En ARTÍCULOS

Has visto algunos de los efectos secundarios de estar sin la armadura de Dios: la ignorancia, la impotencia, la separación de Dios y la amistad con el pecado y Satanás. Si vestirnos de Cristo es la cura más eficaz para nuestras aflicciones mortales, ¿por qué vemos a tantos rechazar la dulce medicina de su gracia?

  1. La inclinación natural del alma humana

Cuando miras alrededor y observas el vasto imperio del diablo y el pequeño territorio que pertenece a los súbditos de Cristo; así como los montones de almas preciosas que están postradas bajo los pies de Satanás y el escaso regimiento de cristianos que marcha bajo el estandarte de la gracia de Cristo, tal vez te preguntes “¿Es el Infierno más fuerte que el Cielo?”; “¿Son las armas de Satanás más victoriosas que la cruz de Cristo?”. Pero al considerar lo que voy a decir, te asombrarás de que Cristo tenga algún seguidor y no tan pocos.

Toda persona nace en pecado (Sal 51:5). Cuando el príncipe de este mundo se acerca a un alma joven con esta o aquella propuesta malvada, la encuentra desarmada y en su estado natural, ya conocedora de su política. Ceder al control de Satanás entonces, no causará gran revuelo en el corazón del que es pecador por naturaleza. Pero cuando Cristo hace campaña por un alma, propone cambios devastadores; y el alma egoísta, a quien le gustan las cosas tal como están, le responde con el mismo desdén que los ciudadanos rebeldes de la parábola: “No queremos que éste reine sobre nosotros” (Lc. 19:14). Es unánime: todas las concupiscencias votan contra Cristo, y se levantan como los filisteos contra Sansón, al que llamaron destructor de su país (Jue. 16:23-24). Si la gracia de Dios no interviniera y sobrepasara el veto, todo el mundo estaría en las garras de Satanás.

Las conquistas de Satanás se limitan a las almas ignorantes y desgraciadas que no tienen fuerza ni sentido para oponerse. Nacen presos del pecado; todo lo que el diablo tiene que hacer es mantenerlos cautivos. Pero cuando asalta a un cristiano, cuya libertad se ganó en la cruz de una vez por todas, entonces está poniendo sitio a una ciudad con puertas y murallas. Tarde o temprano deberá retroceder avergonzado, sin poder arrebatar ni al cristiano más débil de la mano del Salvador. Duda de tu propia fuerza, pero nunca de la de Cristo. En tus peores luchas con Satanás, confía en Él para sacarte del dominio diabólico con mano firme, a pesar de la fuerza y la furia del Infierno.

2. La malicia sobrenatural de Satanás

No dudes ni por un momento que Satanás lanzará toda su furia contra los que aman la Palabra de Dios. Hace mucho que conoce la Buena Noticia de Cristo: desde el amanecer del tiempo. Ha visto el poder de la misma demostrado una y otra vez, y sabe que contiene un arsenal de armas y ayudas para el alma abatida. El primer asalto del evangelio contra el reino de las tinieblas hizo temblar los cimientos de este y huir a las legiones infernales. Y aún siguen huyendo. Cuando los setenta misioneros comisionados por Cristo volvieron diciendo que hasta los demonios se sometían al poder del evangelio, Cristo respondió: “Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo” (Lc. 10:17-18).

En esencia les estaba diciendo: “Lo que me contáis no es ninguna novedad para mí; yo vi como echaron a Satanás del cielo. ¡Conozco bien el poder del evangelio!”. ¿Resulta entonces asombroso que Satanás luche para derrotar al evangelio que le derrota a él? Gracias a la luz del evangelio muchos que antes eran sus amigos hallan el camino de la verdad y la vida. Por esa misma luz, los cristianos se acercan con confianza bendita a su hogar eterno. Nada le atormenta más al diablo que ver a sus antiguos compañeros dejando sus viejos placeres pecaminosos para dedicar tiempo al estudio de la Palabra. Sabe que un cristiano sin conocimiento del evangelio es tan vulnerable como un ejército sin municiones; por tanto, intenta alejarle de la Palabra mediante la persecución, o le persuade a alejarla de sí por política.

Porque es la Palabra la que nos enseña a revestirnos de Cristo y de sus virtudes para armarnos debidamente. No te halagues pensando que puedes pasarte sin este libro precioso. Todos conocemos a aquellos que se contentan con profesar a Cristo y tener un poco de dones y obras, pero no quieren saber si hay más en la vida cristiana. Son aquellos cuyas virtudes se hielan cuando los vientos invernales azotan su alma. Pero el cristiano cuya fe se ha aislado del error con la verdad del evangelio, podrá aguantar todo el viento helado del demonio.

  • – – – –

Extracto del libro:  “El cristiano con toda la armadura de Dios” de William Gurnall

Al continuar utilizando nuestro sitio web, usted acepta el uso de cookies. Más información

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra POLÍTICA DE COOKIES, pinche el enlace para mayor información. Además puede consultar nuestro AVISO LEGAL y nuestra página de POLÍTICA DE PRIVACIDAD.

Cerrar