En BOLETÍN SEMANAL

Razón Nº 1

Porque cada día recibimos misericordias de la mano de Dios para la familia. Cada día nos colma de beneficios (Sal. 68:19). Cuando te despiertas por la mañana y encuentras que tu morada está segura, que no la ha consumido el fuego ni ha sido allanada por ladrones, ¿no es esto una misericordia de Dios para la familia? Cuando despiertas y no encuentras a nadie muerto en su cama, ni recibes malas noticias por la mañana, ¿no son estas y muchas otras bendiciones de Dios sobre la familia suficientes para que al levantarse llames a tu familia y todos juntos bendigáis a Dios por ello?

De haber sido de otro modo, [si] el amo o la ama de casa [estuvieran] muertos, o los niños, o los criados, ¿no diría el resto: “¿Habría sido una misericordia para todos nosotros si Dios lo hubiera dejado vivo a él, a ella, o a ellos?”. Si vuestras casas hubieran sido consumidas por las llamas y Dios os hubiera dejado a todos en la calle antes del amanecer, ¿no habríais dicho: “Habría sido una misericordia si Dios nos hubiera mantenido a salvo a nosotros y nuestra morada, y hubiéramos descansado, dormido y nos hubiéramos levantado a salvo?”. ¿Por qué no reconocen, señores, que las misericordias son misericordias hasta que Dios se las quita? Y si lo admiten, ¿no deberían alabar a diario a Dios? ¿Acaso no fue Él mismo quien vigilaba mientras dormíais y no podíais cuidar de vosotros mismos? “Si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia… Pues que a su amado dará Dios el sueño”(Sal. 127:1-2).

De la misma manera en que las familias reciben muchas misericordias durante la noche para que bendigan a Dios por la mañana, también tienen muchas otras durante el día para que puedan darle gracias, por la noche, antes de acostarse. Me parece que no deberían dormir tranquilamente hasta haber estado juntos, arrodillados, no vaya a ser que Dios diga: “Esta familia que no ha reconocido mi misericordia hacia ellos en este día ni me ha dado la gloria por esos beneficios con los que los he confortado, no volverá a ver la luz de otro día ni tendrá misericordias un día más por las que bendecirme”. ¿Qué ocurriría si Dios les dijera cuando ya están acostados en su cama: “¿Esta noche vendrán a pedir sus almas, a vosotros, que os habéis ido a la cama antes de alabarme por las misericordias que he tenido durante todo el día y antes de que oráseis pidiendo mi protección por la noche”? Pon atención: Aunque Dios es paciente, no lo provoques.

Razón Nº 2

Deberíais orar a Dios a diario con vuestras familias porque hay pecados que se cometen a diario en la familia. ¿Pecan juntos y no orarán juntos? ¿Y si fueran condenados todos juntos? ¿Acaso no comete cada miembro de su familia muchos pecados cada día? ¿Cuán grande es el número de todos ellos cuando se consideran o se contemplan juntos? ¡Cómo! ¿Tantos pecados cada día bajo el mismo techo, entre sus paredes, cometidos contra el glorioso y bendito Dios, y ni una sola oración? Un pecado debería lamentarse con un millar de lágrimas; pero no se ha derramado ni una sola, nadie ha llorado por nada, juntos en oración, ni por un millar de pecados. ¿Es esto arrepentirse cada día cuando no se confiesan los pecados a diario? ¿Quieres que Dios perdone todos los pecados de tu familia? ¡Contesta! ¿Sí o no? Si no quieres, Dios podría dejarte ir a la tumba y también al infierno con la culpa del pecado sobre sus almas. Si quieres que Dios perdone todos los pecados de tu familia, ¿no merece la pena pedir perdón? ¿Querrías y no lo suplicarías de las manos de Dios? ¿No juzgarías que un hombre justamente condenado, que aún pudiera tener vida solo con pedirla y no lo hiciera, merecería la muerte? ¿Cómo puedes acostarte tranquilamente y dormir con la culpa de tantos pecados sobre sus almas, sin haber orado para que sean borrados? ¿De qué está hecha tu almohada, que tu cabeza puede descansar sobre ella bajo el peso y la carga de tanta culpa? ¿Acaso es tu cama tan mullida o tu corazón tan duro que puedes descansar y dormir cuando a todos los pecados que se han cometido en el día se le añade por la noche, este otro de la omisión? Tómate en serio los pecados que a diario se cometen en tu familias y sentirás que hay una razón por la que deberíais orar a Dios juntos cada día.

Razón Nº 3

Deberías elevar tus plegarias a Dios en familia cada día porque son muchas las carencias que tienes a diario y nadie las puede suplir, sino Él. ¡Dios no necesita tus oraciones, pero tu y los tuyos necesitáis las misericordias que vienen de Él! Si deseas estas bendiciones ¿por qué no oras por ellas? ¿Puedes suplir las necesidades de tu familia? Si les falta salud, ¿acaso puedes dársela? Si no tienes pan, ¿puedes proporcionárselo, a menos que Dios lo provea? ¿Por qué, pues, nos dirigió Cristo a orar de la siguiente manera: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (Mt. 6:11)? Si estáis falto de gracia, ¿puedes obrarla en ellos? ¿O es que nos te importa que mueran sin ella? ¿No es Dios el Dador de toda cosa buena? “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces”(Stg. 1:17).

Las bendiciones son del cielo y las buenas dádivas vienen de lo alto; la oración es un medio señalado por Dios para hacerlas descender. “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios”  (Stg. 1:5). ¿Piensas que no necesitas sabiduría para realizar tus deberes hacia Dios y hacia el hombre, para guiar a las familias para su bien temporal, espiritual y eterno? Si es ésta tu convicción, eres un necio. Y si crees que no tienes necesidad de sabiduría, por esos mismos pensamientos puedes discernir tu falta de ella. Si crees que tienes suficiente, es evidente que no tienes ninguna. ¿Y no se la pedirás a Dios si quisieras tenerla? Si tu y los tuyos carecéis de salud, ¿no deberías pedírsela a Dios? ¿Puedes vivir sin depender de Él? ¿O puedes decir que no necesitas su ayuda para suplir tus necesidades? Si es así, te contradices y es que estar pasando necesidades y no ser seres dependientes es una contradicción. Pensar que no vives en dependencia de Dios es creer que no sois hombres ni criaturas. Y si en verdad dependes de Él y necesitas su ayuda para suplir tus necesidades, tu propia indigencia debería hacerte caer de rodillas para orar a Él.

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Extracto del libro “Una teología de la familia” escrito por Thomas Doolittle (1632 – 1707):  

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