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A Satanás se le llama “gobernador de las tinieblas de este siglo”. Por tanto, todos los que están en tinieblas se hallan bajo su gobierno por decreto divino. La Palabra nos dice que los pecadores son morada del propio diablo. ¿Recuerdas la historia del espíritu inmundo que determinó: “Volveré a mi casa de donde salí” (Mt. 12:44)? Es como si dijera: “He andado entre los santos de Dios, llamando a esta y aquella puerta, y nadie me deja entrar. Pero sé de uno que sí lo hará. Volveré a mi casa, donde seguramente tendré control total”. Y efectivamente, cuando vuelve la encuentra vacía y lista para ser disfrutada. Toda tendencia del alma se emplea para arreglar y disponer la casa para su dueño.

Los que están en tinieblas no tienen fuerzas para resistir a Satanás. Él gobierna al hombre entero, moldeando sus temores y distorsionando sus percepciones. Si este lee la Palabra, el diablo está listo con su propio comentario, retorciendo la verdad y convirtiéndola en un laberinto de mentiras. Si demuestra disgusto por el pecado, Satanás se lo hace ver con las lentes rosadas de la moda de su tiempo. Y aunque el pecador crea que ha avanzado mucho en entendimiento, la verdad es que sigue preso de muchos engaños. De hecho, Satanás le presta tan generosamente este o aquel instrumento de injusticia que, a menudo, lo considera un amigo en lugar de un amo cruel. Pero la persona no puede cortar la cuerda con que el diablo la mantiene atada al pecado, de la misma forma que un hacha no puede cortar árbol alguno si no hay leñador.

Pero existe una esperanza para todos: Cristo, el Buen Pastor, está con nosotros. Si clamas a Él, aunque tu clamor no sea más fuerte que el balido de un débil cordero, él lo oirá y vendrá a rescatarte enseguida.

Considera larga y detenidamente la condición deplorable de todos los que están en pecado. ¿Qué lengua puede expresar, o qué corazón concebir, la miseria de semejante estado? ¿Qué mayor abominación hay que los demonios desplieguen sus banderas en las almas humanas y contaminen el trono hecho para Dios? No hay pestilencia peor en la tierra que Satanás, el cual devora ansiosamente corazón y espíritu. Si él es tu dueño, no esperes nada por tu servicio más que fuego y tormento.

Mira hacia arriba antes de que sea tarde, y verás a Cristo enviado por Dios para recuperar su Trono y tu libertad. Si conocieras los privilegios de un siervo de Cristo, dirías que los únicos felices son aquellos que andan siempre con Él. Sus leyes no se escriben con la sangre de sus súbditos, como las de Satanás, sino con la suya propia. Todos sus mandamientos son actos de gracia. Tener su comisión es un privilegio, y contar con una tarea presente que te mantiene en su compañía es galardón suficiente por el servicio pasado.

Jesucristo es un príncipe a quien le encanta ver que su pueblo prospera y se enriquece bajo su gobierno. Pero la falsa propaganda de Satanás tiene amplia difusión entre los pecadores. De hecho, cuando Cristo llega para liberarlos, a veces se encogen de temor ante el mismo que les ha amado desde el principio.

Qué gran misterio, que las tristes almas atadas por las cadenas del deseo y condenadas, camino de la ejecución, rechacen la libertad en el Señor. Seguramente, al morir en sus pecados, no pueden esperar mejor resurrección que la muerte. Me temo que no creen que exista la resurrección y se suponen a salvo una vez en la tumba. Pero que sepan los pecadores que la tumba no los retendrá cuando Dios llame a sus prisioneros a declarar. La muerte no se pensó para que fuera el refugio de los pecadores, sino una prisión para retenerlos hasta el día del Juicio. ¡Cómo se sorprenderán entonces al ver que el Juez es el mismo a quien rechazaron aquí como Rey! ¡Renunciad al gobierno del diablo mientras queda tiempo! ¡Suplicad la misericordia y la gracia mientras aún estén disponibles! Si dejáis vuestras lágrimas para el otro mundo, no os servirán de nada.

Aviso: Cuidado con las tretas de Satanás

Antes hemos considerado algunas actividades del enemigo en contra de los cristianos. Miremos ahora las tareas que acomete para mantener a sus siervos pecadores sujetos a las leyes del pecado y de la muerte.

1) Satanás intercepta los mensajes de Dios para los perdidos. Entiende bien, amigo, que la reflexión es el primer paso hacia el arrepentimiento. Cuando Faraón observó que los pensamientos de los israelitas se volvían hacia Dios, supo que era una señal de peligro. Él suponía que podría estorbar la liberación espiritual de ellos aumentando su esclavitud física, de forma que aumentó su trabajo. Satanás hace lo mismo con sus esclavos, manteniéndolos demasiado ocupados como para pensar en el Cielo o en el Infierno. Nunca los deja, y siempre está activo para interceptar cualquier pensamiento de gracia, misericordia, paz o arrepentimiento enviado por el Espíritu Santo.

2) Satanás estorba a los mensajeros de Dios. Cuando Dios envió a Moisés para liberar a Israel, el diablo mandó a Janes y Jambres para resistirle (cf. Ex. 7:11; 2 Ti. 3:8). Cuando Pablo predicaba la verdad al procónsul, Elimas le respondió con mentiras (Hch. 13:8). Satanás tiene espías en todas partes, vigilando las actividades de los cristianos. Cuando Dios envía a sus hijos con un mensaje de misericordia para algún pecador, esos espías corren para llegar antes y estorbarlos.

Pecador, cuídate especialmente de amigos y parientes carnales cuando te inclinas a seguir a Cristo. Decide que si aun tus propios hijos se aferran a tus pies para sujetarte, los echarás de tu lado. Y si tu padre y tu madre se echan delante de ti, pasarás sobre sus espaldas, si hace falta, para llegar a Cristo. Que los que quieran se burlen de tu fe. ¿Qué vale el Cielo si no puedes pasar algo de vergüenza por su causa? Si escupen en tu cara, Cristo te la limpiará. Pueden burlarse de ti ahora, pero no lo harán después: el final ya está declarado, y te encuentras en el lado del Vencedor.

3) Satanás distrae a los pecadores con demoras. Al diablo no le preocupan los pensamientos pasajeros acerca del arrepentimiento. Supongo que hay muchos en el Infierno que en alguna ocasión pensaron en arrepentirse, pero Satanás siempre fue capaz de distraerlos con asuntos más urgentes. Pecador, si piensas escapar alguna vez, corre por tu vida: lejos del diablo, de tus deseos, de tus placeres presentes si son obra de Satanás. El diablo dice: “Mañana”; Dios dice: “Hoy”. ¿A quién vas a obedecer?

4) Satanás propone un compromiso. Cuando la conciencia del pecador sigue revuelta a pesar de todo el esfuerzo diabólico, Satanás está dispuesto a ceder en cosas pequeñas. El Faraón por fin decidió dejar que los israelitas fueran al desierto para ofrecer sacrificio, pero insistió: “Con tal que no vayáis más lejos” (Ex. 8:28). Así que un pecador puede orar, oír la Palabra o hacer alguna especie de profesión de fe, con tal que no se aleje mucho de sus pecados. Pero Cristo tiene que ser Rey de todo tu corazón, o no será Rey. Igual que Moisés declaró que no quedaría atrás “ni una pezuña” cuando los israelitas abandonaran Egipto (Ex. 10:26), el pecador debe despedirse para siempre de su pecado, sin dejar nada que sea ocasión para una visita de retorno.

La libertad está a tu puerta si clamas a Cristo. El que escuchó el clamor de Israel en Egipto también te oirá a ti, y acudirá enseguida a rescatar tu alma prisionera. ¡No lo dudes! Aunque Él es Príncipe de todos, te escoge a ti para que te unas a su iglesia que es su esposa: “Porque tu marido es tu Hacedor […]; y tu Redentor, el Santo de Israel” (Is. 54:5). Pero debes salir de Egipto antes de la boda. ¿Qué tiene Satanás para ofrecerte que se compare con esto?

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Extracto del libro: “El cristiano con toda la armadura de Dios” de William Gurnall

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