En BOLETÍN SEMANAL

En el jardín del Edén, comenzaron los primeros ataques del diablo contra la Palabra de Dios que afectaron directamente a la institución del matrimonio y al fruto del matrimonio creado por Dios, a saber, la familia. La serpiente convenció a una esposa de que Dios no era bueno y menoscabó su Palabra. El marido no protegió a su esposa que era vulnerable y entonces, el veneno mortal del pecado entró al mundo. Su fruto amargo apareció en la primera generación de los hijos: El primer hijo mayor en la historia asesinó al primer hermano menor. Y el diablo sigue hasta hoy librando una guerra sin tregua contra la familia.

¿Por qué hay un ataque tan incesante contra la familia en la actualidad? ¿Es porque al diablo no le gusta el amor y la comunión en la familia? Principalmente no, sino por lo siguiente:

Odio contra el evangelio

El diablo odia a la familia porque odia el evangelio de Jesucristo. Un matrimonio estropeado proyecta un evangelio estropeado, un marido sin amor y egoísta declara una fe sin amor y mentiras acerca del amor de Cristo por la Iglesia, una esposa no sumisa representa la falsedad de una Iglesia antinominiana, un hijo rebelde refleja a un hijo rebelde de Dios. El diablo está empeñado en destruir la gloria de Dios y su Reino eterno dondequiera que exista, por ello apunta al blanco más importante: El evangelio. El evangelio es su objetivo principal porque revela la Simiente de la mujer que hirió la cabeza de la Serpiente en el Calvario.

La Iglesia es más saludable cuando prospera la vida familiar bíblica. Además, el mundo es bendecido cuando los padres de familia asumen su posición de pastor de la familia. Así como la Iglesia de Cristo es la columna y el fundamento de la verdad, la familia bíblica puede ser una salvaguarda bíblica del evangelio y un campo bendecido y fértil para la evangelización. También, la verdad del evangelio se demuestra por la estructura misma de la familia. Debido a estos factores, no nos sorprende que el diablo odie los designios y el propósito de Dios para la familia.

Genocidio generacional

Satanás quiere destruir a las familias cristianas porque son un conducto de la bendición de Dios para muchas generaciones. Los escogidos de Dios nacen en una familia y, Cristo mismo —el Salvador del mundo—, llegó a este mundo del vientre de una madre. Los ataques de la serpiente a la familia cristiana siempre tienen implicaciones más amplias que trascienden más allá de una sola generación. Satanás ha estado en guerra contra la “simiente de la mujer” (Gn. 3:15) desde el principio. La “simiente de la mujer” es una figura de Cristo y todos los que están en Él. ¿Puede, pues, sorprendernos que Satanás siempre esté procurando destruir esa simiente? Él sabe que el pecado es lo único que puede vencer el impacto exponencial de la simiente santa que se va multiplicando a través de las generaciones. El pecado es la única razón por la cual las familias se desintegran: “El pecado está a la puerta… y tú te enseñorearás de él” (Gn. 4:7). Caín rechazó el consejo del Señor acerca del peligro del pecado cuando albergaba en su mente pensamientos homicidas hacia su hermano Abel. El pecado ha sido el origen de cada problema familiar desde que cayó Adán en pecado. Desde el principio, Satanás ha estado ocupado en destruir familias. Caín acabó por asesinar a su hermano y este acto brutal y violento fracturó a su familia en las generaciones siguientes. El pecado se interpone en el camino de las bendiciones que Dios ha ordenado para las familias de las naciones sobre la tierra. Este ataque a la familia es central en la guerra de Lucifer contra la humanidad, es una guerra global transgeneracional contra “la simiente de la mujer”. En su intento por borrar el conocimiento de Dios de una generación a otra, Satanás ataca las instituciones formativas de Dios: La Iglesia y la familia. Estos ataques van en aumento cada día. Se requiere una respuesta.

A medida que las culturas progresan de un ciclo moral a otro, ocurren cambios que exigen una respuesta bíblica. A menudo, se levantan movimientos que intentan rescatar los valores que se están perdiendo. Estos movimientos reaccionarios con frecuencia son vehementes, pero, por lo general, se caracterizan por respuestas públicas por medio de publicaciones. A medida que la cultura colapsa, los escritores toman su pluma como arma para dar la alarma. Son reaccionarios. A menudo son perturbadores. Una manera de identificar la degradación cultural en un área en particular, es que se empieza a ver una ola de publicaciones sobre el tema que no se veía desde hacía muchos años. Cuando está sucediendo un cambio importante, la gente lo hace tema de sus escritos y de sus conversaciones. Al encontrarnos en un periodo de la historia cuando la familia es atacada por todos los costados, hemos visto un aumento en las publicaciones sobre la familia. Durante muchos años hubo muy poca actividad, pero en las últimas dos décadas ha aumentado dramáticamente.

El movimiento histórico

Presentamos esta obra en un momento cuando muchas personas en las culturas del mundo han dejado de lado los mandatos y los modelos santos para la vida familiar, tal como los revelan las Escrituras, mandatos que una vez obedecieron con fidelidad. Si uno habla públicamente sobre estos temas, citando la Biblia, verá que son ampliamente rechazados. Muchos aborrecen de corazón las cosas hermosas que Dios ha ordenado para la vida familiar. El mismo diablo aborrece las cosas hermosas, pero nunca podrá destruirlas: “Las puertas del Hades [infierno] no prevalecerán” (Mt. 16:18) contra la hermosura y la bondad de los designios de Dios para la Iglesia y la familia.

Pero yo y mi casa…

Josué retó con valentía al pueblo de Israel a ser fiel al Dios que los había librado de la esclavitud de Egipto: “Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Jos. 24:15). Josué les instó a tomar una decisión que determinaría qué camino tomarían en la vida. Muchos han sido valientes y han hecho suya la heroica declaración de Josué: “…pero yo y mi casa serviremos a Jehová”, sólo para luego descubrir que no saben cómo hacerlo ni cómo se manifiesta. La voz de cristianos fieles que nos han precedido nos puede ayudar en ambos casos.  

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Extracto del libro “Una teología de la familia”

Articulo de John Scott Brown

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