1. Los cuerpos de los hombres vuelven al polvo después de la muerte y ven la corrupción,1 pero sus almas (que ni mueren ni duermen), teniendo una subsistencia inmortal, vuelven inmediatamente a Dios que las dio.2 Las almas de los justos, siendo entonces hechas perfectas en santidad, son recibidas en el Paraíso donde están con Cristo, y contemplan la faz de Dios en luz y gloria, esperando la plena redención de sus cuerpos.3 Las almas de los malvados son arrojadas al infierno, donde permanecen atormentadas y envueltas en densas tinieblas, reservadas para el juicio del gran día.4 Fuera de estos dos lugares para las almas separadas de sus cuerpos, la Escritura no reconoce ningún otro.
1) Gn. 2:17; 3:19; Hch. 13:36; Ro. 5:12-21; 1 Co. 15:22
2) Gn. 2:7; Stg. 2:26; Mt. 10:28; Ec. 12:7
3) Sal. 23:6; 1 R. 8:27-49; Is. 63:15; 66:1; Lc. 23:43; Hch. 1:9-11; 3:21; 2 Co. 5:6-8; 12:2-4; Ef. 4:10; Fil. 1:21-23; He. 1:3; 4:14,15; 6:20; 8:1; 9:24; 12:23; Ap. 6:9-11; 14:13; 20:4-6
4) Lc. 16:22-26; Hch. 1:25; 1 P. 3:19; 2 P. 2:9
2. Los santos que se encuentren vivos en el último día no dormirán, sino que serán transformados,1 y todos los muertos serán resucitados2 con sus mismos cuerpos, y no con otros,3 aunque con diferentes cualidades,4 y éstos serán unidos otra vez a sus almas para siempre.5
1) 1 Co. 15:50-53; 2 Co. 5:1-4; 1 Ts. 4:17
2) Dn. 12:2; Jn. 5:28,29; Hch. 24:15
3) Job 19:26,27; Jn. 5:28,29; 1 Co. 15:35-38,42-44
4) 1 Co. 15:42-44,52-54
5) Dn. 12:2; Mt. 25:46
3. Los cuerpos de los injustos, por el poder de Cristo, serán resucitados para deshonra;1 los cuerpos de los justos, por su Espíritu,2 para honra,3 y serán hechos entonces semejantes al cuerpo glorioso de Cristo.4
1) Dn. 12:2; Jn. 5:28,29
2) Ro. 8:1,11; 1 Co. 15:45; Gá. 6:8
3) 1 Co. 15:42-49
4) Ro. 8:17,29,30; 1 Co. 15:20-23,48,49; Fil., 3:21; Col. 1:18; 3:4; 1 Jn. 3:2; Ap. 1:5
Confesión de Fe de Londres de 1689
- Introducción
- Cap. I - Las Santas Escrituras
- Cap. II - Dios y la Santa Trinidad
- Cap. III - El decreto eterno de Dios
- Cap. IV - La Creación
- Cap. V - La Providencia
- Cap VI. - La caída del hombre, el pecado y su castigo
- Cap. VII - El Pacto de Dios
- Cap. VIII - Cristo el Mediador
- Cap. IX - El Libre Albedrío
- Cap. X - El llamamiento eficaz
- Cap. XI - La justificación
- Cap. XII - La adopción
- Cap. XIII - La santificación
- Cap. XIV - La fe salvadora
- Cap. XV - Arrepentimiento para vida y salvación
- Cap. XVI - Las buenas obras
- Cap. XVII - La perseverancia de los santos
- Cap. XVIII - La seguridad de la gracia y de la salvación
- Cap. XIX - La ley de Dios
- Cap. XX - El evangelio y el alcance de su gracia
- Cap. XXI - La libertad cristiana y la libertad de conciencia
- Cap. XXII - La adoración religiosa y el día de reposo
- Cap. XXIII - Juramentos legales y votos
- Cap. XXIV - El gobierno civil
- Cap. XXV - El matrimonio
- Cap. XXVI - La iglesia
- Cap. XXVII - La comunión de los santos
- Cap. XXVIII - El bautismo y la cena del Señor
- Cap. XXIX - El bautismo
- Cap. XXX - La cena del Señor
- Cap. XXXI - El estado del hombre después de la muerte y la resurrección de los muertos
- Cap. XXXII - El juicio final