En BOLETÍN SEMANAL
​La falsificación del cristianismo: A menudo se dice que hay mejores cristianos fuera de la iglesia que dentro. Esto quiere decir que se puede encontrar excelente moralidad fuera de la iglesia. Pero la moralidad quizá no tenga nada que ver con el cristianismo. No tiene conexión necesariamente con el mismo.

Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis. (Mateo 7:15-20).

Ahora debemos examinar en detalle la naturaleza o carácter del fruto bueno. Debemos buscarlo en nosotros mismos y en los demás. Debemos tener sumo cuidado, porque hay quienes se encuentran fuera de la puerta estrecha y dentro de la angosta diciéndonos, “No hay que hacer todo esto. Este es el camino”. Y nos pueden engañar. Por ello debemos aprender a discriminar; y también, al examinar el fruto, debemos tener presente este elemento de sutileza. Hay cierto tipo de clase de vida que se parece mucho al verdadero cristianismo, y obviamente, son las más peligrosas de todas. Parece cada vez más claro que los enemigos mayores de la fe cristiana genuina no son los que se hallan en el mundo, persiguiendo de forma agresiva al cristianismo o prescindiendo de forma abierta de su enseñanza; son más bien los que poseen un cristianismo falso y espurio. Son los que recibirán la condena que nuestro Señor lanza en este pasaje contra los falsos profetas. Si uno examina la historia de la Iglesia, desde sus comienzos, descubre que siempre ha sido así. El cristianismo falso y fingido siempre ha sido el obstáculo y enemigo mayor de la verdadera espiritualidad. Y no cabe duda de que el problema mayor en los tiempos actuales es el estado mundano de la iglesia. Debería preocuparnos mucho más el estado de la iglesia misma que el estado del mundo fuera de la iglesia. Parece cada vez más evidente que la explicación del estado actual de la Cristiandad, se encuentra dentro de la iglesia y no fuera. En todo esto, no hay que perder de vista el aspecto de la sutileza, y, en consecuencia, hay que aplicar ciertas pruebas delicadas.

Las pruebas pueden ser tanto generales como específicas. Henos aquí, por así decirlo, frente a alguien que ha hecho profesión de cristiano. No dice nada que sea obviamente erróneo, y parece vivir una buena vida cristiana. ¿A qué prueba someteremos a tal persona? Se pueden tener personas simpáticas, moralmente correctas, con una norma y código elevados de vida personal; se parecen mucho a los cristianos aunque quizá no lo sean. ¿Cómo se pueden distinguir? He aquí algunas preguntas a las que hay que dar respuesta. Ante todo, ¿por qué vive esta persona esa clase de vida? Tomemos el caso de un hombre bueno hoy día que no pretende ser cristiano, o un hombre que asiste regularmente a un lugar de culto, pero que, juzgado según las normas del Nuevo Testamento, no es cristiano. ¿Por qué viven como lo hacen? Existen muchas razones para ello. Puede ser simplemente cuestión de temperamento. Hay personas con buena naturaleza. Tienen un temperamento y carácter equilibrado; son tranquilos, no hay en ellos nada naturalmente vicioso ni ofensivo. No tiene que hacer ningún esfuerzo para ser así; nacieron así, son así. Es algo puramente físico y natural.

En segundo lugar, ¿vive ese hombre esta clase de vida porque tiene ciertas creencias o acepta cierta enseñanza moral? Hay personas, en otras palabras, que son lo que se puede llamar buenos paganos. Se los describe y analiza muy bien en un libro llamado The Failure of the Good Pagan (El Fracaso de un Buen Pagano), de Rosalind Murray. Esas personas tienen normas muy elevadas y las practican a diario. Se puede hacer todo esto completamente aparte del cristianismo. Así pues, si se juzga sólo por las apariencias generales de la vida de alguien, es posible engañarse. A menudo se dice que hay mejores cristianos fuera de la iglesia que dentro. Esto quiere decir que se puede encontrar excelente moralidad fuera de la iglesia. Pero la moralidad quizá no tenga nada que ver con el cristianismo. No tiene conexión necesaria con el mismo. Los grandes filósofos griegos propusieron sus grandes enseñanzas morales antes de que Cristo viniera. Y es aún más significativo que los filósofos griegos fueran a veces opositores violentos del evangelio cristiano; ellos fueron los que consideraron como ‘locura’ la predicación de la cruz.

En consecuencia, no hay que mirar solamente al hombre y a su vida en general. Hay que tratar de descubrir las razones y motivos de sus actos. Desde el punto de vista cristiano, existe una sola prueba vital a este respecto. ¿Da este hombre la impresión de que vive esa clase de vida porque es cristiano y debido a su fe cristiana? Si no vive así por ser cristiano, de nada vale; es lo que nuestro Señor llama frutos malos. El Antiguo Testamento lo plantea con gran firmeza cuando dice: “Todas nuestras justicias (son) como trapo de inmundicia”. A los ojos de Dios lo que tiene valor, en última instancia, es sólo aquello que corresponde al fruto del carácter cristiano, lo que nace de la nueva naturaleza.

Extracto del libro: «El sermón del monte» del Dr. Martyn Lloyd-Jones

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