¡Santo Cordero! Por Tu llamamiento
los convidados están a Tu Mesa:
ven a traernos el santo alimento;
ven a servirnos según Tu promesa.
Lo que nos das, este pan y este vino,
fiel memorial de Tu Pacto sagrado,
nos representa, Cordero divino,
Tu sacrificio, que expía el pecado.
Por libertarnos, Jesús, de la pena,
de expiación, nuestra víctima has sido:
Tú nos anuncias que no hay más condena
para los fieles que en Tí hemos creído.
Por Tu mandato, Jesús, celebramos
este convite de eterna memoria:
Tú sacrificio cruento anunciamos
hasta que vengas cubierto de gloria.
Ven, ¡oh Jesús!, aparece glorioso,
haz que la Iglesia te encuentre en las nubes;
desde esta Mesa, triunfante y radioso,
a Tu Banquete celeste nos subes. *