Ahora debo poner frente a ustedes el gran placer de andar con Dios y de fijarse diariamente en sus providencias.
Por este medio usted puede disfrutar un íntimo compañerismo con Dios día tras día.
El Salmo 104 es una meditación sobre las obras de la providencia. El salmista dice: “Dulce será mi meditación en El.” (vers.34) La comunión se compone de dos cosas: Primero, Dios dándose a conocer a nuestra alma; y segundo, nuestra alma respondiendo a Dios. El efecto de esta comunión se manifiesta en cuatro maneras:
1. Tal como con Jacob y los demás santos de los tiempos antiguos, llegamos a sentir que no merecemos la más mínima de las misericordias y la verdad que Dios nos ha mostrado. Somos llevados a decir: “Menor soy que todas las misericordias y que toda la verdad que has usado para con tu siervo.” (Gen.32:10)
2. Nuestro amor para con Dios se incrementa cuando recordamos sus misericordias. Cada hombre ama las misericordias de Dios, pero un santo, ama al Dios de las misericordias.
3. La comunión con Dios que es producida al meditar en sus providencias, hace que el alma mantenga una continua vigilancia para no pecar en contra de Dios.
4. La comunión, hace que sea fácil obedecer y servir al Señor. David y Josafat encontraron que esto es cierto. (Sal.116:12; 2 Cron.17:5-6)
Entonces, usted puede ver la maravillosa comunión que el alma puede tener con Dios estudiando sus providencias. ¡Oh que usted anduviera en esta manera con El! Cuando tales efectos como estos son producidos en su corazón, el Señor dirá: “¡Los favores con los cuales usted le he beneficiado, han sido bien otorgados!” Dios se regocijará de hacerle bien para siempre.
Una gran parte del placer en la vida cristiana proviene de considerar lo que Dios hace en la providencia:“Grandes son las obras de Jehová, Buscadas de todos los que las quieren.” (Sal.111:2) (La Biblia Revisión 1977 traduce la última frace como: “Dignas de meditarse por cuantos en ellas se complacen.”)
1. Mira como los diferentes aspectos del carácter de Dios trabajan juntos en la providencia. A veces puede parecer que se opongan entre sí, pero por fin siempre se encuentran. “La misericordia y la verdad se encontraron, la justicia y la paz se besaron.” (Sal.85:10) Estas palabras se refieren al regreso de Israel de la cautividad babilónica. La verdad y la justicia de Dios en la promesa hecha setenta años antes parecían muy lejos de la experiencia de misericordia y paz, la cual Israel encontró cuando salió de la cautividad. La promesa hecha tantos años antes y su cumplimiento setenta años después son descritas como dos amigas que ahora sonríen y se besan al encontrarse después de una larga ausencia. Cada vez que las promesas de Dios y los eventos que fueron prometidos se encuentran entre sí, son abrazados gozosamente por el pueblo creyente.
2. Frecuentemente al mirar las obras de la providencia, usted puede ver sus propias oraciones y esperanzas creciendo nuevamente como si se levantaran de los muertos. Dios retrasa la respuesta a nuestras oraciones y nosotros decimos: “Perecieron mis fuerzas y mi esperanza en Jehová.” (Lam.3:18) Pero ¡Cuán llenos de consuelo somos, cuando esas oraciones son contestadas, cuando habíamos perdido toda esperanza de recibir respuesta alguna a ellas! Las vidas de Job, Jacob y David muestran como es que a veces habían perdido toda esperanza de vida, pero después de la extraña e inesperada obra de la providencia, vivieron para ver recuperados su esperanza y su consuelo, como “si se hubieran levantado de los muertos”.
3. Cuán grandes bendiciones nos ha traído la providencia de aquellas cosas, las cuales pensamos que nos traerían la ruina o la miseria. José no se imaginaba que su venta como esclavo en Egipto resultaría en su beneficio; y sin embargo vivió para ver un propósito bueno en ello. (Gen.45:5) Cuántas veces hemos sido obligados a decir igual como David: “Bueno es haber sido afligido.” (Sal.119:71) Al principio, nuestra reacción ante los problemas es de suspiros y lágrimas; más tarde los vemos con gozo y bendecimos a Dios por ellos.
4. Cuán inmenso es el consuelo para una persona que ve nada más que mal en sí mismo, ver al mismo tiempo en cuanta estima le tiene Dios. Mientras que la providencia le cuida, esa persona ve que la bondad y la misericordia divinas le siguen todos los días de su vida. (Sal.23:6) Otros hombres buscan el bien y éste se aleja de ellos. Pero la bondad y la misericordia siguen al pueblo de Dios y ellos no pueden impedirlo, aunque a veces pecan y se desvían del camino recto. Ciertamente, el pueblo de Dios son su tesoro y “no apartará de los justos sus ojos”. (Job 36:7)
5. ¿Qué puede darnos más gozo y consuelo en este mundo que el conocimiento de que todas las cosas que nos suceden nos ayudan en nuestro camino hacia el cielo? No importa cuánto parezca que los vientos y la marea están en contra nuestra, no hay nada más cierto que el hecho de que nos llevan cada vez más cerca de Dios y nos hacen cada vez más aptos para la gloria.Estudiar lo que Dios hace en la providencia corregirá la incredulidad natural de nuestros corazones Hay una incredulidad natural en los mejores corazones, la cual es incrementada cuando pensamos equivocadamente acerca de las obras de la providencia. Somos tentados a decir igual que el salmista: “He aquí estos impíos, sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas.” (Sal.73:12) Pero si somos cuidadosos en observar la manera en que Dios castiga a los hombres malvados, algunos de ellos en este mundo y todos ellos en el mundo venidero, nuestra fe será confirmada plenamente.
Aquellas providencias las cuales muestran la sabiduría, el poder, el amor y la fidelidad de Dios en preservar y librar a su pueblo de todos sus peligros, temores y dificultades, son muy claras.
El Señor se manifiesta a su pueblo por medio de estas cosas. (Sal.94:1) Piense en sus propias experiencias y pregúntese ¿Quién suplió todas sus necesidades en los tiempos difíciles? ¿Acaso no fue el Señor? “Ha dado alimento a los que le temen; para siempre se acordará de su pacto.” (Sal.111:5) ¿Cómo es que usted ha sobrevivido a través de tantos peligros, enfermedades y accidentes? No hay duda alguna de que Dios estaba presente en todas estas cosas y solo por su cuidado usted ha sido preservado. La mano de Dios también se ve claramente en las respuestas a sus oraciones. “Busqué a Jehová, y él me oyó, y me libró de todos mis temores. Este pobre clamó, y le oyó Jehová, y lo libró de todas sus angustias.” (Sal.34:4 y 6) ¿No ha descubierto la mano de Dios guiando y dirigiendo sus caminos a fin de que bendiciones que usted nunca se imaginó le han sido otorgadas? Su pueblo le es muy querido a Dios, y El hace todas las cosas a favor de ellos. (Sal.57:2)
Llevar un registro de lo que la providencia ha hecho será un apoyo real en los tiempos difíciles en el futuro.
Es mucho más fácil para la fe viajar por un camino muy conocido que trazar un camino nuevo donde no puede ver ni un paso adelante. El acto de la fe cuando por primera vez confiamos en Cristo fue el más difícil. Todos los actos subsecuentes de la fe son hechos más fáciles por nuestras primeras experiencias. Cuando llegamos a un tiempo de problemas nuevos, es de gran ayuda poder decir: “Esta no es la primera vez que he estado en estas profundidades, y he salido con bien antes.” Cuando los discípulos no tuvieron pan, Cristo les tuvo que recordar de los milagros que el hizo anteriormente. (Mat.16:8-11) Les llamó hombres de “poca fe” porque deberían haber confiado en Dios después de haber sido testigos de su poder en el pasado. Hay dos maneras en que mostramos nuestra incredulidad: Primero, dudamos del poder de Dios y segundo, dudamos de su voluntad para ayudarnos. El pueblo de Israel pensó que algunas cosas le serían imposibles a Dios. ¿Podrá poner mesa en el desierto? ¿Podrá dar también pan? ¿Dispondrá carne para su pueblo? (Sal.78:19-20) Porque nosotros no vemos la forma en que el alivio vendrá, pensamos que no podemos esperar nada. Pero todos estos razonamientos de la incredulidad son vencidos si solo pensamos en nuestras anteriores experiencias. Dios nos ha ayudado, entonces puede ayudarnos ahora. Tiene el mismo poder y la misma capacidad que siempre ha tenido.
La incredulidad también cuestiona si Dios será misericordioso ahora aunque lo haya sido en el pasado. David y Pablo razonaron relacionando lo que Dios había hecho antes a lo que haría ahora. (1 Sam. 17:36; 2 Cor.1:10) ¿Cuál cuestionamiento puede haber ahora, después de tantas y continuas pruebas en el pasado de la bondad de Dios? La incredulidad pudiera decir: ¿Cómo puede una criatura tan mala y pecaminosa como yo, esperar que Dios haga tal o cual cosa para mí? Usted puede contestar: La misericordia de Dios me apareció primero, cuando era peor de lo que soy ahora; por lo tanto, aún esperaré que su bondad continúe conmigo, aunque no la merezca. “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.” (Rom.5:10)
Extracto del libro: el misterio de la Providencia, de John Flavel