En BOLETÍN SEMANAL
Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia. Esta Bienaventuranza sigue a la de los pacificadores. En un sentido es así porque el cristiano es pacificador y por ello es perseguido. ¡Cuánto nos hace pensar  en el carácter de la vida cristiana!   'Bienaventurados los pacificadores,' y 'Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia.' Si el cristiano es pacificador será perseguido por causa de la justicia.

​  ‘Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia.’ Se suele opinar que los versículos 11 y 12 son una especie de explicación de esta Bienaventuranza, y quizá una aplicación para los discípulos en particular de la verdad y mensaje que contiene. En otras palabras, nuestro Señor ha concluido el retrato general de las  características del cristiano con el versículo 10, y luego aplica la última afirmación en especial a los discípulos.

Al principio, esta Bienaventuranza parece distinta de las otras en cuanto que no es tanto una descripción positiva del cristiano cuanto indicación de lo que es probable que suceda como consecuencia de lo precedente y porque el cristiano es lo que hemos visto que es. Con todo en última instancia no es diferente porque es una descripción del cristiano. Es perseguido porque es una cierta clase de persona y porque actúa de una cierta forma. La mejor manera de expresarlo, por tanto, sería decir que, mientras las otras contienen una descripción directa, ésta es indirecta. ‘Esto os va a suceder por ser cristianos,’ dice Cristo.

Pero es interesante observar que esta Bienaventuranza concreta sigue de inmediato a la mención de los pacificadores. En un sentido es así porque el cristiano es pacificador y por ello es perseguido. ¡Cuánto nos hace penetrar esto en el carácter y vida de la vida cristiana! No creo que se encuentre nunca expresadas mejor y con más exactitud las doctrinas bíblicas del pecado y del mundo que en estas dos Bienaventuranzas: ‘Bienaventurados los pacificadores,’ y ‘Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia.’ Si el cristiano es pacificador le sucede esto.

Otro punto preliminar de interés es que la promesa vinculada a esta Bienaventuranza es la misma que se vincula a la primera, ‘porque de ellos es el reino de los cielos.’ Es, si se quiere, una prueba más del hecho de que ésta es la última Bienaventuranza. Se comienza con el reino de los cielos y se concluye con él. Desde luego que no es cierto que las otras bendiciones que van vinculadas a las otras bienaventuranzas no les pertenezcan a los que están en el reino de los cielos, ni que no obtengan bendiciones.

Todos consiguen; pero nuestro Señor comenzó y concluyó con esta promesa específica para dejar bien grabado en sus oyentes que lo importante es pertenecer al reino de los cielos. Como hemos visto, los judíos tenían una idea falsa del reino. ‘Pero’, dice nuestro Señor, ‘yo no hablo de esta clase de reino. Lo importante es que se den cuenta de qué es mi reino y que sepan cómo pueden llegar a ser miembros del mismo.’

Por esto comienza y acaba con eso. Por encima de todas esas  bendiciones especiales que recibimos, y que recibiremos en medida más abundante y plena, lo mayor es ser ciudadano del reino de los cielos y con ello pertenecer al reino espiritual.

También aquí tenemos derecho a decir que nos encontramos ante una de las pruebas más penetrantes que se nos pueden presentar. Que nadie imagine que esta Bienaventuranza sea como una especie de apéndice de las demás. A su manera, es una descripción tan positiva como cualquiera de las anteriores, aunque sea indirecta; es una de las más penetrantes de todas. ‘Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia.’ Qué afirmación tan sorprendente e inesperada. Pero recuerden que forma parte de la descripción del cristiano al igual que lo es el ser de corazón limpio, el ser pacificador y el ser misericordioso. Es una de las características del cristiano, como voy a explicarles, y por esto es una de las pruebas más penetrantes a las que podemos someternos. Todas estas Bienaventuranzas han sido penetrantes, pero en cierto modo esta lo es todavía más. Pero me apresuro a decir que quizá no hay otra Bienaventuranza con la que haya que tener más cuidado, que se preste más a malos entendidos y malas interpretaciones.

 No hay sin duda otra Bienaventuranza que haya sido mal entendida y mal aplicada con más frecuencia. Por ello debemos estudiarla con gran cautela y cuidado. Es una afirmación vital, una parte esencial e integral de la enseñanza del Nuevo Testamento. La encontrarán en los Evangelios y Cartas. Es más, podemos hasta decir que es uno de los mensajes característicos mayores de toda la Biblia, que conlleva consecuencias inevitables. Sugiero, pues, que lo más importante es poner de relieve la expresión ‘por causa de la justicia.’ No dice tan sólo, ‘bienaventurados los que padecen persecución,’ sino ‘bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia.’

Estoy seguro de que no necesito dedicar tiempo a hacer notar lo oportuno que es esta afirmación para los cristianos de nuestro tiempo sea cual fuere el país donde vivan.

Hoy hay más persecución de cristianos, dirían algunos, que la que ha habido desde los primeros siglos del cristianismo. Ha habido otros períodos de persecución en la historia de la Iglesia, pero de ordinario han sido locales. Ahora, sin embargo, la persecución se ha extendido por todo el mundo. Hay cristianos que son perseguidos con saña en muchos países en este preciso momento, y quizá se podría decir con motivo que este versículo es el más importante en su vida y en la mía. Hay tantos indicios de que la Iglesia se halla frente a esa prueba violenta de la que habla el apóstol Pedro. El apóstol, desde luego, pensaba sobre todo en las pruebas que iban a llegar en su propio tiempo. Pero quizá en este país, al parecer seguro y tranquilo, lleguemos a experimentar algo de las pruebas tremendas de la aflicción y persecución. Procuremos, pues, entender bien este versículo y saber con exactitud lo que dice.
Para ello comenzamos con consideraciones negativas. No dice, ‘Bienaventurados los que son perseguidos porque son reprensibles.’ No dice, ‘Bienaventurados los que lo pasan mal en su vida cristiana porque tienen dificultades.’ No dice, ‘Bienaventurados los que son perseguidos como cristianos por qué carecen de sabiduría y son realmente necios en lo que consideran como su testimonio.’ No es así. No hace falta extenderse en esto, pero a menudo hemos conocido a cristianos que sufren persecuciones leves sólo debido a su necedad, por algo que hay en ellos o en lo que hacen. Pero la promesa no se a-plica a esas personas. Es por causa de la justicia. Aclaremos bien esto.

Podemos atraer sufrimientos sin fin sobre nosotros, podemos crearnos dificultades innecesarias, por tener alguna idea falsa y necia acerca del dar testimonio, o porque, por creernos justos, buscamos en cierto modo los inconvenientes. En estos asuntos somos a menudo muy necios. No acabamos de comprender la diferencia que existe entre prejuicio y principio; y no acabamos de comprender la diferencia que hay entre ofender, en un sentido natural, a causa de nuestro temperamento o manera de ser, y ofender por ser justos.

Todavía otra consideración negativa. No se nos dice, ‘Bienaventurados los que padecen persecución porque son fanáticos.’ Tampoco dice, ‘Bienaventurados los que son perseguidos porque son demasiado celosos.’ El fanatismo puede conducir a la persecución; pero nunca se recomienda el fanatismo en el Nuevo Testamento. En la vida espiritual y cristiana nos vienen muchas tentaciones. Algunos, incluso durante los cultos, creen que deben decir ‘Amén’ en una forma determinada, o que deben repetirlo mucho. Piensan que ello es señal de espiritualidad, y por ello se vuelven a veces molestos para los demás y con ello se crean problemas. En la Escritura no se recomienda eso; es una noción falsa del culto. El espíritu de fanatismo a menudo ha conducido también a la gente a dificultades serias. Recuerdo que en cierta ocasión un hombre atrajo sobre sí y sobre su esposa muchos sufrimientos a causa de su celo. Era excesivamente celoso, y no tenía en cuenta algunos de los consejos que nuestro Señor mismo dio, precisamente por tener tanta ansia de dar testimonio. Tengamos cuidado en no atraernos sufrimientos innecesarios. Hemos de ser ‘prudentes como serpientes, y sencillos como palomas.’ Dios no quiera que ninguno de nosotros tenga que sufrir por haber olvidado esto. En otras palabras, no se nos dice, ‘Bienaventurados los que son perseguidos por hacer algo mal,’ o por andar equivocados en algo. Recordarán cómo Pedro, en su sabiduría, lo expresó, ‘ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor.’ Advirtamos, también, lo que puso en la misma categoría que los homicidas, ladrones y malhechores y demás — o por entremeterse en lo ajeno (ver 1 P. 4:15).

Extracto del libro: El sermón dle monte» del Dr. Martyn Lloyd-Jones

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