​"El tema de la unión espiritual con Cristo es el más importante, el más profundo, y además el más bendecido de todos los presentados en las Sagradas Escrituras; y sin embargo, si bien es triste afirmarlo, no hay otro tema que sea hoy tan descuidado. A.W. Pink

La unión con Cristo por medio del Espíritu Santo no es un tema periférico en la teología bíblica, si bien suele ser dejado de lado. Es un pensamiento clave en la enseñanza del Señor y es muy importante en la teología paulina …John Murray ha escrito que «la unión con Cristo es la verdad central de toda la doctrina de salvación». Calvino explica este  punto diciendo: «Solamente esta unión asegura que, en cuanto a nosotros respecta, Él [Jesús] no vino en vano con el Nombre de Salvador». A. W Pink es quizás el más enfático de todos. «El tema de la unión espiritual es el más importante, el más profundo, y además el más bendecido de todos los presentados en las Sagradas Escrituras; y sin embargo, si bien es triste afirmarlo, no hay otro tema que sea hoy tan descuidado. La expresión «unión espiritual» es desconocida en la mayoría de los ámbitos cristianos profesantes, y donde es empleada se le otorga un significado tan rebuscado que sólo lleva un fragmento de esa preciosa verdad». Este tema bíblico es indispensable para comprender la obra del Espíritu Santo al aplicar los beneficios de la expiación de Cristo en el creyente.

Como con la mayoría de las enseñanzas del Nuevo Testamento, la simiente de esta doctrina la encontramos en las palabras registradas en las Escrituras por el mismo Señor, en este caso transmitida bajo diversas metáforas e ilustraciones. Una ilustración clave es la de la vid y los pámpanos: «Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece   en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer» (Jn. 15:4-5). Otra ilustración la encontramos en aquellos pasajes que hablan de comer a Cristo como uno comería un trozo de pan (Jn. 6:35) y de beberlo como uno podría beber agua (Jn. 4:10-14; comparar con Mt. 26:26-28). La misma idea se sugiere por la forma en la que los seguidores de Cristo han de ser recibidos o rechazados por el mundo, ya que esto es equivalente a una recepción o rechazo de Él mismo: «El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió» (Luc. 10:16).

En la oración sacerdotal del Señor, registrada en el capítulo 17 de Juan, esta unión está analizada explícitamente: «Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste… Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado» (vs. 20-21,23).

Esta doctrina está luego enfatizada y desarrollada ampliamente en los escritos de Pablo.
Pensemos en las fórmulas paulinas más importantes, «en Él», «en Cristo», «en Cristo Jesús», que ocurren 164 veces en sus escritos. Por medio de estas expresiones, Pablo nos enseña que hemos sido escogidos «en Él antes de la fundación del mundo» (Ef. 1:4), llamados (1 Cor. 7:22), hechos vivos (Ef. 2:5), justificados (Gál. 2:17), creados «para buenas obras» (Ef. 2:10), santificados (1 Cor. 1:2), enriquecidos «en Él, en toda palabra y en toda ciencia» (1 Cor. 1:5), partícipes de la resurrección (Rom. 6:5). El apóstol nos dice que únicamente en Cristo tenemos redención (Ro. 3:24), vida eterna (Rom. 6:23), justificación (1 Cor. 1:30), sabiduría (1 Cor. 4:10), estamos libres de la ley (Gál. 2:4), y disfrutamos de toda bendición espiritual (Ef. 1:3). Él da testimonio sobre su propia experiencia cuando dice: «Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Gál. 2:20).

A partir de todas estas expresiones podemos decir que la unión del creyente con Cristo es un concepto extremadamente amplio, que tiene que ver no sólo con nuestra experiencia actual con Cristo, sino que también se remonta a la eternidad pasada y se extiende hacia adelante, al futuro sin límites.


—-
Extracto del libro «Fundamentos de la fe cristiana» de James Montgomery Boice

Al continuar utilizando nuestro sitio web, usted acepta el uso de cookies. Más información

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra POLÍTICA DE COOKIES, pinche el enlace para mayor información. Además puede consultar nuestro AVISO LEGAL y nuestra página de POLÍTICA DE PRIVACIDAD.

Cerrar