En BOLETÍN SEMANAL

Las señales del verdadero cristiano que posee la verdadera gracia en este mundo y que será salvo en el cielo cuando muera puede dividirse en dos categorías: Una más breve y la otra más amplia. Uno de estas categorías lo describe con unas marcas que lo distinguen externamente entre todos los hombres. La amplia categoría a la que me refiero de manera especial, como forma más infalible y eficaz de prueba, contiene señales que en su mayoría no son observadas por otros hombres o, por lo menos, no de forma completa, sino que le son conocidas a él y que no se pueden hallar en alguien reprobable.

Las marcas observadas

En la primera categoría: El verdadero cristiano suele descubrirse por estas marcas.

  1. No participará “en las obras infructuosas de las tinieblas” (Ef. 5:11). No caminará “en consejo de malos” ni se detendrá “en camino de pecadores” (Sal. 1:1). No se asociará con hacedores de iniquidad (2 Cor. 6:14-18).
  2. Afligirá y humillará su alma por sus pecados, lamentando y llorando por ellos… Considera que sus pecados son su mayor carga. No puede burlarse del pecado.
  3. Se esfuerza para ser santo en todas sus conversaciones, vigilando sus propios caminos en todo momento y en todas las compañías (Sal. 50:23; 2 P. 3:11).
  4. Toma conciencia del menor de los mandamientos como del mayor, evita el lenguaje sucio, las bromas vanas y la lascivia (Ef. 5:4), así como la prostitución, los juramentos menores y también los mayores, los discursos que puedan ser causa de reproche, así como los actos violentos.
  5. Ama, estima y se esfuerza en la poderosa predicación de la Palabra por encima de todos los tesoros terrenales.
  6. Honra y considera a los piadosos, y se deleita en la compañía de aquellos que de verdad temen a Dios por encima de todos los demás (Sal. 15).
  7. Es cuidadoso en la santificación del [Día de Señor]; no se atreve a violar el santo descanso por trabajar ni desatiende los santos deberes que pertenecen al servicio de Dios, en público ni en privado (Is. 56, 58).
  8. No ama al mundo ni las cosas que en él hay (1 Jn. 2:15), sino que le afectan con sinceridad las cosas que conciernen a una vida mejor. Así ama, en cierta medida, la venida de Cristo (2 Ti. 4:8).
  9. Es benigno (Stg. 3:17). Perdona a sus enemigos, desea la paz y hace el bien a los que lo persiguen, si está en sus manos (Mt. 5:44-45).
  10. Sigue en la profesión de la sinceridad del evangelio cuyos deberes realiza, según sabe que Dios se lo requiere en el asunto de su alma, a pesar de las oposiciones de las personas profanas o la aversión de los amigos carnales.
  11. Establece una rutina diaria de servicio a Dios y lo hace también con su familia, si es que la tiene. Se ejercita en la Palabra de Dios como gozo principal de su corazón y como el refugio diario de su vida, pidiéndole ayuda a Él continuamente. Estas son las señales del catálogo más breve.

Las marcas no observadas

[Segunda categoría:]… Ahora, con la ayuda de Dios, para ayudar a los cristianos más débiles… procuraré expresarme en esta doctrina de poner a prueba el estado del verdadero cristiano, en un examen más claro y fácil. Dejaré… este nuevo catálogo a la bendición de Dios y a la libre elección de cómo quiera usarlo el lector piadoso, según le resulte más agradable a su propio gusto, ya que ambos están justificados y fundados en la prueba infalible de la inmutable verdad de Dios..

De infalible seguridad

En las Escrituras existen tres tipos de lugares (en mi opinión) que apuntan a las razones de infalible seguridad en aquellos que puedan alcanzarlas. Primero, señaloesos lugares que afirman de manera expresa que tales y tales cosas son señales. Por ejemplo: “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos” (1 Jn. 3:14). Aquí, el Espíritu Santo nos muestra de forma manifiesta que el amor de los hermanos es una señal por la cual el cristiano puede saber que ha pasado de muerte a vida. Por tanto, el apóstol Pablo nos proporciona detalles para que sepamos si la aflicción de ellos era piadosa o no (2 Cor. 7:11). Así también el profeta David (Sal. 15) quien proveyó diversas señales por las que se puede conocer al hombre que mora en el santo monte de Dios. El apóstol Santiago también nos dice cómo podemos conocer la sabiduría de lo alto: Reconociendo los frutos y los efectos de ésta (Stg. 3:17). El apóstol Pablo también nos indica cómo podemos saber si tenemos el Espíritu de Cristo en nosotros o no (Ro. 8:9, 15; Gá. 5:22; 4:6-7).

En segundo lugar, descubro señales que marcan para qué tipo de gracias en el hombre están hechas las promesas de Dios. Y es que razono de este modo: Cualesquiera que sean los dones de Dios en el hombre, que lo lleven al alcance de las promesas de la misericordia eterna de Dios, ese don debe ser una señal infalible de salvación… Por tanto, el hombre que puede encontrar esos dones en sí mismo será, ciertamente, salvo. Por ejemplo, el reino de los cielos se ha prometido a los que son “pobres en espíritu” (Mt. 5:3). A partir de ahí, entiendo que esa pobreza de espíritu es una señal infalible. Puedo decir lo mismo del amor a la Palabra, la rectitud del corazón, del amor de Dios y del amor a la venida de Cristo.

En tercer lugar, encuentro otras señales mediante la observación de lo que los hombres piadosos han dicho por sí mismos en las Escrituras, cuando han aducido a su propia prueba del interés que tienen en el amor de Dios o la esperanza de una mejor vida. Considera cómo han demostrado que no eran hipócritas. Cualquier cristiano puede probar del mismo modo que tampoco lo es. Por ejemplo, Job, acusado de hipocresía y postrado bajo la dura mano de Dios, defiende su causa y demuestra que no es un hipócrita, aludiendo a su constancia en los caminos divinos y su incesante estima por la Palabra de Dios: “Guardé las palabras de su boca más que mi comida” (Job 23:10-12).

Ahora, aunque algunas señales son generales y podrías dudar de la exposición, a saber, de qué forma es infalible esa señal en tal o tal sentido… puedes observar que presento la señal tal como se expone en varios otros versículos. Por ejemplo, el amor de los hermanos es una prueba general. Ahora bien, ¿cómo sabré que tengo el amor apropiado por los hermanos? Esto lo explico yendo a otros versículos en los que se alude a las explicaciones particulares de esta señal.

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Nicholas Byfield (1579-1622): Predicador y autor anglicano y puritano, nació en Warwickshire, Inglaterra.

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