Dios, nuestro apoyo en los pasados siglos,
nuestra Esperanza en años venideros,
nuestro Refugio en hórrida tormenta
y nuestro Hogar eterno.
Bajo la sombra de Tu excelso Trono,
en dulce paz Tus santos residieron;
Tu brazo sólo a defendernos basta,
y nuestro amparo es cierto.
«Por siempre con vosotros estoy», dices.
«Mis santos gozarán seguro puerto,
a aquel que es Mío nunca le abandono,
por quien Yo mismo he muerto».
En toda nuestra vida, en nuestra muerte,
en Tu promesa nuestra fe ponemos,
y nuestros hijos cantarán Tu Nombre
cuando ya estemos muertos.
Dios, nuestro apoyo en los pasados siglos,
nuestra esperanza en años venideros,
defensa nuestra sé Tú en esta vida,
y nuestro Hogar eterno.*