En BOLETÍN SEMANAL

Antes de girar al lado positivo de nuestro estudio, fue necesario exponer y denunciar esa enseñanza que insiste en que hay muchas cosas en la Biblia que no tienen una aplicación para nosotros. Tal enseñanza es un manejo imprudente e irreverente de la Palabra, que ha producido las más malignas consecuencias en los corazones y vidas de muchos, entre las que de manera no menor se haya la promoción de un espíritu farisaico de superioridad. Consciente o inconscientemente, los dispensacionalistas están, en realidad, repitiendo el pecado de Joacim, quien mutiló la Palabra de Dios con su cortapluma (Jer 36:23). En vez de “abrir las Escrituras,” están inclinados a cerrar la mayor parte de ellas privándosela al pueblo de Dios en estos tiempos. Están tan comprometidos en llevar adelante la obra del diablo, como lo están los Mayores Críticos quienes, con sus cuchillos de disección, están erróneamente “dividiendo la palabra de verdad” (II Ti 2:15). Están procurando forzar una piedra por las gargantas de aquellos que piden pan. Estás son de hecho acusaciones realmente solemnes y severas, pero no más de lo que el caso exige. Somos conscientes de que las mismas serán inaceptables para algunos de nuestros lectores; pero la medicina, aunque a veces necesaria, raramente es sabrosa. 

En vez de estar comprometidos en la impía obra de poner una parte de las Escrituras contra la otra, estos hombres estarían mucho mejor empleados mostrando la perfecta unidad de la Biblia y la bendita armonía que existe entre todas sus enseñanzas. Pero en lugar de demostrar la concordancia entre ambos Testamentos, están más preocupados en sus esfuerzos para demostrar la discordancia que dicen haber entre aquello que pertenece a la “Dispensación de la Ley” y aquello que esta abarcado bajo la “Dispensación de la Gracia” – y en orden de cumplir sus perversos designios todos los principios sanos de exégesis[1] son arrojados al viento. Como muestra de lo que hemos estado aludiendo, por ejemplo, ellos citan: “ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie” (Éxodo 21:24), y entonces en contra de ello citan, “Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra” (Mateo 5:39). Luego es exultantemente aseverado que esos dos pasajes solo pueden “reconciliarse” si se los asignamos a diferentes pueblos en edades distintas. Con tal superfluo manejo de las Sagradas Escrituras, miles de almas crédulas (ingenuas) son engañadas, y otras miles más se dejan a sí mismas desconcertadas.

Si aquellos que poseen una Biblia Scofield fueran a Éxodo 21:24, verían que en el margen opuesto el editor remite a sus lectores a Levítico 24:20; Deuteronomio 19:21, y cf. Mateo 5:28-44; y I Pedro 2:19-21; sobre los cuales aparece este breve comentario: “La disposición en Éxodo es la ley y el justo; los pasajes del Nuevo Testamento, la gracia y el misericordioso.” Cuán lejos estaba el Sr. Scofield de ser consistente consigo mismo ya que puede apreciarse por una referencia que él mismo hizo en la página 989, en el comienzo del Nuevo Testamento sobre los Cuatro Evangelios, donde expresamente afirma, “El sermón del monte es Ley, no gracia”: verdaderamente “las piernas del cojo no son iguales.” En su nota marginal de Éxodo 21:24, Scofield cita a Mateo 5:38-48, como “gracia,” mientras que en su introducción a los Cuatro Evangelios declara que Mateo 5-7 “es ley, y no gracia.” ¿Cuál de esas dos afirmaciones deseaba que sus lectores creyeran?

La Interpretación Correcta

Aun así podría surgir la pregunta, “¿Cómo vas a reconciliar Éxodo 21:24 con Mateo 5:38-44?” Nuestra respuesta es, no hay nada que “reconciliar” entre ellos, pues no hay cosa alguna que los enfrente. El primer pasaje es uno de los estatutos designados para que los magistrados públicos lo hagan cumplir, mientras que el último establece reglas para que personas en particular vivan por ellas. ¿Por qué aquellos que se titulan a sí mismos como los que “dividen correctamente” las Escrituras y las distribuyen adecuadamente, no distinguen entre las diferentes clases a las que está dirigida? Qué Éxodo 21:24 contiene estatutos (principios) para que los magistrados públicos los hagan cumplir queda claramente establecido por medio de comparar las Escritura consigo misma. En Deuteronomio 19:21, la misma medida está nuevamente registrada, y si el lector se vuelve al versículo 18, entonces leerá, “Y los jueces inquirirán bien…,” etc. ¡Sería de real beneficio para la comunidad si nuestros jueces hoy día harían a un lado su enfermizo sentimentalismo y lidiaran con los criminales brutales y sin conciencia de una manera que se corresponda con sus actos de violencia, en lugar de mofarse de la justicia!

Antes de abandonar aquello que nos ha ocupado nuestros tres últimos párrafos, nótese que cuando nuestro bendito Señor añadía a Mateo 5:38, “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (v.44), Él no estaba promoviendo un precepto más benigno de lo que jamás antes había sido anunciado. No, el mismo principio de gracia, de conducta, había sido impuesto en el Antiguo Testamento. En Éxodo 23:4-5, Jehová da un mandamiento por medio de Moisés:

“Si encontrares el buey de tu enemigo o su asno extraviado, vuelve a llevárselo. Si vieres el asno del que te aborrece caído debajo de su carga, ¿le dejarás sin ayuda? Antes bien le ayudarás a levantarlo.”

Nuevamente, en Proverbios 25:21, leemos, “Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan, y si tuviere sed, dale de beber agua.”

El mismo Dios que nos ordena…

“No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.” (Romanos 12:1719),

También ordena a Su Pueblo en el Antiguo Testamento, “No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová” (Levítico 19:18); y por eso David estaba agradecido a Abigaíl por disuadirlo de tomar venganza contra Nabal: “Y bendito sea tu razonamiento, y bendita tú, que me has estorbado hoy de ir a derramar sangre, y a vengarme por mi propia mano” (I Samuel 25:33).

Tan lejano estaba el A.T de permitir cualquier espíritu de amargura, malicia, o venganza, que expresamente declara: “No digas: Yo me vengaré; espera a Jehová, y él te salvará” (Prov 20:22).Y otra vez: “Cuando cayere tu enemigo, no te regocijes, y cuando tropezare, no se alegre tu corazón” (24:17). Y otra vez, “No digas: Como me hizo, así le haré; daré el pago al hombre según su obra” (24:29).

Una muestra más de la inexcusable ignorancia evidenciada por estos dispensacionalistas:

“Para aquellos que viven bajo la Ley podría rectamente y ciertamente decirse: `Y tendremos justicia cuando cuidemos de poner por obra todos estos mandamientos delante de Jehová nuestro Dios, como él nos ha mandado.´ (Deut 6:25).

Pero para aquellos que viven bajo esta presente Dispensación de Gracia es a quienes en verdad se dice `ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él…´ (Rom 3:20). Por cuanto esto es lo más opuesto a Deuteronomio 6:25. ¿Qué pues diremos o haremos? ¿Cuál de estos dos testamentos es verdadero y cual falso? La respuesta es que ninguno es falso. Sino que ambos son ciertos si dividimos correctamente la Palabra de Verdad conforme a esta enseñanza y verdad dispensacional… Dos palabras distinguen a estas dos dispensaciones: `Hacer ´ distingue a la primera; `Hecho´ a la última. La salvación dependía de lo que el hombre tenía que hacer, ahora depende de lo que Cristo ha hecho.”

Es por declaraciones como estas que las “almas inestables” resultan engañadas. ¿No es de extrañar que alguien tan reconocido por su erudición y conocimiento de las Escrituras haya hecho tales afirmaciones manifiestamente absurdas como las que hemos citado? Al poner a Deuteronomio 6:25 contra de Romanos 3:20, él muy bien podría haber argumentado que el fuego es “lo propiamente opuesto” del agua. Indudablemente son elementos contrarios, sin embargo cada uno tiene su propia aplicación en el lugar propicio: el uno para cocinar, el otro para refrescar.

Piensa en alguien que se tenga erigido por maestro de los predicadores, afirmando que bajo la economía Mosaica “la salvación dependía de lo que el hombre tenía que hacer.” ¿Por qué, en tal caso, durante mil quinientos años ni un solo Israelita había sido salvado? ¡Si la salvación hubiera podido obtenerse por méritos humanos, no hubiera habido necesidad alguna de que Dios enviara a Su Hijo! La salvación nunca ha sido alcanzable por méritos humanos, en base a la actuación humana. Abel alcanzó testimonió de que era justo porque ofreció a Dios un cordero inmolado (Gen 4:4, Heb 11:4). Abraham fue justificado por la fe y no por las obras (Rom 4). Durante la economía Mosaica fue expresamente anunciado que “es la sangre la que hace expiación por la persona” (Lev 17:11). David entendió, “Jehová, si mirares a los pecados, ¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse?” (Sal 130:3); y por eso es que confesó “… Haré memoria de tu justicia, de la tuya sola” (Sal 71:16).

Que por todos los medios la Palabra de Verdad sea “correctamente dividida”; no por repartirla en diferentes “dispensaciones,” sino mediante el distinguir que es doctrinal y que es práctico, entre aquello que respecta a los no salvos, y lo que está escrito para los salvos. Deuteronomio 6:25 no está dirigido a pecadores extranjeros, sino para quienes están en relación de pacto con el Señor; mientras que Romanos 3:20 es una declaración que aplica para cada ser de la raza humana. El uno tiene que ver con la “justicia” práctica en el diario caminar, que es aceptable a Dios; la otra es una declaración doctrinal que asevera la imposibilidad de ser aceptado ante Dios con las obras de la criatura como fundamento. La primera se relaciona con nuestra conducta en esta vida en conexión con el gobierno divino; la última es en cuanto a nuestra posición eterna delante del trono divino. Ambos pasajes son igualmente aplicables tanto a judíos como a gentiles en todas las edades. “Nuestra justicia” en Deuteronomio 6:25 es una justicia práctica a la vista de Dios. Es el mismo aspecto de justicia que se usa en “si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos…” en Mateo  5:20, “el justo” de Santiago 5:16, y “el que hace justicia” de 1 Juan 2:29.

   —

Extracto del libro: “La aplicación de las Escrituras”,  de A.W. Pink


Al continuar utilizando nuestro sitio web, usted acepta el uso de cookies. Más información

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra POLÍTICA DE COOKIES, pinche el enlace para mayor información. Además puede consultar nuestro AVISO LEGAL y nuestra página de POLÍTICA DE PRIVACIDAD.

Cerrar