El Salmo 36:5 dice: “Jehová, hasta los cielos es tu misericordia; tu verdad hasta las nubes.” Mucho más allá de toda la comprensión finita se encuentra la fidelidad inmutable de Dios. Todo lo que se refiere a Dios es grande, vasto, incomparable. Él nunca olvida, nunca falla, nunca tambalea, nunca es infiel a su palabra. El Señor se ha ceñido exactamente a cada declaración de promesa o profecía, cumplirá cada pacto o amenaza porque “Dios no es hombre, para que mienta; ni hijo de hombre para que se arrepienta: El dijo, ¿y no hará?; habló, ¿y no lo ejecutará?” (Núm. 23:19). Por lo tanto, el creyente exclama: “Nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad” (Lam. 3:22, 23).
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