Es un enorme placer fijarse en como el mundo lleva a cabo los propósitos de Dios oponiéndose a ellos; como hace su voluntad resistiéndola; como multiplica su Iglesia esparciéndola. Hay goces en la vida cristiana que son demasiado grandes para ser descritos. Entre éstos se encuentra el deleite de estudiar la providencia divina en nuestra propia experiencia personal. Pruébalo por tú mismo, gústalo y verás. No se necesitará más persuasión. “Clamaré al Dios altísimo, al Dios que obra todas las cosas para mí.” (Sal.57:2) Cuando David elevó esta oración, estaba en peligro de ser matado por el rey Saúl. (1 Sam.24:1-2) Dios respondió la petición de David rescatándolo del peligro. Dios siempre contesta las oraciones de sus hijos.
Esta obra de Dios en todos los aspectos de nuestras vidas, tanto en los asuntos pequeños como en los grandes, lo llamamos “Providencia”. La experiencia de David de que Dios le ayudó en el pasado, le dio esperanza y fortaleza para clamar a Dios en su necesidad. Los creyentes de hoy, deberían pensar acerca de como Dios ha obrado a su favor en el pasado, de este modo su fe y su esperanza serán fortalecidas. Pero el pueblo de Dios no puede entender todo lo que le sucede en su camino hacia el cielo. Aunque Pedro no entendió todo lo que le estaba sucediendo cuando Cristo lavó sus pies, le fue dicho que lo entendería después. (Jn.13:7) Cuando lleguemos al cielo, veremos no solo que es un bello lugar, sino que además, veremos la belleza del camino por el cual fuimos traídos. Es como cuando observamos las diferentes partes de un reloj. Primero vemos las partes por separado y después vemos el reloj completo, con todas sus partes trabajando conjuntamente. Cuán hermoso será cuando veamos de una sola mirada, el plan entero de la providencia y la razón correcta de cada acto divino.
EL CUIDADO ESPECIAL DE DIOS PARA SU PUEBLO
Cristo es tanto cabeza de su pueblo, como gobernador del mundo entero. Controla los eventos en el mundo para el máximo beneficio de su Iglesia. Mi propósito en esta parte no es el de tratar con aquellos que no creen en Dios. Quiero convencer a todos los que dicen que Dios existe, que las obras especiales de su providencia no son meros accidentes. Hay muchas personas que se identifican como creyentes, que consideran las cosas que ocurren en sus vidas como si solo fueran eventos naturales. Piensan que los asuntos de este mundo y de los hijos de Dios no son gobernados por la providencia, sino por causas naturales. ¡Esto significa vivir como si Dios no existiera! Los que piensen de esta manera deben considerar las siguientes preguntas:
¿Cómo es que en tantas ocasiones, el pueblo de Dios ha sido rescatado del peligro y del mal, por un poder superior al poder de la naturaleza, y aún frecuentemente de una forma contraria al curso normal de la naturaleza?
El agua inunda y anega todo lo que pueda, pero el mar rojo fue dividido y un muro de agua se formó a cada lado para que el pueblo de Israel pasara sano y salvo por en medio. El fuego quema hasta lo máximo de su poder, pero cuando Nabucodonosor, el Rey de Babilonia, echó a los tres judíos piadosos al horno de fuego, la intensa llama no tuvo poder para dañar ni siquiera un cabello de sus cabezas, pero al mismo tiempo mató a quienes les habían echado al fuego. Es natural que las bestias salvajes y hambrientas maten y coman a los hombres, pero aquellas que se encontraban en el foso donde Daniel fue puesto, pasaron toda la noche sin dañarle.
Si no son ordenadas por una providencia especial ¿Cómo es que las causas naturales trabajan juntas, de una forma tan extraña, para el beneficio de los creyentes?
En la historia de José hay doce pasos de la providencia a través de los cuales llegó a ser Primer Ministro de Egipto. Si uno solo de ellos hubiera fallado, entonces la historia habría terminado de una forma distinta. En tiempos de Esther, hubo siete actos de la providencia, los cuales se combinaron para producir la caída de Amán y salvar a los judíos de la destrucción. Dios es capaz de hacer diferentes cosas para cuidar a su pueblo, tal como un trabajador usa toda clase de herramientas en su trabajo. De la misma forma que un artesano toma un trozo de madera rústica y la convierte en una obra de arte, de igual manera las manos más dotadas usan las herramientas en el taller de la providencia.
Si los asuntos del pueblo de Dios no son gobernados por una providencia especial, ¿Cómo es que los medios más poderosos y astutos empleados para su destrucción no tienen efecto, y los medios más débiles e insignificantes empleados para su protección tienen éxito?
Tal fue el gran poder y habilidad usados por faraón en su intento para destruir al pueblo de Israel, que parecería a la razón natural que sería imposible escapar. Los emperadores romanos quienes conquistaron el mundo usaron todo su poder contra la pobre e indefensa Iglesia, ¡Pero la Iglesia sobrevivió! Si la mitad de ese poder hubiera sido empleado contra cualquier otro pueblo, ciertamente lo habría destruido por completo. Dios hizo buenas sus promesas: “Destruiré a todas las naciones… pero a ti no te destruiré.” (Jer.30:11) “Ningún arma forjada contra ti prosperará…” (Isa.54:17). Por otro lado, cuán débiles e inseguros medios fueron escogidos para establecer el cristianismo en el mundo. Cristo no escogió a hombres de autoridad en las cortes de los reyes, sino doce hombres comunes siendo pescadores los principales entre ellos. Estos fueron enviados no juntos, sino unos a un país y algunos a otro; y no obstante en un corto período de tiempo el evangelio se esparció e iglesias fueron establecidas en los diferentes reinos del mundo. Desde aquel entonces hasta el día de hoy, una providencia especial ha guardado a los creyentes en tiempos de peligro y ha prevenido todos los intentos para destruirles.
Si todas las cosas son gobernadas por causas naturales ¿Cómo es que los hombres fueron convertidos del mal camino en el cual corrían a toda velocidad?
Pablo iba camino a Damasco para matar a los creyentes cuando de repente fue derribado por una luz del cielo. Fue convertido de su mal propósito y posteriormente hecho apóstol de Jesucristo (Hech.9:1-18). Más tarde, los judíos planeaban matarlo cuando fuera llevado prisionero de Cesárea a Jerusalén. El gobernante Festo (aunque no sabía del complot) decidió juzgar a Pablo en Cesárea y no en Jerusalén, así deshizo sus planes (Hech. 25:1-4). Agustín, un líder en el cristianismo de la iglesia primitiva, se dirigía a cierto pueblo para enseñar y un guía le acompañaba para mostrarle el camino. El guía se perdió y sin embargo, llegaron sanos y seguros a su destino por otro camino. Después descubrieron que habían escapado de la muerte a manos de sus enemigos quienes le esperaban en el camino normal. ¿Quién puede dejar de ver el dedo de Dios en estas cosas?
Extracto del libro: el misterio de la Providencia, de John Flavel