En cada uno de estos casos, como se puede observar, estas personas fueron llenas con el Espíritu Santo a fin de poder hablar o hacer alguna cosa. Es una investidura de poder para algún propósito especial.
El siguiente uso del término en el Nuevo Testamento, está, como ya he indicado, en Hechos 2:4: «y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen».
Esta es una declaración única, porque según ella ambas cosas ocurrieron simultáneamente. Allí está el bautismo, además, o incluyendo el ser llenos; y es esto lo que los capacita para hablar en otras lenguas según el Espíritu les daba que hablasen.
Aquí hay, sin embargo, un punto interesante. Aquel día de Pentecostés el apóstol Pedro junto a todos los demás apóstoles y sus seguidores fueron bautizados y llenos del Espíritu. Pero en Hechos 4:8 leemos lo siguiente: «entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo…». Aquí hay otro “ser lleno” del Espíritu. El hombre que ya había sido bautizado y lleno del Espíritu en el día de Pentecostés vuelve a ser lleno, lleno del Espíritu Santo para un propósito especial. Según Hechos 4 el propósito especial es que, junto con Juan, había sido convocado ante las autoridades. Iban a ser juzgados por haber sanado a un hombre incapacitado que solía sentarse en la puerta del templo La Hermosa. Ahora los apóstoles debían hablar. Entonces el Espíritu Santo vino sobre Pedro de modo que fue lleno del Espíritu a fin de poder hablar con poder a las autoridades que los estaban sometiendo a juicio. El mismo Pedro vuelve a ser “lleno”.
Otro ejemplo. Después del juicio, Pedro y Juan regresaron a la iglesia, e informaron lo que había sido hecho con ellos, y todos juntos comenzaron a orar. Luego, en Hechos 4:31 se nos dice que: «El lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios». Nuevamente la misma experiencia. Esta gente ya había sido bautizada y con el bautismo fueron llenas del Espíritu, pero aquí vuelven a ser llenas otra vez. Es algo que se puede repetir muchas veces. En efecto, hay otro ejemplo llamativo en relación con el apóstol Pablo. En Hechos 9 tenemos el relato de su conversión y de su bautismo con el Espíritu. Pero en el capítulo 13 encontramos a Pablo hablando, y esto es lo que nos dice el versículo 9: «Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él los ojos… «. Lucas, el historiador está contando de un hombre, un brujo que asistía a cierto oficial romano. El apóstol decidió amonestar al hombre por las palabras que había dicho. Entonces se nos dice que Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijó en él sus ojos. Pablo fue ‘lleno’ para poder hablar a este hombre y amonestarlo severamente.
A la luz de todo eso es evidente que estamos tratando con una experiencia definida. Todas estas personas eran conscientes del hecho de que el Espíritu Santo había venido sobre ellos, y que habían sido investidos con poder y con autoridad. Sabían perfectamente lo que había ocurrido. De modo que esta experiencia describe algo que nos ocurre; una experiencia en la que somos conscientes de recibir poder para un propósito específico.
Extracto del libro: «Vida nueva en el Espíritu», de Martin Lloyd-Jones