Su Institución de la Religión Cristiana ha tenido tal importancia para las iglesias que surgen de la Reforma Protestante, que difícilmente puede ser sobrestimada. Un historiador católico romano dice sobre esta obra que es “Sin duda alguna la más sorprendente e influyente producción en la esfera de la dogmática que la literatura de la Reforma del siglo XVI presenta.”
La influencia de Calvino y los cinco puntos del calvinismo
Pero no menor es su importancia como expositor de las Escrituras. Calvino es el creador de la exégesis moderna. Benjamín Warfield dice: “La autoridad que sus comentarios adquirieron inmediatamente fue inmensa – ellos ‘abren las Escrituras’ como las Escrituras nunca antes habían sido abiertas.”
Como reformador, Calvino fue un hombre incansable en su labor de mantener un orden eclesiástico apegado a las Escrituras; precisamente por eso dio tanta importancia al tema de la disciplina eclesiástica, una verdadera innovación en aquellos días. En este punto “es importante notar, como señala un historiador, que Ginebra nunca fue una teocracia gobernada por Calvino… Lo que lograron hacer fue alcanzado a través de la persuasión moral, la predicación, y las consultas. Pensar en Calvino como dictador de una teocracia es un mito absurdo inventado por los que le eran hostiles a él y a su movimiento de reforma.”
Marc Cheneviere señala al respecto: “¡Algunas ilusiones son extremadamente difíciles de disipar! Aún en el día de hoy muchos protestantes imaginan que el ideal político – religioso del Calvinismo es una teocracia, entendiendo por este término un régimen político que implica la dominación del clero sobre la sociedad civil. Pero el hecho es, sin embargo, que ninguna noción puede ser más errónea; Calvino nunca mostró la menor simpatía por un régimen político de esta clase, y una prueba que se puede citar a favor de esta declaración es su constante criticismo del clero romano por usurpar el poder temporal de los príncipes.”
Una cosa más. Aunque la doctrina de la predestinación no fue tan central en la teología de Calvino como lo fue su doctrina de la soberanía de Dios en todas las esferas de la vida humana, se debe enfatizar que esta doctrina, lejos de matar el activismo cristiano, en la práctica produce un efecto totalmente contrario. “Más que todo otro grupo, los calvinistas se han aferrado a la predestinación y la han usado como fuerza motivadora para lograr el cambio. Han razonado: si Dios es soberano, necesariamente logrará su propósito en la historia; de ello se sigue que podemos laborar sabiendo que puesto que Dios está por nosotros, nadie nos puede detener; estamos en la vanguardia de un movimiento incontenible.”
El arminianismo y el sínodo de Dort
Cuatro años antes de la muerte de Calvino, nació Jacobo Arminio (1560-1609), un pastor y teólogo holandés que estudiaría bajo la dirección del sucesor de Calvino en Ginebra, Teodoro de Beza; de modo que su formación teológica fue profundamente calvinista. Fue ordenado al ministerio pastoral en 1588 y nombrado como pastor en Ámsterdam, donde adquirió mucho renombre. Un año más tarde, los dirigentes de la Iglesia en Ámsterdam le pidieron a Arminio que refutara las opiniones del teólogo Dirck Koornhert, el cual se oponía a algunas de las doctrinas calvinistas, en particular la doctrina de la predestinación.
En su preparación para este debate, Arminio se dedicó a fondo al estudio de los escritos de Koornhert comparándolos con la Escritura, con los padres de la Iglesia y con varios teólogos protestantes. Pero sus estudios le llevaron más bien a refutar el calvinismo y declararlo insostenible. A pesar de eso, en 1603 Arminio es llamado a asumir la cátedra de teología en la Universidad de Leyden, donde sus doctrinas opuestas al calvinismo fueron más conocidas aún. Esto trajo como consecuencia un enfrentamiento con los calvinistas, de manera particular con otro profesor de la facultad, Francisco Gomaro.
Ahora, es importante señalar aquí que en otras doctrinas, Arminio concordaba con el calvinismo. Tanto uno como los otros afirmaban que la predestinación para salvación era una enseñanza bíblica; pero, mientras el calvinismo afirma que los elegidos ejercen fe porque fueron predestinados por Dios desde antes de la fundación del mundo por el puro afecto de Su voluntad, Arminio enseñaba más bien que Dios predestinó a todos aquellos que Él sabía de antemano que iban a querer.
Así que el foco del debate no era si había predestinación o no, sino más bien en cuál era la base de dicha predestinación. Por otra parte, también es justo señalar que Arminio rechazó enfáticamente la enseñanza de Pelagio en lo que respecta a la caída de Adán. Según Pelagio, la caída de Adán sólo lo afectó a él; pero Arminio creía, en cambio, que la caída había arruinado la raza humana dejándola bajo el dominio del pecado.
Según Arminio, debido al oscurecimiento del entendimiento y la perversidad del corazón, el hombre ha quedado en un estado de impotencia moral. “La voluntad del hombre no es libre de hacer ningún bien a menos que sea… libertada por el Hijo de Dios a través del Espíritu de Dios.”
En otro lugar, Arminio muestra su acuerdo con Agustín en este punto: “Porque Cristo dijo: ‘Separados de mí nada podéis hacer’. Y San Agustín, luego de meditar diligentemente sobre cada palabra en este pasaje, dice lo siguiente: ‘Cristo no dice, separados de mí sólo pueden hacer un poco’; tampoco dice, ‘Separados de mí no pueden hacer ninguna cosa que sea ardua’; ni tampoco, ‘Separados de mí lo harán con dificultad’; sino que dice, ‘Separados de mí nada podéis hacer’.”
De modo que en cuanto a esto, Arminio parece estar de acuerdo con Agustín, Lutero y Calvino. El punto donde Arminio se apartó ellos fue en el hecho de que para él la gracia de Dios es necesaria para la salvación, pero no asegura la salvación de nadie; en otras palabras, la gracia es una condición necesaria, pero no suficiente.
Arminio declara: “Toda persona no regenerada posee una voluntad libre, y la capacidad de resistir al Espíritu Santo, de rechazar la gracia de Dios que le es ofrecida, de menospreciar el consejo de Dios contra sí mismos, de rehusar aceptar el Evangelio de la gracia, y de no abrirle a Aquel que toca la puerta de su corazón”.
Si el pecador no responde al llamado, la culpa es enteramente suya (en eso todos estamos de acuerdo); pero ¿qué si acepta? En otras palabras ¿quién es, a final de cuentas, el que tiene la decisión de la salvación en sus manos? Por implicación, la salvación depende, en última instancia, de la decisión humana y no de la soberanía de Dios.
Luego de la muerte de Arminio, en 1609, sus seguidores fueron acusados de herejía, por lo que, en 1610, presentaron a los Estados de Holanda un Memorial de Protesta (Remonstrance en inglés, por lo que fueron llamados “remonstrantes”), en el que planteaban su posición, incluyendo en la segunda parte los cinco puntos de su propia doctrina.
Estos artículos fueron firmados por 46 ministros remonstrantes. Los calvinistas, por su parte, emitieron una contra protesta. Pero, como no llegaban a un acuerdo, finalmente se decidió resolver la disputa mediante un sínodo al que fueron invitados casi todas las iglesias nacionales reformadas. Éste fue celebrado en Dordrecht desde el 13 de Noviembre de 1618 hasta el nueve de mayo de 1619. “Fue un concilio sin paralelo en la historia del protestantismo.”
Los Cánones del Sínodo de Dort condenaron la posición arminiana, a la vez que presentaron cinco puntos contrarios, que han sido conocidos como los cinco puntos del Calvinismo.
Por un lado declaran que el hecho de que “sólo algunos de entre los miembros de la raza humana pecadora alcancen la fe, debe atribuirse al Consejo eterno de Dios. Dios eligió en Cristo un número definido de seres humanos para la salvación, en tanto que, en su justicia, dejó a los demás entregados a la perdición.” En cuanto a la eficacia de la muerte de Cristo, afirman que ésta “es suficiente para expiar los pecados de todo el mundo.” Sin embargo, su obra de expiación está limitada en el hecho de que Dios tenía la intención de que fuese eficaz solamente para quienes “fueron elegidos desde la eternidad para salvación.”
También afirman la total depravación de la raza humana, así como la gracia irresistible de Dios. “Finalmente, los Cánones enseñan que Dios preserva a los elegidos de tal modo que no caen de su gracia. En esto también se atribuye la gloria Dios; permanecemos en la gracia, no por el poder de nuestra voluntad, sino porque, por su gracia, Dios ‘inicia, preserva, continúa y perfecciona su obra en nosotros’.”
No obstante, el arminianismo no murió allí. Sus doctrinas fueron asimiladas por los bautistas generales, los menonitas holandeses y, un poco más tarde, por el metodismo wesleyano (aunque este último se aleja aún más de la doctrina reformada de la salvación). Hoy día es la doctrina de la mayoría de las iglesias en América.
© Por Sugel Michelén.