder a menos que el evangelio fuera predicado en todas las naciones.
2. Puesto que ahora ya no existe ningún privilegio especial para la nación judía, el evangelio debe ser predicado a todos sin distinción.
3. El llamamiento a los hombres para que crean no es en primer lugar, un
llamamiento a creer que Cristo muriera por ellos en particular, sino un
llamamiento a creer que no hay salvación en ningún otro, sino sólo en
Jesús.
4. Los predicadores nunca saben cuales de sus oyentes son los escogidos de Dios. Por lo tanto, tienen que llamar a todos a que crean, prometiéndoles que cuantos lo hicieran serán salvos porque hay suficiente valor en el sacrificio de Cristo para salvar a cada uno que crea.

Estos puntos han de ser suficientes para dejar claro que el evangelio debe ser predicado a todos, aunque no todos serán salvos.

Razón  2
A veces las Escrituras parecen sugerir que algunos por los que Cristo
murió, no llegarán a ser salvos. De esto se alude a que Cristo muriera
por todos, pero que sólo algunos logran cumplir las condiciones
necesarias para recibir el beneficio. Debemos entender que
frecuentemente las Escrituras describen a personas conforme a su
apariencia externa, y no según su verdadero estado interior. Por
ejemplo, en Mateo 27 Jerusalén es llamada “la santa ciudad”. Pero de eso
no podemos concluir que Jerusalén era realmente santa. En una forma
semejante, a veces las Escrituras describen a algunos como “santos”,
“santificados” o aún como “escogidos” porque tienen una relación externa
con la comunidad de los creyentes. Pablo dijo respecto a los creyentes
en Filipos: “Como me es justo sentir esto de todos vosotros” (Fil.1:7).
De esto no podemos concluir que todos aquellos a quienes Pablo escribió,
fueran realmente creyentes. Pablo los estaba juzgando de acuerdo al
conocimiento humano que de ellos tenía. Entonces si algunos de ellos
apostataron, no podemos decir que fue la intención divina salvarlos a
todos, pero que sólo algunos perseveraron. Cualquiera que llega a
apostatar nunca fue un creyente verdadero, a pesar de que diera por
algún tiempo la apariencia externa de serlo.

Razón  3
A veces las Escrituras parecen indicar que la salvación es ofrecida en
forma general a todos, a condición de que crean. Así, algunos concluyen
que Cristo debió haber muerto por todos.  Es cierto que la fe y la salvación siempre están vinculadas en las Escrituras. El que crea será salvo. Esto significa solamente, que todos los creyentes ciertamente serán salvos. No puede significar que Dios tenga la intención de salvar a todos a condición de que crean, porque:

1. No es un hecho que Dios ofrece la vida eterna a todos los hombres. La gran mayoría de la raza humana ha muerto sin haber escuchado jamás el evangelio.

2. Los mandamientos generales de Dios, no nos indican cuales sean sus
intenciones particulares. En general, es un mandamiento que todos los
hombres deben obedecerle. Pero por ejemplo, en el caso particular de
Faraón, las intenciones divinas fueron diferentes de sus mandamientos,
porque Dios endureció el corazón de faraón (Ex.4:21), al mismo tiempo
que le ordenaba la obediencia.

3. La promesa del evangelio señala una conexión inquebrantable entre la fe y la salvación. Pero esto no puede significar que Dios tenga la intención de que todos se arrepientan y crean, porque en tal caso ¿Cuál sería el propósito de la elección divina? Si Dios tenía la intención de salvar a todos. ¿Porqué escogió sólo a algunos? Y aún más, si tenía la intención de salvar a todos ¿Porqué ha fracasado en llevar a cabo su intención?  (No tiene sentido sugerir que fracasó porque los hombres no creyeron; El debió conocer de antemano que no creerían; entonces ¿Porqué se propuso lo que El sabía que no cumpliría?)

También, el hecho de que los creyentes y los incrédulos viven juntos en el mundo, y el predicador no puede decir con plena certidumbre quienes son y quienes no son los elegidos de Dios, significa que es necesario predicar en términos generales a todos. Esto no significa que las promesas del evangelio son hechas en forma general a todos, sino solamente que son declaradas en forma general a todos.  Puesto que Cristo es recibido sólo por la fe, y puesto que la fe es el don de Dios concedido a los que El quiere, está claro que Dios no tiene la intención de salvar a ninguno a quien El no otorga la fe.

Razón 4
Algunos dicen que si Cristo no murió por todos los hombres, entonces las exhortaciones bíblicas a que todos crean son sin valor. Es necesario entender que la fe de la cual las Escrituras nos hablan tiene diferentes etapas de crecimiento y un desarrollo lógico. No debemos pensar que las exhortaciones bíblicas a que todos crean, exigen que cada uno crea que Cristo murió por él en particular. Hay otras cosas que han de ser creídas las cuales todos los hombres pueden recibir. A nadie se ordena creer algo en lo cual no tiene evidencia suficiente. Por ejemplo:

1. La primera cosa que los hombres deben creer es que no pueden salvarse a sí mismos, porque son pecadores. Cada hombre tiene esta evidencia en sí mismo, como Pablo lo demuestra en Romanos, capítulos 1, 2 y 3. Sin embargo, hay muchos que no llegarán a creer ni siquiera esto, aunque
tienen bastante evidencia para ello.
2. El evangelio llama a los pecadores a que crean que Dios ha provisto un camino de salvación en Cristo Jesús. Aunque millones han escuchado acerca de esto, se niegan a creerlo, aún cuando tienen bastante evidencia de ello.
3. El evangelio llama a los pecadores a que crean que no hay otro salvador de los hombres más que Cristo Jesús. Esto fue lo que los judíos rehusaron creer, llamándole a Cristo “un enemigo de Dios”.

Estos llamamientos generales no están basados en el hecho de que Cristo murió por todos, sino que están basados en verdades que son evidentes a todos. Es solamente después de pasar por estos actos de fe, que alguien es llamado a creer que Cristo murió por él en particular.

 Extracto del libro: la muerte de la muerte por la muerte de Cristo, de John Owen

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