La Biblia ya no ocupa el legítimo lugar que le corresponde en nuestros colegios y universidades; la oración familiar es un hábito perdido; nuestro Señor Jesucristo, el Unigénito Hijo del Dios viviente, es desacreditado y deshonrado precisamente en casa de aquellos que profesan ser sus amigos; el testimonio de la iglesia está desapareciendo de la tierra; no se obedece el llamado a Laodicea para el arrepentimiento; ...
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