En BIBLIOTECA
​No sé si será posible detenerse mucho en ponderar la utilidad de esta Epístola. Por un lado temo que mis alabanzas, lejos de aumentar su grandeza, no consigan sino disminuirla. Por otro, ella se explica desde el principio y se da a conocer más claramente de cuanto pudiera decirse con palabras. Será, pues, mejor hablar de su argumento, por el cual se verá inmediatamente y sin dificultad que, aparte de otros muchos valores especiales en ella contenidos, tiene uno, sobre todo, muy peculiar y particular, jamás lo
suficientemente apreciado y estimado: el de que quien alcance a comprenderla habrá hallado en ella la puerta abierta para penetrar hasta el más oculto tesoro de la Escritura.
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