¡Abba, Padre!, te adoramos
en el Nombre de Jesús;
Dios y Padre te llamamos,
hechos hijos de la luz;
ya del juicio libertados
por la muerte del Señor;
y por Él reconciliados
disfrutamos de Tu amor.
Pródigos un tiempo fuimos,
y alejados del hogar;
mas Tu voz de amor oímos,
pues quisístenos llamar;
por Jesús nos perdonaste,
y nos allegaste a Ti,
nos besaste, y nos sentaste
en Tu comunión aquí.
Por Tu mano revestidos
del ropaje de salud,
en Tu Casa recogidos
por Tu gran solicitud;
redimidos y lavados,
por la Sangre de Jesús,
restaurados, bien amados,
somos hijos de la luz.
¡Abba! Todos te alabamos,
muy contentos de saber,
que los bienes que gozamos
nos revelan Tu querer:
que Tú encuentras complacencia
en mostrarnos Tu favor;
y por tal benevolencia
te adoramos con fervor.*