En esta medida, el calvinismo está en una línea con estos otros grandes complejos de vida humana, conocidos como paganismo, islamismo y romanismo, por lo cual distinguimos cuatro mundos completamente diferentes en el único mundo de la vida humana. Y si, hablando precisamente, debiésemos coordinar el cristianismo y no el calvinismo con el paganismo y el islamismo, sin embargo es mejor poner el calvinismo en una línea con ellos, porque el calvinismo pretende incorporar la idea cristiana de manera más pura y correcta que el romanismo o el luteranismo.
En el mundo griego de Rusia y los países de los Balcanes, el elemento nacional sigue dominando, y por tanto la fe cristiana en aquellos países todavía no fue capaz de producir una forma propia de vida desde las raíces de su ortodoxia mística.
En los países luteranos, la interferencia del magistrado impidió la obra libre del principio espiritual. Por tanto, solamente del romanismo se puede decir que incorporó sus pensamientos sobre la vida en un mundo de conceptos y expresiones propias. Pero al lado del romanismo, y en oposición contra él, el calvinismo apareció, no solamente para crear una forma diferente de iglesia, sino una forma completamente diferente para la vida humana, para proveer a la sociedad humana con un método de existencia diferente, y para poblar el mundo del corazón humano con ideales y conceptos diferentes.
No debe sorprendernos que esto no fuera percibido hasta nuestros días, pero ahora es admitido tanto por amigos como por enemigos, en consecuencia de mejores estudios de historia.
Se hubiera percibido antes, si el calvinismo hubiera entrado en la vida como un sistema bien construido, y se hubiera presentado como un resultado de estudios. Pero se originó de una manera muy diferente.
En el orden de la existencia, la vida es lo primero. Y para el calvinismo, la vida misma era siempre el primer objeto de sus esfuerzos. Hubo demasiado por hacer y por sufrir, para dedicar mucho tiempo al estudio. Lo que dominó era la práctica calvinista en el campo de batalla. Además, las naciones entre las cuales el calvinismo ganó la batalla – como los suizos, los holandeses, los ingleses y los escoceses – no tenían una disposición muy filosófica. Especialmente en aquel tiempo, la vida era espontánea y no calculada; y solo más tarde se convirtió el calvinismo en el objeto de estos estudios especiales donde los historiadores y teólogos trazaron la relación entre los fenómenos calvinistas y la unidad de su principio que abarca todo.
Se puede decir incluso que la necesidad de un estudio teórico y sistemático de un fenómeno tan extenso de la vida, surge solamente cuando su primera vitalidad se agotó y cuando se ve obligado a trazar sus límites de manera más exacta para poder mantenerse en el futuro. Y si a esto añadimos el hecho de que el énfasis en reflejar nuestra existencia como unidad en el espejo de nuestra conciencia, es mucho más fuerte en nuestra época filosófica que nunca antes, entonces vemos que tanto las necesidades del presente como la preocupación por el futuro nos obligan a un estudio más profundo del calvinismo.
En la iglesia católica romana, todos saben para qué viven, porque disfrutan conscientemente de la unidad de la cosmovisión romana. También en el Islam encontramos el mismo poder de una convicción de la vida, dominada por un solo principio. Solo el protestantismo camina por el desierto sin meta ni dirección, moviéndose por acá y allá sin progresar nada. Esto explica por qué en las naciones protestantes, el panteísmo nacido de la nueva filosofía alemana y en la forma de evolución según Darwin, reclama más y más la supremacía en cada esfera de la vida humana, incluso en la teología, e intenta bajo toda clase de nombres torcer nuestras tradiciones cristianas, y se afana incluso por cambiar la herencia de nuestros padres por un budismo moderno sin esperanza.
Las ideas dominantes que surgieron durante la Revolución Francesa del Siglo XVIII y en la filosofía alemana del Siglo XIX, forman juntas una cosmovisión que es directamente opuesta al sistema de nuestros padres. Las luchas de ellos eran por la gloria de Dios y por un cristianismo purificado; pero los movimientos revolucionarios y folosóficos libran su guerra para darle la gloria al hombre, inspirados no por el espíritu humilde del Calvario, sino por el orgullo de la adoración a sus héroes. ¿Y por qué estamos nosotros, los cristianos, tan débiles frente a este modernismo? ¿Por qué hemos perdido terreno constantemente? Simplemente porque nos falta una igual unidad en el concepto de la vida, la cual solamente podría capacitarnos con una energía irresistible para repeler al enemigo en la frontera.
Esta unidad en el concepto de la vida, sin embargo, no la encontraremos en una idea difusa de protestantismo que se pierde, como lo hace, en todo tipo de tortuosidades; sino la encontraremos en este proceso histórico poderoso que en la forma del calvinismo cavó un canal propio para el río poderoso de su vida. Solo por medio de esta unidad de concepción, como existe en el calvinismo, tanto Uds. en América como nosotros en Europa, podríamos ser capacitados una vez más para asumir nuestra posición, aparte del romanismo, en la oposición contra el panteísmo moderno. Sin esta unidad en cuanto al punto de partida y la cosmovisión, perderemos el poder de mantener nuestra posición independiente, y nuestra fuerza para resistir disminuirá.
Estas exposiciones fueron presentadas en la Universidad de Princeton en el año 1898 por Abraham Kuyper (1837-1920) quien fue Teólogo, Primer Ministro de Holanda, y fundador de la Universidad Libre de Ámsterdam.