Aunque esto lo negarán a gritos quienes lo practican y lo hemos practicado, es la verdad porque lo siguen haciendo. Voy a demostrar esto más adelante.
A mi entender esta práctica ha llevado a muchos a una falsa fe, a depositar su confianza en una práctica anti bíblica, y por lo tanto a crear una raza de falsos creyentes, que han encontrado un lugar donde pueden disimular su vida pecaminosa llevando una Biblia bajo el brazo, llamándose «cristianos».
Su Intención
Los que practican esta forma de evangelismo, (yo lo he hecho) dicen que lo hacen con buena intención, pero no por eso son justificados. Es cierto que no podemos juzgar las intenciones, hay uno solo que lo hace, Dios, y él nos ha dado su Palabra, la espada del Espíritu para que por medio de ella podamos “discernir los pensamientos y las intenciones del corazón”.
Usemos entonces las Escrituras para discernir las intenciones del corazón de todos los que hemos practicado y siguen practicando este recurso fácil en la predicación del Evangelio. Hay un hecho del Antiguo Testamento que poderosamente me llama la atención en cuanto a este asunto, es el de un hombre llamado Uza que tocó el arca cuando David la traía a Jerusalén, y murió al hacerlo. ¿Tuvo buena intención este hombre? Muchos afirman que sí, pero si discernimos a la luz de la Biblia, este hombre pecó, por eso murió. Dios no lo mató por su buena intención, lo mató porque transgredió la Palabra de Dios intencionalmente. El sabía que no tenía que tocar el arca de Dios, eso solo le estaba permitido a una familia dentro de los levitas. Sabiendo esto o no, cayó muerto, si no lo sabía ahora lo sabe y es muy tarde para arrepentirse de su presunción.
Tomemos esto para nuestra enseñanza, porque para esto se escribió ¿Es buena nuestra intención cuando estamos «engendrando» hijos para Dios por medio de una decisión fruto del sentimiento del momento? Porque esto es en el fondo lo que el decisionismo pretende hacer, llenamos tarjetas de “decisiones”, todas las que podamos, no lo podernos negar. Pero no importa en absoluto cuan buena sea nuestra intención si con ella transgredimos la Palabra de Dios. El mundo está lleno de personas que dicen tener “buenas intenciones”. Los que están propugnando por un mundo lleno de valores, ¿no creen que tienen buenas intenciones? Claro, dirán, ‒no robes, se honesto, ayuda a los demás, cuida el medio ambiente‒ parece que viene de un buen corazón, pero el hombre, al no conformarse a la justicia y voluntad de Dios, lo hace todo para sí, buscando su propio bienestar. Su intención no es agradar a Dios ni buscar su gloria, es por eso que todo lo que hace está viciado. El Señor declara en Isaías “vuestras justicias son como trapo de inmundicia”, entonces nos preguntamos, ¿por qué será que lo mejor del hombre es suciedad ante Dios? Porque no se conforman a su voluntad y “todo aquel que sabe hacer lo bueno y no lo hace le es pecado”. Así que no importan nuestras buenas decisiones si no se conforman a la verdad de Dios, son inmundicia delante de Él.
Yo creo que hay muchas personas engañadas con «buenas intenciones», y si están engañadas sus intenciones son incorrectas, son pecado. Y si dicen ‒eso es lo que me han enseñado, siempre lo hemos hecho así ‒, no hay excusas delante de Dios, si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán. El que sigue a una persona equivocada, también está equivocada y acabarán en el mismo lugar. “…caerá el ayudador y caerá el ayudado, y todos ellos desfallecerán a una” (Is. 31:3)
Sus Métodos y Estrategias
El decisionismo tiene el propósito de que la gran mayoría de personas tome una decisión, y para eso utiliza métodos y estrategias en las cuales descansa. Entendiendo por estrategia, el arte de dirigir un conjunto de disposiciones para alcanzar un objetivo. Estas estrategias son aprendidas y perfeccionadas año a año, y han encontrado un patrón de práctica, que es el mismo en la gran mayoría de los grupos evangélicos, carismáticos, pentecostales, y aún no cristianos como los adventistas y católicos.
Para llevar a la persona a una confesión de labios se utilizan recursos estratégicos de ambiente y pseudo espirituales. El mensaje en algunos casos contiene verdades de las Escrituras, y en otros muchos se apela incorrectamente a los sufrimientos de Cristo para conmover a una persona y hacerla sensible con el fin de que acuda al “llamado”. Lo mismo que se hace en la herética película de Mel Gibson, “La Pasión”, la cual muchas denominaciones cristianas y no cristianas han usado para este propósito. Las personas, se conmueven, lloran y se vuelven muy sensibles, no por el poder del Evangelio sino por ver el sufrimiento de una persona que finge ser Jesús Cristo, y que en muchos casos es un actor pervertido al igual que aquellos que lo acompañan en el reparto y producen estas blasfemias, queriendo pervertir el Evangelio de la gloria de Cristo.
Cuando se realizan estas actividades en lugares cerrados, la preparación del ambiente es muy importante para obtener los resultados que se persiguen. Tiene que haber música apropiada, personas para la bienvenida, cómodos lugares, casi siempre por las noches y lo infaltable, personas para la consejería. Todo tiene que estar calculado, hasta el más mínimo detalle. Hay personas encargadas para todo esto, nada debe faltar, porque de eso depende los “frutos” que se obtendrán.
Algunos hermanos de la iglesia que pertenecieron al movimiento G12 de “Agua Viva”, me compartieron qué hacen para que una persona no olvide “que recibió a Cristo en su corazón” y que ahora es salva; le hacen orar hasta cuatro veces en una misma noche, y si en otro momento vuelven a dudar de su salvación, entonces vuelve a orar todas las veces que sea necesario. No se diferencian en nada de los Bautistas, Hermanos Libres, Metodistas, Presbiterianos, Pentecostales, y aun adventistas y católicos carismáticos. ¿Por qué será que todas estas denominaciones, movimientos y sectas usan las mismas estrategias, cuando no confiesan la misma fe? ¿Por qué están unidos en práctica similar de llevar a las personas a hacer una oración? La respuesta es porque es tan fácil de imitar, no el Evangelio del poder de Dios, sino los estratagemas de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error.
Algunos me han dicho que la diferencia está en el mensaje, yo les pregunto: si la diferencia está en el mensaje ¿por qué no confías en él? ¿Acaso no es el Evangelio poder de Dios para salvación? ¿Son nuestros métodos y estrategias los que engendran hijos para Dios? Justamente esto sucede cuando no se cree en el Evangelio como poder de Dios para salvación, creemos que uno tiene que ayudar a Dios o que el evangelio no es suficiente para que Dios obre, pensamos que Dios necesita una ayuda de nuestra parte.
Nos hemos preguntado acaso alguna vez, cómo predicaron nuestros antepasados cristianos, por qué los predicadores de antaño no usaron las mismas artimañas y métodos que nosotros, y por qué los que se convertían en su gran mayoría si eran verdaderos cristianos. La razón es que ellos confiaban en el Evangelio, esperaban ver la obra de salvación en la vida de los que escucharon el mensaje de salvación que era predicado en su esencia y verdaderamente. Esto lo podemos ver cuando leemos los mensajes por ejemplo de Jonathan Edwards, Spurgeon, Whitefield, Hudson Taylor, etc, etc. Nunca usaron de estrategias humanas, ellos confiaban en la gracia soberana y no tenían un Dios que requería del brazo humano para realizar su obra.
Sus propósitos y motivaciones
Lo que persigue toda obra decisionista es un gran número de “convertidos”. Ahora, si eso se lograra verdaderamente por medio de los métodos ya citados, sería formidable, y todos buscaríamos ser los mejores estrategas. Buscaríamos entrenarnos en los mejores lugares, ya que de eso dependería la gran comisión. Algunos lo hemos hecho y en el momento que nos ha tocado estar en el trabajo de campo, las hemos usado a pie juntillas, para lograr los propósitos que nos han enseñado a buscar. Hay que usarlas, hay que conseguir el propósito, y es así porque creemos que el fin es bueno, y si el fin es bueno entonces los medios están justificados, dicen. La máxima comunista, “el fin justifica los medios” tiene lugar en esta filosofía humana.
Grandes cantidades, números para compartir en los informes misioneros, fotos con los que más puedan entrar, no importando quién esté en ellas, es uno de los motores motivadores de esta práctica. Los alcances evangelísticos en esta filosofía son evaluados por los números de manos levantadas, tarjetas de decisión, personas que asistieron y escucharon o vieron algo.
Si no hay números va a ser casi imposible levantar apoyo o sustento económico, y en el fondo esto es lo que mueve a muchos, aun a los que empezaron bien. Y la verdad, ¿a quién no le gustan los números?, se ven tan bien los lugares de reunión llenos, el realizar actividades con buena concurrencia y al final tener una buena cantidad de tarjetas de “decisiones”… Compartir de esto es fácil cuando los números nos acompañan. Pero ¿será esto lo que el Señor nos mandó hacer? ¿buscar números y escribir cifras que agraden a los que ofrendan para el ministerio, sin importarnos realmente si en verdad son salvos o no? ¿Cuáles son nuestras motivaciones? ¿Qué perseguimos con todo esto? ¿Agradaremos a los hombres antes que a Dios? Como alguien ya lo calificó, el decisionismo es el “becerro de oro” de la obra evangelística, y lo único que vamos a conseguir es la ira de Dios, si es que ya no lo hemos hecho.
Hay que reconocer que para lograr estos propósitos se hacen grandes esfuerzos, grandes inversiones, grandes sacrificios, pero ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios,… (2 S 15:22). A veces escucho las mismas palabras que Samuel le dijo a Saúl dirigida a los evangelistas decisionistas ¿Por qué, pues, no has oído la voz de Jehová, sino que vuelto al botín has hecho lo malo ante los ojos de Jehová? (1 S 15:19).
Sus Frutos
“Por sus frutos los conoceréis” dijo el Señor. Una obra es conocida por sus frutos y logros verdaderos más que por sus intenciones, ya que estas solo pueden ser conocidas por el Señor realmente.
Ahora bien, si juzgamos por el número, esta práctica evangelística tiene millares para contar, pero “si juzgamos con justo juicio y no según las apariencias”, como nos lo pide el Señor, entonces encontraremos una trágica verdad:
Primero, que un gran porcentaje de aquellos que tomaron una decisión no están en los caminos del Señor, esta es una verdad innegable. A donde quiera que veamos hay gente que un día fue llevada, por cualquier razón, a “confesar” con su labios que Cristo es el Señor y que hoy le están negando con sus hechos. Lo trágico de esto es que se creen salvas, porque alguien usando equivocadamente la Biblia les aseguró lo que solamente puede hacer el Espíritu Santo a través de su Palabra y guía. Algunos me han dicho lo siguiente: ‒nosotros no le decimos a nadie que es salvo‒ yo les pregunto ¿entonces para qué le haces orar? ¿Por qué llenas una tarjeta de decisión con su nombre? ¿Por qué le enseñas la seguridad de salvación, si no estás seguro que pasó de muerte a vida? y ¿Por qué en muchos casos hacemos una recepción de nuevos “convertidos”? ¿Sabes que se convirtió realmente?
Segundo, que aquellas pocas personas que están “siguiendo” al Señor, esforzándose en ello, están confiando para su salvación en algo que ellos hicieron y no en la obra redentora de Cristo en la cruz como sustituto por sus pecados. Este es el corazón herético del decisionismo, quita la mirada del Salvador y la coloca en la “sinceridad de una oración”.
Tercero, que esta práctica antievangélica genera un discipulado basado también en estrategias. Tiene que haber una visita dentro de las cuarenta y ocho horas de la “decisión”, o una llamada telefónica para hacerle recordar lo que hizo, porque se puede enfriar. Luego tiene que haber un seguimiento exhaustivo para no “perder” al que recién convertido. El discipulado pasa a ser una tarea permanente y agresiva. En lo que ahora se denomina programa de conservación de frutos, se les fuerza a hacer cosas que un verdadero creyente hace por naturaleza. El pastor ahora persigue a las ovejas y no las ovejas al pastor (Jn 10:27). Muchas veces logramos que inconversos se comporten y “crean” como creyentes, pero realmente les hacemos dos veces hijos del infierno; primero, porque ahora será casi imposible predicarles el Evangelio verdadero ya que se consideran salvos, y segundo, porque comienzan a hacer lo mismo con otros y ahora tienen que arrepentirse, no solo de haber creído una mentira, sino porque la han compartido.
Y finalmente es trágico porque los frutos del decisionismo son congregaciones llenas de personas que se creen salvas, tratando de ser fieles a un Señor que no conocen. Reconsagrándose en cada conferencia, campaña, campamento o actividad especial que se realice. Nunca avanzando, nunca creciendo en la gracia y en el conocimiento del Señor. “Estos siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad” (2 Ti. 3:7).
Estos son los frutos que he visto en mí andar dentro del ministerio, si alguien ha visto lo contrario por favor le pido que me desmienta, que me muestre los frutos de su práctica evangelizadora. Yo tengo muchas estadísticas para mostrarles.
Hace unos días testificando en un parque de Lima, encontré a un joven de Miami que había estudiado en una escuela “cristiana” toda su vida y había orado para “recibir a Cristo” cerca de cuatro veces en su vida, pero no sabía en qué consistía la salvación, no conocía el Evangelio, nunca se había arrepentido de sus pecados porque estaba viviendo en ellos (para eso había venido a Perú) y nunca había confiado en la obra de Cristo para su salvación, estaba confiando en su “sincera oración”. Cuando escuchó el Evangelio y en qué consistía la salvación dijo ‒Nunca había escuchado esto‒ y se fue sabiendo que tenía que arrepentirse y confiar solo en la obra de Aquel que murió por sus pecados.
Una Reflexión
Qué va a pasar cuando seamos juzgados por Dios y no veamos en su presencia a aquellos que hicieron un oración con nosotros. Cuando veamos a muchos de ellos siendo apartados para condenación y arrojados al infierno. Personas a las que llamamos hermanos y les aseguramos su salvación basada en la “sinceridad” de su oración.
Podemos hacernos la pregunta todos los que hemos practicado y siguen practicando este tipo de evangelismo ¿Dónde está la mayoría de personas que tomaron una “decisión para salvación” en nuestras actividades evangelísticas? La respuesta es obvia, ya la dimos. Otra pregunta ¿Por qué insistir en una práctica que ha generado una multitud de falsos creyentes? ¿Acaso no tememos al Dios que predicamos? ¿Tanto nos cuesta arrepentirnos y reconocer nuestra culpa? ¿Tan orgullosos somos? ¿Vale más nuestra reputación ante los hombres que la Gloria de Dios?
No es mi intención pelear, nada ganamos con eso, mi deseo es que reflexionemos y temamos al Dios que predicamos, él es un juez justo y no tendrá por inocente al culpable, y nosotros somos culpables de reducir el glorioso Evangelio de Jesucristo a un decisionismo infructuoso y estéril, que ha resultado en el engaño de miles de personas, y no es cualquier engaño, estamos hablando de la eternidad de cientos de miles que les dijimos que reciban a Cristo como su Salvador por medio de una sencilla oración, que repitan estas palabras, que solo les llevará cinco minutos de su vida, y en muchos casos les llevará a una eternidad de condenación, ¡Arrepintámonos de esto! y ¡Qué Dios se apiade de nosotros y volvamos a su reprensión!
Restáuranos, oh Dios de nuestra salvación,
Y haz cesar tu ira de sobre nosotros.
¿Estarás enojado contra nosotros para siempre?
¿Extenderás tu ira de generación en generación?
¿No volverás a darnos vida,
Para que tu pueblo se regocije en ti?
Muéstranos, oh Jehová, tu misericordia,
Y danos tu salvación.
Salmo 85:4-7
Así no nos apartaremos de ti;
Vida nos darás, e invocaremos tu nombre.
¡Oh Jehová, Dios de los ejércitos, restáuranos!
Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.
Salmo 80:18-19
Por Martín Zacarías