Entre aquellas cosas que creemos , afirmamos que no hay nada semejante a la Biblia. Por eso no atribuimos autoridad alguna a esta confesión. De hecho, puedes ver en el primer capítulo de esta publicación que todas las doctrinas de hombres deben decidirse por el veredicto bíblico.
A pesar de esto, hay quienes menosprecian los documentos llamados confesiones de fe. Otros dicen: «Cristo es nuestro credo». Sin embargo, todo el mundo sabe que en el momento en que decimos, «La Biblia dice tal o cual cosa, y yo la creo», ya hemos hecho una confesión de fe. Si algunos no creen en la utilidad de escribir y publicar su confesión, respetamos su posición, si bien diferimos. Por nuestra parte, estamos convencidos de que los que quieren saber en qué creemos deben ser atendidos, por lo tanto, estamos dispuestos a satisfacer sus expectativas.
En las siguientes líneas ofrecemos una traducción de parte del prefacio de la primera edición de esta confesión de fe hecha en 1689, después de mucha persecución, y que dice así:
Hace muchos años que vimos la necesidad de publicar una confesión de nuestra fe para informar y satisfacer a aquellos que no entendían nuestros principios, o que tenían prejuicios contra estos debido a una presentación defectuosa de los mismos. Esta primera confesión fue publicada cerca del año 1643 en nombre de 7 congregaciones que se reunían en Londres. Desde aquel tiempo varias ediciones han salido, cumpliendo con nuestro propósito básico. Pero por ahora es difícil conseguir un ejemplar de esa confesión, si bien muchos han llegado a creer nuestras doctrinas. Por lo tanto, consideramos como una necesidad el que todos demos un testimonio unido al mundo de que aún nos adherimos a estos principios usando como medio esta publicación que está en sus manos.
Estos antepasados nuestros en la fe, explican que la razón por la cual publicaron su confesión no fue solamente para mostrar su ortodoxia a aquellos que no creían en el bautismo como sí lo hacían los bautistas, sino también para tener un instrumento para la enseñanza y la edificación del pueblo de Dios.
Por eso decidieron hacer una declaración más completa y exacta, aprovechándose de un plan que las iglesias congregacionalistas habían usado cuando publicaron su confesión de fe (llamada «Saboya»), o sea, el tomar la famosa Confesión de fe de Westminster, cambiando aquellas cosas que tenían que ver con la iglesia, su organización y sus ordenanzas.
La confesión de fe de Westminster es reconocida como la más exacta confesión de fe reformada debido a los años dedicados a su preparación por los mejores ministros de Inglaterra y Escocia. Los bautistas defendieron este proceder diciendo que así podrían mostrar al mundo su acuerdo básico con todos los fundamentos de la fe protestante reformada. También afirmaron que su propósito no era ser contenciosos ni divisivos, sino andar en paz con sus hermanos en todas las doctrinas de la fe.
Este documento antiguo es un excelente resumen de aquellas cosas creídas entre nosotros. Aceptamos el mismo no como una regla autoritativa, ni como un código de fe, sino como una ayuda en la controversia, una confirmación en la fe y un medio de edificación en la justicia. En esta confesión, los miembros de nuestra Iglesia tendrán un pequeño resumen doctrinal y por medio de las pruebas bíblicas aquí contenidas, estarán preparados para dar una respuesta de la fe que hay en ellos.
Confesión de Fe de Londres de 1689
- Introducción
- Cap. I - Las Santas Escrituras
- Cap. II - Dios y la Santa Trinidad
- Cap. III - El decreto eterno de Dios
- Cap. IV - La Creación
- Cap. V - La Providencia
- Cap VI. - La caída del hombre, el pecado y su castigo
- Cap. VII - El Pacto de Dios
- Cap. VIII - Cristo el Mediador
- Cap. IX - El Libre Albedrío
- Cap. X - El llamamiento eficaz
- Cap. XI - La justificación
- Cap. XII - La adopción
- Cap. XIII - La santificación
- Cap. XIV - La fe salvadora
- Cap. XV - Arrepentimiento para vida y salvación
- Cap. XVI - Las buenas obras
- Cap. XVII - La perseverancia de los santos
- Cap. XVIII - La seguridad de la gracia y de la salvación
- Cap. XIX - La ley de Dios
- Cap. XX - El evangelio y el alcance de su gracia
- Cap. XXI - La libertad cristiana y la libertad de conciencia
- Cap. XXII - La adoración religiosa y el día de reposo
- Cap. XXIII - Juramentos legales y votos
- Cap. XXIV - El gobierno civil
- Cap. XXV - El matrimonio
- Cap. XXVI - La iglesia
- Cap. XXVII - La comunión de los santos
- Cap. XXVIII - El bautismo y la cena del Señor
- Cap. XXIX - El bautismo
- Cap. XXX - La cena del Señor
- Cap. XXXI - El estado del hombre después de la muerte y la resurrección de los muertos
- Cap. XXXII - El juicio final