En BOLETÍN SEMANAL
Dice el salmista: ​"Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré"; es decir, la he buscado y no dejaré de buscar a Dios en demanda de ella. Cuando Dios sostiene esta actitud en el corazón, es señal de que oye y responderá; pues ya conocéis por la parábola, que el juez injusto atendió a la viuda impertinente. Cuando Dios pone importunidad en el corazón, es que se propone oír.

Después de haber orado, observa lo que Dios obra en tu caso.

Primeramente conviene que te fijes en cómo dirige tus pies después de la oración; esto es muy importante. Lo que era espíritu de oración en un hombre mientras rogaba, permanece en él más tarde como espíritu de obediencia; la dependencia en que está con respecto a Dios a causa del beneficio que busca es un motivo y un medio especial para mantenerle temeroso de ofender y diligente en el obrar; para inducirle a considerar sus caminos, a andar y comportarse como conviene a un postulante después de presentarse a orar como tal. David se regía por este principio: «Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría oído» (Salmo 66:18), reflexión que servía para sojuzgar al pecado, sin la cual un hombre provoca a Dios, retrocede y peca, perdiendo así el terreno que había ganado al orar. Por lo cual David (Salmo 143:7-10), cuando tiene que orar como si en ello le fuera la vida, ruega a Dios especialmente que le guíe y le guarde, para no pecar contra Él; pues sabía que pecando desvirtuaría y echaría a perder todas sus oraciones. No solamente dice: «Respóndeme presto», sino también » hazme saber el camino por donde ande, enséñame a hacer tu voluntad». Ora especialmente pidiendo esto más que su liberación, pues sabía que, de lo contrario, Dios no le oiría. Por consiguiente, tú, cuando establezcas pacto con Dios para obtener algún beneficio, observa si Él, después de la oración, te sostiene en una disposición espiritual más obediente. Si es así, es señal de que se propone responderte, y de que guardará tus pasos. Cuando Dios se propuso dar el reino a David, le guardó en tal inocencia y ternura de corazón, que le dolía «cortar la orilla del manto de Saúl»; aunque más tarde no fue tan benigno. Así pues, en el Salmo 18, cuando fue librado de todos sus enemigos, dice que Dios le pagó conforme a su justicia, porque se había cuidado de su maldad. Véase también el Salmo 27:11.

En segundo lugar: Cuando Dios, después de la oración fortalece el corazón, cabe esperar la respuesta.
En el Salmo 27:14, David, habiendo orado, dice a su alma: «Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón». Los hombres honestos, cuando alimentan la expectación de alguno que depende de ellos, que aguarda y es servicial a causa de las esperanzas que tiene puestas en alguna petición, no suelen denegársela; fuera en ellos falta de honestidad tener a un hombre esperando y luego frustrar sus esperanzas. Por tanto, si Dios, después de que has orado, mantiene tu alma en esta disposición de dependencia, espera de Él una buena respuesta. Ciertamente, cuando uno ha orado largo tiempo, al fin empieza a esperar más que a orar, por decirlo así (aunque siga orando); porque ahora espera que Dios actúe. Al principio, decía a Dios lo que deseaba, mas ahora puede decirle con cierta confianza que lo espera y cuenta con ello. La esperanza de un hombre piadoso y su expectación agraviarían a Dios si no fueran cumplidas, por lo cual, en ese caso, la respuesta suele llegar.
Por esto hay dos cosas unidas en el Salmo 37:34: «Espera en Jehová, Y GUARDA SU CAMINO, y Él te ensalzará «.

Thomas Goodwin

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