Al igual que otros grandes siervos de Dios, McCheyne tenía una clara conciencia de la radical seriedad del pecado. La comprensión clara de la condición pecadora del hombre era para McCheyne requisito impresdindible para hacer sentir al corazón la necesidad de Cristo como único Salvador, y también experiencia necesaria para una vida de santidad. Su diario da testimonio de lo severo que era en el juicio que de sí mismo se hacía. "Señor, si ninguna otra cosa podrá librarme de mis pecados, a no ser el dolor y las pruebas, envíamelas, Señor, para que pueda ser librado de mis miembros cargados de carnalidad
Descargar archivo