En BOLETÍN SEMANAL

Cada padre tiene que cuidar de las almas que le corresponden. Es profeta, rey y sacerdote de su propia casa y de estos cargos surgirá su deber.

En primer lugar, es profeta para enseñar e instruir a su familia. A las esposas se les pide que aprendan de su marido, en el hogar (1 Cor. 14:35); por tanto, no cabe duda de que ellos han de enseñarles en casa. A los padres se les ordena que instruyan a sus hijos: “Y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa” (Dt. 11:19). “Criadlos en disciplina y amonestación del Señor” (Ef. 6:4). Ahora bien, existe una enseñanza y exhortación que se lleva a cabo mediante la oración que se eleva a Dios y por medio de las alabanzas a Él, y también cuando enseñamos a nuestros hijos: “Enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales” (Col. 3:16). El que el padre ore con su familia, enseñará a cada miembro de ésta a orar cuando esté a solas. Las confesiones que él haga, las peticiones que eleve y las misericordias que reconozca en su deber familiar son un medio excelente para proporcionarles la materia para su devoción. ¿Cómo puede ser que muchos… hijos, al convertirse ellos mismos como cabezas de familia, son tan incapaces de ser el portavoz de los miembros de ésta delante de Dios en oración? Esto se debe, sin lugar a duda, a que ellos vivieron [durante su infancia] en familias que no oraban y se mantuvieron en la ignorancia de este deber…

Asimismo, el padre es rey en su hogar para gobernar a su familia en el temor de Dios… Con Josué, debe declarar: “Yo y mi casa serviremos a Jehová” (Jos. 24:15). ¿Acaso no sería pecado que un príncipe no estableciera la adoración pública a Dios, aunque le sirva en su palacio? Desde luego que sí; por tanto, también es un pecado que el padre no haga lo mismo en su hogar, aunque también ore en su cuarto privado.

En último lugar, es sacerdote en su propia casa y, donde hay un sacerdote, debe haber sacrificio. ¿Qué sacrificio [hay] entre los cristianos, sino los sacrificios espirituales de la oración y la acción de gracias? Así, cuando David acabó con las ordenanzas públicas se marchó a su casa para llevar a cabo su deber privado con su familia. “[Entonces] David se volvió para bendecir su casa” (1 Cr. 16:43), es decir, regresó para adorar a Dios en privado con ellos y suplicar la bendición divina sobre ellos.

Tomado de The Christian in Complete Armor (El cristiano vestido de toda la armadura), The Banner of Truth Trust, www.banneroftruth.org.

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William Gurnall (1616-1679): Ministro y autor puritano y anglicano, nació en la parroquia de St. Margaret, en King’s Lynn, Norfolk, Inglaterra.

Un padre puede dar las mejores instrucciones, pero si no utiliza la disciplina para eliminar los malos temperamentos, corregir los malos hábitos y reprimir la corrupción desvergonzada, entonces no se puede esperar nada excelente [de él]. Podrá ser un buen profeta y un buen sacerdote, pero si también no es un buen rey, entonces todo lo demás es en vano.

                                                                                    — John Angell James

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