La entrada del pecado en el mundo hizo necesaria esta revelación especial. La visión de la mano de Dios, que hasta entonces se había revelado en la naturaleza, fue oscurecida y corrompida. El hombre quedó muerto espiritualmente, sujeto al error y a la incredulidad. Aun ahora su ceguera y perversión le impiden interpretar correctamente los vestigios que quedan de la revelación original, y se halla incapacitado totalmente para comprender cualquier revelación divina posterior. Era pues necesario que Dios re-interpretara las verdades de la naturaleza, proveyera una nueva revelación de Su redención e iluminara la mente humana y la redimiera del poder del error.
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