La Biblia, es un libro de absoluta confianza porque es la Palabra de Dios; esa es una de las razones por la que los incrédulos no tendrán excusa el día del juicio; Dios se ha revelado al hombre a través de su creación y a través de su Palabra, y tanto la una como la otra llevan impresas las marcas indelebles de su Autor, la creación es perfecta, la creación es maravillosa, es obvio que la creación no se hizo sola. La Biblia es perfecta, la Biblia es un libro extraordinario, y es obvio que aunque fue escrita por hombres, estos hombres fueron inspirados por el Espíritu de Dios. Por eso Pedro dice en 2 Pedro 1:17 al 19: “Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo. Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones”,

​DISPENSACIONALISMO Y LA PROFECÍA DE LAS 70 SEMANAS

Abramos la Biblia en Daniel 9:24 al 27: “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador”.
Estudiando esta fascinante profecía del Antiguo Testamento, y ya que no todos los estudiosos de las Escrituras están de acuerdo con el significado de esta porción del libro de Daniel,  no queríamos concluir el estudio del pasaje sin traer una evaluación crítica de una de las interpretaciones más populares al día de hoy en las Iglesias evangélicas. Me refiero a la del dispensacionalismo. Este sistema de interpretación se originó a principios del 1800, bajo la influencia de un ex ministro anglicano llamado Juan Nelson Darby.
En el 1827 Darby comenzó a desarrollar la “novedosa” teoría de que Dios tiene dos pueblos completamente distintos, con los que ha tratado a través de la historia de la redención, de dos maneras totalmente diferentes; Israel y la Iglesia. Israel posee bendiciones y destino terrenal y la Iglesia promesas, bendiciones y destino celestial. En cierto modo podemos situar los orígenes del dispensacionalismo a partir del momento histórico cuando surge esta novedosa doctrina.
A pesar de que este sistema de interpretación no se circunscribe únicamente al estudio de la escatología, es decir, al estudio de las últimas cosas, una de las características predominantes del dispensacionalismo es su marcado interés por esta área de la teología sistemática. En 1831 Darby asistió al Primer Simposio Profético de Powerscorth, el cual ejerció una fuerte influencia sobre él,  en ese mismo año publicó algunos escritos sobre temas proféticos. Fue para esa misma fecha en que Darby comenzó a desarrollar más a fondo otra teoría novedosa que comenzó a incorporar a su sistema, la de que nuestro Señor Jesucristo ha de regresar a la tierra e dos etapas, una venida secreta inmediatamente antes de un tiempo de tribulación, que según lo dispensacionalistas durará siete años, que de paso es otra teoría novedosa de ese sistema, y antes de la cual la Iglesia será arrebatada; y la segunda etapa, una venida visible después de esa tribulación de siete años. Ahora hermanos, quiero dejar en claro que la Biblia enseña, en 1 Tesalonicenses 4:13 en adelante, que la Iglesia será arrebatada; si un creyente no cree que la Iglesia será arrebatada está cometiendo un serio error doctrinal, porque la Biblia ciertamente enseña que la Iglesia ciertamente será arrebatada.
La Biblia también enseña que ese evento ocurrirá en el momento en que el Señor vuelva por segunda vez a la tierra, en su única segunda venida, para salvar a los suyos y castigar a los malos, y pueden ver esto en Mateo 24:29 al 31.
Así que esta enseñanza de una venida de Cristo en dos partes, y un arrebatamiento previo a de la tribulación, fue en su tiempo una verdadera novedad. No obstante, esta doctrina y todo el andamiaje del sistema dispensacionalista se hicieron tremendamente populares en el siglo XX, gracias a la publicación de la Biblia anotada de Scofield en 1909.

CIRO INGERSOLD SCOFIELD

Ahora, ¿Quién fue Ciro Ingersold Scofield? Un bogado y político que fue convertido por el Señor en 1879, a los 36 años de edad, luego de una vida muy desordenada, y luego, tres años después, fue ordenado para s ministerio. Después en algún punto de su vida, Scofield conoce a Juan Nelson Darby y se hace uno de sus más devotos seguidores. Aunque este hombre no tenía entrenamiento teológico formal, porque él era abogado y político, decidió publicar una versión de la Biblia anotada con sus propios comentarios, que muchos tomaron como “la” interpretación correcta de la Palabra de Dios porque lo leían en sus Biblias. De haber publicado Scofield sus notas en un libro aparte, muy probablemente no hubiese tenido el impacto tan grande que tuvo esta Biblia anotada en el pueblo evangélico en general.

ENSEÑANZA DEL DISPENSACIONALISMO

¿Cuál es la enseñanza esencial del dispensacionalismo?, y ¿Cómo interpretan ellos la profecía de las 70 semanas de Daniel? Antes de pasar a responder estas dos preguntas quisiera traer aquí una nota de cautela, y sólo el Señor sabe como he suplicado, y aún he pedido a otros que oren, para presentar esto con gracia. Hay muchos hombres de Dios que aman su Palabra, que aman su obra y que son disensacionalistas. Personalmente conozco, amo y respeto a Pastores y Maestros de esta escuela de interpretación,  a algunos de ellos les debo mucho, de hecho, inicié mi entrenamiento formal para el ministerio en un seminario fundado por Scofield, aunque debo decir que yo no soy tan viejo, yo estoy diciendo que él lo fundó hace muchísimos años, y yo estudié después ahí. O sea que, realmente le debo mucho a Maestros y Pastores dispensacionalistas, y de paso, nosotros mismos en nuestros inicios éramos dispensacionalistas, por lo que no quisiera ofender a ninguno de mis hermanos ni con mi enseñanza ni con mi actitud. Atacaremos con celo santo lo que entendemos que es un error doctrinal, pero no atacaremos sus personas; las doctrinas sí, pero no sus personas, porque si así lo hiciéramos pecaríamos contra Dios. Habiendo traído esta nota de cautela, veamos en primer lugar las características esenciales del dispensacionalismos y luego veremos cómo interpretan ellos la profecía de las 70 semanas.
El dispensacionalismo es básicamente un sistema de interpretación bíblico, que divide el programa de Dios en la historia de la redención en siete dispensaciones. Ellos definen “dispensación” como un período de tiempo durante el cual Dios obra de una manera distinta con la humanidad. Según ellos, cinco dispensaciones han pasado ya y estamos viviendo la sexta, y aún falta la séptima dispensación, que será un reino terrenal de mil años, inmediatamente después de la gran tribulación, tal como ellos la interpretan.
Este sistema de interpretación posee tres características fundamentales; todo aquel que se adhiera a estas tres características, puede ser considerado con toda justicia un dispensacionalista, ¿Cuáles son?

1. En primer lugar, un estricto literalismo al manejar el lenguaje de las Escrituras. En su libro “Dispensacionalismo hoy”, Charles Ryrie menciona esto como una de las características sine qua non del dispensacionalismo; una característica sine qua non es eso y no es lo otro. Ahora, quiero aclarar, porque voy a estar citando de vez en cuando a Ryrie, que éste no es Juan Carlos Ryle, son dos personas diferentes; el último es un gran siervo de Dios, inglés, del siglo antepasado; Ryrie es un teólogo dispensacionalista moderno, actual.
Ryrie dice: “La interpretación que es consistentemente literal o llana, pone de manifiesto el método dispensacional de interpretar las Escrituras”. Nosotros creemos que la Biblia debe interpretarse literalmente, que estemos claros en eso, no nos adherimos al método de interpretación alegórico; hay algunas personas que leen la Biblia y, por ejemplo, leen que Daniel fue arrojado en un foso de leones, y dice: -Daniel representa aquí…-, pero, para nosotros Daniel no representa nada, Daniel es Daniel y fue un hombre que se llamó Daniel y que lo arrojaron en un foso de leones, de animales de cuatro patas que rugen y muerden; nosotros creemos en el método literal de interpretación, pero, noten que hablamos de un estricto literalismo. Al manejar el lenguaje de las Escrituras debemos determinar su significado por la Escritura misma, en otras palabras, la Biblia se interpreta a sí misma.
El problema del dispensacionalismo es que parte de una presuposición, le asigna un significado a la palabra y para él ese es el único sentido normal que podemos darle. Aquí vamos a entrar en uno de los grandes problemas del dispensacionalismo. Por ejemplo, según ellos, cuando la Biblia habla de Israel, siempre significa el pueblo que desciende de Abraham, el pueblo físico de Israel; por lo tanto, cuando ellos leen una profecía que dice: Israel, de inmediato arguyen que donde dice: Israel, debemos leer ese pueblo y no ninguna otra cosa. A eso nosotros respondemos que ciertamente donde dice Israel debemos leer Israel, pero, ¿Cuál es el alcance de ese nombre? ¿Se refiere únicamente y siempre a los descendientes físicos de Abraham y nada más? Yo creo que no. Debemos darle a esa palabra el mimo significado que el Nuevo Testamento le atribuye.

2. La segunda característica fundamental del dispensacionalismo es un rígido verticalismo al distinguir entre las distintas épocas de la Biblia. Nosotros ciertamente podemos distinguir varias épocas en las que Dios ha tratado con el hombre: La caída, el diluvio, el llamado de Abraham, e éxodo, la promulgación de la Ley en el Sinaí, el establecimiento de Israel en Palestina, el surgimiento de la línea davídica en el trono de Israel, la llegada del Mesías, su precursor Juan el Bautista, el Calvario, Pentecostés, cada uno de estos eventos marca una época especial en la revelación bíblica. No tenemos ningún problema en aceptar tal cosa; pero el dispensacionalista se distingue por la forma como separa una época de otra, su presentación es rígidamente vertical.
Scofield define dispensación como: “Un período de tiempo en el cual el hombre es puesto a prueba, en referencia a cierta revelación específica de la voluntad de Dios. Cada una de esas dispensaciones contiene los siguientes elementos: Una nueva revelación de parte de Dios, una nueva prueba para el hombre incluida en esa revelación, e fracaso del hombre a esa prueba y el consecuente juicio de Dios ante el fracaso del hombre”, y allí termina una dispensación y comienza otra dispensación, una nueva revelación, otra prueba, el hombre fracasa, Dios lo castiga y viene otra dispensación, entonces viene otra nueva revelación, otra prueba y así. Y en cada una de estas dispensaciones, y esto es crucial, se anula la responsabilidad del hombre con respecto a la revelación anterior, a menos que esto sea ratificado en la nueva dispensación.
De este modo, el dispensacionalista destruye en la práctica la unidad orgánica de las Escrituras. Nosotros sabemos que la revelación bíblica ha ido progresando de época en época, pero siempre guardando su unidad orgánica. Cuando nosotros sembramos una semilla en la tierra y esa semilla comienza a germinar hasta convertirse en un árbol, lo que tenemos al final es el desarrollo de la semilla que nosotros sembramos. Hay una unidad orgánica entre la pequeña semilla y el gran árbol que surgió de ella. Lo mismo podemos decir de un niño, que crece hasta llegar a ser un adulto, pero es el mismo ser humano y maduro, es la misma persona pero en su pleno desarrollo. Eso es lo que nosotros encontramos en la Biblia.
Por ejemplo, en Génesis 3:15 Dios promete a nuestros primeros padres, que acaban de caer en pecado, un redentor que habría de redimir al hombre de todas las consecuencias de la caída: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”, esa promesa evangélica, si podemos llamarle así, es la semilla que fue creciendo y creciendo hasta llegar a su plena madurez en el evangelio revelado en  su plenitud en la persona y la obra de Cristo. Vamos a Romanos 1:1 al 3: “Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios -¿Es este evangelio algo nuevo, Pablo estaba trayendo un mensaje novedoso? No-, que él había prometido antes por medio de sus profetas en las Sagradas Escrituras, acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne”, ese evangelio que habla de la redención que fue prometida a Adán y Eva en el paraíso, encuentra luego una expresión progresiva en los distintos pactos que Dios ha hecho con su pueblo a través de la historia de la redención.
De paso debo decir que hace 14 años atrás yo me enfrenté por primera vez con el problema del dispensacionalismo y comencé a estudiar este tema, y fue un buen tiempo, porque una de las cosas que hace el sistema dispensacional es que atrapa tanto la mente y el corazón, que es difícil quitarse ese lente. Efesios 2:11 fue uno de los pasajes que más luz arrojó en mi para entender estas cosas: “Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo”, Pablo dice: Dios hizo varios pactos a lo largo de la historia, y ustedes los gentiles en cuanto a la carne, estaban lejos de eso, ustedes no tenían nada que ver con eso, porque ustedes no pertenecían a la nación del pacto. Como vamos a ver más adelante, una de las cosas que dice Pablo en el capítulo 2 es que Dios derribó la pared intermedia de separación, ya no hay separación entre judíos y gentiles, porque tanto uno como el otro forman el pueblo del pacto en el Nuevo Testamento.
Lo que quiero que noten es que Pablo habla allí de pactos, en plural, pero girando todos alrededor de una promesa, en singular: “Los pactos de la promesa”, ¿Y cuál es esa promesa? Ver Génesis 17:4 al 8; Éxodo 6:6 al 7; 2 Samuel 7:14; Jeremías 31:31 al 33 y Apocalipsis 21:3, y verán allí diferentes pactos, el abrahámico, el mosáico, el davídico, el nuevo pacto, y en todos ellos la promesa es: “Yo seré u Dio y ellos serán mi pueblo”. Continuamente Dios dice: “Voy a hacer un pacto con ustedes”, y recuerden que un pacto es una promesa a la que Dios interpone un juramento, un pacto sin juramento no es pacto, un pacto es una promesa jurada, como dice Hebreos 6:12 en adelante, cuando habla del pacto que Dios hace con Abraham, Dios le promete algo pero encima de la promesa jura: “Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros”, versículos 17 y 18. Dio promete y jura, pero ¿Qué es lo que promete en cada uno de estos pactos? “Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo”.
Por eso en Apocalipsis 21:3, cuando llegamos al clímax de la historia redentora, ¿Qué tenemos allí? “Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios”, lo que el Señor le prometió a Abraham en Génesis 17 va a seguir corriendo como una línea a través de toda la Escritura, para tener su cumplimiento final en el momento en que el tabernáculo de Dios descienda y Dios venga a habitar con nosotros y nosotros con él. Son varios pactos, pero todos girando alrededor de la misma promesa esencial. El verticalismo rígido de los dispensacionalistas no les permite ver ese principio unificador, porque en cada dispensación se anula lo anterior, a menos que sea reconfirmado en la nueva, según ellos.
¿Qué decimos nosotros? Que es al revés, que la Biblia enseña lo contrario, que en cada época lo anterior sigue vigente, a menos que Dios lo anule. Si no ven esto, ustedes van a ser dispensacionalistas, ¿Ven la diferencia? Viene una nueva época y una nueva revelación nueva de Dios, lo anterior sigue vigente porque Dios no ha cambiado, a menos que Dios mismo lo anule, que es diferente. Por eso es que ustedes ven que al día de hoy no guardan el día del Señor, ¿Por qué? –Ah, porque eso es del Antiguo Testamento, eso no pertenece a la Iglesia, eso es de otra dispensación-, y ya con eso resuelven el problema, pero Dios sigue siendo el mismo y sigue considerando al adulterio como pecado, al robo como pecado, el homicidio como pecado; Dios no ha cambiado en su carácter moral, Él sigue siendo el mismo.

3.La tercera característica fundamental de este sistema es una separación radical en la comunidad de los redimidos revelada en las Escrituras. Una lectura rápida de la Biblia permite ver que a través de la historia de la redención Dios ha tratado con dos comunidades de redimidos, en el Antiguo Testamento, Israel, en el Nuevo Testamento, la Iglesia; y ciertamente la Iglesia e Israel no son idénticos, Israel es Israel, y la Iglesia tiene características que son peculiares a la Iglesia. ¿Cuál es la relación que existe entre ambas comunidades? ¿Existe alguna conexión orgánica entre Israel y la Iglesia o son dos cosas completamente distintas y separadas? Los dispensacionalistas responden que son dos líneas paralelas que nunca se juntan, que permanecerán eternamente separadas la una de la otra. Como alguien ha dicho: “La premisa básica del dispensacionalismo es que hay dos propósitos de Dios expresados en la formación de dos pueblos que mantienen sus distinciones a través de la eternidad”.
Ánimo de ser irreverente o burlón, sino más bien ilustrativo, lo que estos hermanos están diciendo es que los judíos vivirán en su barrio y nosotros en el nuestro, son dos cosas completamente diferentes. De hecho algunos dispensacionalistas enseñan que en el reino de mil años, que ellos creen porque nosotros no creemos en tal cosa,  Israel va a estar viviendo en la tierra, y la nueva Jerusalén, según ellos, es una ciudad en forma de cubo que va a estar suspendida en el cielo donde vivirá la Iglesia, la Iglesia en un lado e Israel en el otro. Aclaro que muchos dispensacionalistas no creen eso, pero muchos si lo creen.
Lo que todos si creen es que estas dos comunidades son distintas, completamente distintas, y esta es una de las características más singulares del dispensacionalismo. Nunca antes la Iglesia de Cristo dudó que muchas de las profecías del Antiguo Testamento, concernientes a Israel, se estuviesen cumpliendo hoy en la Iglesia, que es el Israel del nuevo pacto, eso nunca lo dudó la Iglesia, hasta que llegó Darby. Lewis Sperry Chafer, que es uno de los más renombrados teólogos dispensacionalistas, dice lo siguiente en su obra “El reino en su obra y en la profecía”: “La teología protestante ha enseñado generalmente que todas las promesas del reino, y aún el gran pacto davídico, se han cumplido en y a través de la Iglesia”, él reconoce que eso siempre fue así, por eso ellos se consideran a sí mismos como aquellos que han descubierto una nueva verdad que la Iglesia de Cristo no vio en siglos. Pero, eso es lo que la Iglesia de Cristo ha creído a través de las edades, que el pacto davídico y muchas de las promesas de Dios para Israel en el Antiguo testamento se están cumpliendo hoy en la Iglesia, que es el Israel espiritual de Dios.
Pero, a pesar de eso los dispensacionalistas insisten en que las promesas del Antiguo Testamento son única y exclusivamente para los descendientes físicos de Abraham, es decir, los judíos; más aún, nuestros hermanos dispensacionalistas dicen que la Iglesia no aparece en ninguna profecía del Antiguo Testamento, en ninguna. La Iglesia, según los dispensacionalistas, es un paréntesis que Dios introdujo en el programa del reino judío profetizado en el Antiguo Testamento, o sea, Dios está lidiando con Israel, llega el Mesías, es rechazado, entonces ¿Qué ocurre? Dios entra ahí un paréntesis que es la Iglesia, el plan de Dios para con los judíos queda suspendido, cuando llega la gran tribulación Dios saca a la Iglesia de aquí y el tic tac del reloj de Israel, como ellos mismos dicen, comienza a funcionar otra vez. Mientras tanto, en esta era de la Iglesia el reloj profético de Dios está suspendido, la Iglesia es un paréntesis y ninguna de las profecías del Antiguo Testamento, dicen ellos, se está cumpliendo en la Iglesia.
¿Qué dice el Nuevo Testamento al respecto? Como decía hace un momento, debemos interpretar las Escrituras literalmente, donde dice Israel no debemos leer Filistea, debemos leer Israel, ahora, ¿Cómo interpreta la Biblia ese nombre de Israel? Bueno, veamos lo que dice el Nuevo testamento, Romanos 2:26 a 29, ¿Es Israel únicamente ese pueblo físico, esa nación que desciende de Abraham?: “Si, pues, el incircunciso guardare las ordenanzas de la ley, ¿no será tenida su incircuncisión como circuncisión? Y el que físicamente es incircunciso, pero guarda perfectamente la ley, te condenará a ti, que con la letra de la ley y con la circuncisión eres transgresor de la ley. Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios”.
¿Hermanos, cuál es el ritual que marcaba a un judío y lo separaba de las otras naciones de la tierra? ¿Y qué dice Pablo en Colocenses 2? Que Cristo circuncidó nuestro corazón; por eso en Filipenses 3:3 el Apóstol Pablo dice: “Porque nosotros somos la circuncisión”, la que se hace no en la carne sino en el corazón. Aquella circuncisión carnal y física era un símbolo de lo que sería la verdadera  circuncisión que Cristo hace en los cristianos. Entonces, ¿Quiénes son los judíos? Nosotros somos los judíos, porque nosotros fuimos circuncidados en el corazón, Romanos 4:9 al 12, y este es para mí uno de mis textos favoritos en este libro al ver cómo Pablo aplicaba la teología del Antiguo Testamento; y alguien dirá: -Bueno, pero Pablo era inspirado por el Espíritu de Dios-, si, por supuesto que sí, pero todo lo que él escribió fue inspirado por el Espíritu de Dios, pero eso no elimina el estudio que Pablo mismo hizo de los textos bíblicos, la inspiración no hacía vagos a los autores inspirados, tenían que estudiar la Biblia, dice Pablo hablando de aquel a quien la bienaventuranza no inculpa de pecado: “¿Es, pues, esta bienaventuranza solamente para los de la circuncisión –Es decir, sólo para los judíos-, o también para los de la incircuncisión –Es decir, sólo para nosotros los gentiles-? Porque decimos que a Abraham le fue contada la fe por justicia.
Vayan al Génesis, no ahora, y busquen en la historia de Abraham para ver en qué momento Dios le dice a Abraham que su fe le es contada por justicia, se van a dar cuenta que cuando Dios le dice eso a Abraham, él todavía no estaba circuncidado, él era un incircunciso, y luego le dice que le dice que se circuncide, versículo 10: “¿Cómo, pues, le fue contada? ¿Estando en la circuncisión, o en la incircuncisión? No en la circuncisión, sino en la incircuncisión. Y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia; y padre de la circuncisión, para los que no solamente son de la circuncisión, sino que también siguen las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham antes de ser circuncidado”.
¿De quién es padre Abraham? De todos los gentiles que han creído en Cristo, aunque sean incircuncisos, y de todos los judíos, que también han creído; él es el padre de ellos, y por lo tanto, nosotros somos hijos de Abraham, y por lo tanto, nosotros somos herederos de todas las promesas grandiosas que Dios le dio a los descendientes de Abraham en el Antiguo Testamento, nosotros somos el Israel de Dios. Romanos 9, allí Pablo dice entre los versículos 2 y 4: “…tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne; que son israelitas”, y en el versículo 6: “No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos”, dice Pablo: -No piensen que por el simple hecho de pertenecer a esa nación ya son israelitas-.
Y para probar ese punto, otra vez, Pablo usa la historia del Antiguo Testamento. Dice que Abraham tuvo dos hijos: Isaac e Ismael, sin embargo, los dos no son herederos de la promesa en el mismo sentido, a pesar de que fueron hijos de Abraham, entonces dice, versículos 7 a 8: “…ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia. Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes”. Los que son hijos según la promesa son contados como descendientes.
Y el último texto para probar este punto; esto es importante porque la mayoría del pueblo evangelio a nuestro alrededor cree exactamente lo contrario de lo que estamos predicando hoy aquí; el impacto del dispensacionalismo ha sido tan grande que la mayoría del pueblo evangélico cree lo contrario a lo que nosotros creemos aquí. Muchos no saben, tristemente, que esa teoría dispensacional es algo relativamente nuevo, eso no es lo que la Iglesia de Jesucristo ha creído a través de los siglos. Ahora, debo aclarar que una doctrina no es veraz por ser antigua, como tampoco podemos decir que una doctrina es errónea por ser novedosa, una doctrina es correcta si es bíblica, sea antigua o nueva. Ahora, cuando ustedes escuchen que alguien descubrió algo que nadie vio en 19 siglos de cristianismo, pónganse en guardia porque probablemente sea incorrecta. Porque el Espíritu Santo está obrando en la Iglesia. Gálatas 3:13: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu –Ahora Pablo va a explicar cómo es eso-…Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo”.
Dios le dio a Abraham varias promesas: “Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”, Génesis 12:2 y 3, varias promesas, pero no solamente a él sino a su simiente; ahora Pablo se pregunta ¿Y quién es esa simiente? Dice él: Cristo, no los hijos físicos de Abraham, no, la simiente es Cristo.
Vamos a seguir leyendo el versículo 25 de Gálatas 3: “Pero venida la fe –Dice que la Ley fue un ayo que nos llevó a Cristo-, ya no estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje -descendencia- de Abraham sois, y herederos según la promesa”. ¿A quién fue dada la promesa? A Abraham y a su simiente, ¿Quién es su simiente? Cristo, ¿Y dónde estamos nosotros, Hermanos, por la fe? En Cristo, y por lo tanto somos esa simiente espiritual y herederos de Dios, según las promesas.
Por eso en el Nuevo Testamento se enseña, con toda claridad, que muchas de las promesas del Antiguo Testamento que prometían cosas a Israel, se están cumpliendo ahora en la Iglesia. Recuerden que antes decíamos que, según los dispensacionalistas, la Iglesia no aparece en las páginas del Antiguo Testamento, que ninguna profecía del Antiguo Testamento tiene que ver con la Iglesia, porque allí dice Israel y tienen que ser los descendientes físicos de Abraham.
¿Pero qué dice el Nuevo Testamento? Hechos 3: 24: “Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días”, y él está hablando aquí después de Pentecostés, cuando ya la Iglesia estaba funcionando y predicando, dice: “Y todos los profetas…han anunciado estos días”; ustedes todos aquí conocen lo que pasó cuando se inaugura la Iglesia en el día de Pentecostés, que el Espíritu Santo descendió, los Apóstoles y los discípulos comenzaron a hablar en otras lenguas, algunas personas que estaban allí dijeron en Hechos 2:14: -Estos están borrachos-, ¿Y qué dice el Apóstol Pedro? “Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día –Los judíos comienzan a contar el tiempo a partir de las seis de la mañana, la tercera hora eran las 9:00 de la mañana, y dice ¿Cómo van a estar tomando todavía, si son las 9:00 de la mañana? Hoy eso es posible, en aquella época es era inconcebible. ¿Cómo lo explica Pedro?-. Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas…”, y todavía los dispensacionalistas insisten en que esas profecías no se han cumplido, que ese texto dice que lo que pasó en Pentecostés es una ilustración de lo que profetizó Joel; pero eso no es lo que dice ahí, lo que dice es: -Esto es lo que profetizó Joel, esto que ustedes están viendo es un cumplimiento de lo que Joel profetizó-; y se está cumpliendo ahora en la Iglesia.
Hechos 15:2 al 18, aquí tenemos el concilio de Jerusalén, algunos estaban inquietos porque se predicara el evangelio a los gentiles, no entendían todavía lo que estaba pasando, y dice desde el versículo 12 al 18: “Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles. Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Varones hermanos, oídme. Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre. Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: Después de esto volveré Y reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; y repararé sus ruinas, y lo volveré a levantar, para que el resto de los hombres busque al Señor, y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos”. Si Pablo hubiera vivido en esta época hubiera dicho: -Esto no es un paréntesis en el programa de Dios-, esto es lo que Dios viene anunciando desde tiempos antiguos, que vendrá un momento en que las ramas silvestres serán injertadas en el buen olivo y las ramas naturales incrédulas serán desgajadas. ¿Qué es lo que ha pasado? Que en el pueblo de Dios los judíos, los descendientes físicos de Abraham que no creyeron, fueron cortados y ya no pertenecen al pueblo de Dios, y nosotros, que hemos nacido en San Juan de la Maguana, en Baní, en que-sé-yo-dónde y hemos creído en Cristo, hemos sido injertados en ese buen olivo y ahora nosotros somos el pueblo de Dios, eso es lo que ha pasado. Pueden leer en sus casas Jeremías 31:31 al 33 y compararlo con Hebreos 8:6 al 8 y 13, y van a ver que allí Jeremías profetiza un nuevo pacto para la casa de Israel. Por eso Cristo dice que: “…esa es la sangre del nuevo pacto que por vosotros es derramada”.
A la luz de todos estos textos podemos decir, con confianza, que el Nuevo Testamento contempla la Iglesia como el Israel espiritual de Dios, que ha llegado a su madurez, y en la cual están teniendo cumplimiento todas las antiguas promesas del Nuevo Testamento. Hemos usado demasiado tiempo para explicar grosso modo las creencias fundamentales del dispensacionalismo, pero esta era necesario para que ahora podamos entender por qué ellos interpretan la profecía de las 70 semanas, en el libro de Daniel, de la manera cómo lo hacen

INTERPRETACIÓN DISPENSACIONALISTA DE DANIEL 9

Daniel 9:24 al 27: “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador”.
Al igual que nosotros, los dispensacionalistas entienden que Daniel está profetizando aquí la aparición del Mesías en el escenario de Israel, 483 años después de la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén. Y aunque nosotros podemos diferir en ciertos detalles de tiempo, en esencia creemos lo mismo en cuanto a este tema. El problema surge por la premisa dispensacionalista de que las profecías concernientes a Israel sólo pueden cumplirse en la nación física que desciende de Abraham, con los cuales Dios, según ellos, Dios todavía tiene un plan independientemente de la Iglesia. Por eso es que los dispensacionalistas viven atentos a todas las noticias que salen en la prensa con respecto a Israel, porque ellos están esperando que esa nación vuelva a ser la nación de Dios. Y de hecho, en esta guerra con Irak hay mucha gente confundida con eso; y yo no digo esto por ser descendiente de palestinos, yo digo esto por ser bíblico: Israel ya no es la nación de Dios, ellos perdieron ese privilegio, y Dios ya no tiene ningún plan especial con Israel, en una forma especial, a diferencia de ninguna nación sobre la tierra. Nosotros debemos orar por Israel, debemos amar a los judíos, debemos procurar la salvación de ellos, pero ellos perdieron su privilegio. La Iglesia es el Israel espiritual de Dios, pero eso no es lo que nuestros Hermanos creen.
Ellos creen que en un futuro la Iglesia será arrebatada, el tic tac del reloj profético comenzará a correr otra vez, y Dios reanudará el plan que dejó en suspenso con respecto a Israel; y entonces, dicen ellos, se cumplirán estas setenta semanas de las que habla Daniel. Según ellos, 69 ya se cumplieron, pero falta una, ¿Cuál? La de la gran tribulación, que es cuando el tic tac del reloj comienza a correr de nuevo. Esa percepción que los dispensacionalistas hacen a priori los obliga a introducir un paréntesis entre la semana 69 y la semana 70, un paréntesis que lleva ya casi 2000 años. Eso, por supuesto, afecta considerablemente su interpretación del pasaje. Por ejemplo, Daniel 9:24 dice: “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad”, ¿Y qué va a pasar en esas 70 semanas? “…terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos”, estudiando ese pasaje vemos como Cristo cumple esas cosas, en esas 70 semanas. Si esas seis cosas ya se cumplieron todo el andamiaje dispensacional se destruye, ¿No es así? Ya las 70 semanas que estaban determinadas para Israel se cumplieron, y ellos ¿Qué hacen? Introducen un paréntesis en la mitad del versículo: “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad”, ellos dicen: Eso y se cumplió cuando Cristo muere en la cruz, pero: “…traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos”, no, eso se cumplirá en la tribulación, eso no se ha cumplido.
Hermanos, yo creo artificioso introducir ahí un paréntesis de 2000 años, porque él está diciendo simplemente que hay seis cosas allí, yo no veo ese paréntesis en ese texto. Ellos tienen que introducir eso para poder justificar allí el paréntesis de tiempo entre la semana 69 y la semana 70. Por otro lado, cuando dice en el versículo 26: “…se quitará la vida al Mesías, mas no por sí”, ellos sostienen que eso no ocurre en la semana 70, aunque si ocurre después de la semana 69, por el paréntesis que hemos mencionado ya.
En el mismo versículo 26 se habla del pueblo de un príncipe que ha de venir y que destruirá a Jerusalén, ¿Cómo lo interpretamos nosotros? Bueno, que ese príncipe Tito, General romano que en el año 70 destruye a Jerusalén, ¿Cómo lo interpretan ellos? Casi igual, ellos afirman que el pueblo son los romanos y la destrucción de la que se habla allí es la destrucción de Jerusalén en el año 70 d. de C., la que Tito llevó a cabo, pero ese príncipe para ellos no es Tito sino el anticristo; versículo 26: “Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario”, ellos sostienen que ese pueblo es Jerusalén, como nosotros creemos, y esa destrucción es la del año 70, como nosotros creemos, pero ese príncipe no es Tito, ese príncipe es el anticristo, el cual vendrá de ese pueblo que destruyó la ciudad y el santuario en el año 70. Es decir que el anticristo subirá del imperio romano, dicen los dispensacionalistas; eso les permite usar a ese anticristo futuro como el sujeto de la oración en el versículo 27: “Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda”, el Señor viene, se presenta públicamente en Israel 483 años después de que saliera la orden para edificar y restaurar a Jerusalén, tan como se profetiza aquí, y a la mitad de la semana el Señor muere y con su muerte hace cesar el sacrificio y la ofrenda. Ellos dicen que el que confirma el pacto con muchos y hace cesar el sacrificio es el anticristo, ese príncipe del que habla el versículo 26. Según ellos, la semana 70 va a comenzar con el arrebatamiento de la Iglesia; Dios saca a la Iglesia de este mundo, entonces Dios comienza a tratar de nuevo con Israel por siete años, allí surge el anticristo, el cual hace un pacto con los judíos prometiéndoles paz. En ese tiempo de paz los judíos reedifican el templo de Salomón en Jerusalén, comienzan a sacrificar otra vez, pero a la mitad de la semana, es decir a la mitad de la tribulación, a los tres años y medio, el anticristo rompe el pacto de paz, persigue a los judíos y hace cesar el sacrificio y la ofrenda.
Para nosotros las 70 semanas ya se cumplieron. Ellos dicen que son el futuro. ¿Cuáles problemas encontramos con esta interpretación dispensacionalista de texto? En primer lugar, que no hay necesidad de introducir ningún paréntesis de tiempo en el desglose de estas semanas. Como hemos visto ya estos 490 años que estaban determinados sobre Israel se dividen en tres períodos porque cada uno de ellos tiene características particulares, pero son períodos sucesivos, después de las primeras 7 semanas, 49 años, les siguen las 62, y luego les sigue la otra; este paréntesis tiene que ser introducido por nuestros hermanos para que encaje con su sistema, no porque el texto lo enseñe o lo sugiera. Yo repito, las seis cosas que el Mesías vino a hacer, y que se mencionan en el versículo 24, ya se cumplieron, y por lo tanto, las 70 semanas se cumplieron también.
Por otra parte, según el esquema dispensacionalista, como la semana 70 sólo tiene que ver con Israel, el arrebatamiento de la Iglesia sólo debe ocurrir antes del inicio de esa semana; eso quiere decir que la Iglesia nunca se topará con las actividades del anticristo, ¿Verdad que sí? Primero viene el arrebatamiento, surge el anticristo, hace un pacto…, eso no es lo que enseña la Biblia, claramente no es. 2 Tesalonicenses 2:1 al 3: “Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él –¿De qué está hablando Pablo allí? Del arrebatamiento de la Iglesia-, os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra –Algunas personas estaban diciendo que pablo enseñaba que ya esas cosas habían ocurrido y que el día del Señor estaba cerca-, en el sentido de que el día del Señor está cerca. Nadie os engañe en ninguna manera; porque –La venida del Señor y nuestra reunión con él- no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición”, Pablo está diciendo: -Hermanos, ustedes saben lo que yo les enseñé al respecto, eso no ha sucedido todavía, porque primero tiene que venir una apostasía general y tiene que manifestarse el anticristo, que es el hombre de pecado-, que de paso, los dispensacionalistas lo interpretan de igual modo que nosotros, o sea, que ellos creen que ese hombre de pecad es el anticristo, ¿Y qué dice Pablo aquí? Que eso no pasará y que el arrebatamiento de la Iglesia no pasará hasta que eso ocurra, y eso no h ocurrido todavía.
El arrebatamiento que se menciona en 1 Tesalonicenses 4:13, en 2 Tesalonicenses 2 y en Mateo 24:29 no ocurrirá antes de que aparezca el anticristo sino después, antes de que nuestro Señor Jesucristo venga en gloria. ¿Qué dicen nuestros Hermanos dispensacionalistas? Qué la Iglesia será arrebatada antes de la gran tribulación, ¿Qué dice el Señor en Mateo 24:29? “E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”, ¿Cuándo ocurre eso? Después de la tribulación de aquellos días.
Lo que pasa es que al ellos hacer esa diferencia entre Israel y la Iglesia, ellos dicen: Esos escogidos son solamente los judíos, la Iglesia hace rato que se fue. Pero eso no es lo que la Biblia enseña, como hemos enseñado.
¿Qué es lo que enseña Daniel 9:24 a 27? Allí se profetizan cuatro cosas: En primer lugar el regreso de los cautivos y la restauración de Jerusalén; en segundo lugar la aparición del Mesías en el escenario de Israel 483 años después de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén; en tercer lugar, el rechazo y la muerte del Mesías, lo que trae como resultado, en cuarto lugar, la destrucción de Jerusalén. Eso es lo que se profetiza aquí.
¿Cómo se cumplieron estas cosas? En ese lapso de tiempo de 490 años, en tres períodos de tiempo consecutivos, el primero de 7 semanas, 49 años, durante los cuales Jerusalén fue restaurada con su plaza y su muro en tiempos angustiosos, como dice el versículo 25; inmediatamente después comienza otro período de 434 años, que corresponden al período intertestamentario, al final de los cuales aparece el Mesías en el escenario público de Israel, cuando Juan el Bautista lo bautiza y Cristo comienza su ministerio. El tercer período de 7 años, a la mitad de los cuales el Mesías fue muerto. Los tres y medio años restantes probablemente corresponden al tiempo en que el evangelio se continuó predicando únicamente en los confines del territorio de Israel, o sea que Dios siguió trabajando con su pueblo, hasta que la persecución de los mismos judíos provoca que la Iglesia salga hacia fuera a compartir las buenas nuevas con los gentiles. El último evento mencionado en la profecía, la destrucción de Jerusalén, en el año 70 después de Cristo, aunque no ocurrió dentro de este período de tiempo de 490 años, se encuentra íntimamente relacionado con lo que ocurrió a la mitad de la semana 70, cuando Cristo fue crucificado. La destrucción de Jerusalén en el año 70 d. de C., fue un juicio de Dios sobre Israel por haber rechazado a su Mesías, como vemos claramente en Mateo 23:37 hasta Mateo 24:2.
Y de este modo concluimos el estudio de esta fascinante y extraordinaria profecía del Antiguo Testamento.
Una vez más reitero que no estaba en mi ánimo ofender a nadie con estas cosas; pero estamos llamados a proclamar con fidelidad todo el consejo de Dios, y eso conlleva combatir contra toda distorsión doctrinal. ¿Saben qué Hermanos? Toda distorsión doctrinal causa distorsión en la vida cristiana práctica.
Y yo quiero ilustrar una aplicación, precisamente, por esa distinción que el dispensacionalista hace entre Israel y la Iglesia, por eso no nos extrañe que del dispensacionalismo hayan surgido doctrinas como las del cristiano carnal, porque Cristo será rey de Israel, pero no rey de los cristianos. De hecho, Juan Carlos Ryrie, el dispensacionalista dice que: “…enseñar a las personas que someterse al señorío de Cristo es necesario para la salvación, es predicar otro evangelio”, que uno solamente es salvo por aceptar a Jesucristo en su corazón por la fe, aceptarlo como Señor es otra cosa, dice él. Eso no es lo que la Biblia enseña. Dios dio los Diez Mandamientos para enseñar a su pueblo su carácter santo, y Él nos redime de nuestros pecados para que podamos hacer ahora la voluntad de Dios. Esa distinción radical que hacen los dispensacionalistas hace daño en la vida cristiana práctica. No es quizás lo que ellos quieren hacer y hay dispensacionalistas mucho más piadosos que muchos reformados, en la práctica; yo no estoy diciendo que muchos de ellos son carnales, estoy diciendo, mis amados Hermanos, que esta doctrina promueve ese tipo de cosas, lo cual la Biblia no enseña.
Y digo esto para las personas que puedan decir: -¿Y para qué tanto enredar la mente con estas cosas?-, Es que estas cosas tienen repercusiones, distorsiones doctrinales y distorsiones en la vida cristiana.

Sugel Michelen

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