La enseñanza acerca del lugar y la necesidad de las buenas obras en la vida de los cristianos tiene consecuencias prácticas.
Primero, es consecuente con el sentido de varios pasajes bíblicos, en particular a aquellos que registran la propia enseñanza del Señor, que hacen hincapié en las obras y que por lo tanto parecen sugerir una salvación por obras. Estos versículos,(tomados del capítulo 25 de Mateo), sobre el alimentar a los hambrientos, dar agua a los sedientos, hogar a los extraños, y así sucesivamente, constituyen un ejemplo. También son un ejemplo las otras dos parábolas que encontramos en ese mismo capítulo. En la primera de estas parábolas, las cinco vírgenes insensatas quedan excluidas de la fiesta por haber descuidado algo tan insignificante como el tener suficiente aceite para sus lámparas. El hecho de que se haya agotado el aceite ni siquiera era responsabilidad de ellas, ya que el esposo se demoró (vs. 5). Lo conocían y estaban esperándolo. Sin embargo, no eran salvas.
De manera similar, el tercer siervo en la segunda parábola no gozó del favor de su señor porque no utilizó el talento que le había sido dado. No lo había robado. Por el contrario, lo había cuidado y lo había enterrado, y se lo había devuelto a su señor cuando este regresó de su viaje. Sin embargo, el siervo fue rechazado. En realidad, fue echado «en las tinieblas de afuera» donde es «el lloro y el crujir de dientes» (vs. 30).
En la tercera parábola, las ovejas son separadas de los cabritos en base a sus buenas obras. Estas parábolas y otros dichos de Jesús parecen estar enseñando que las personas son salvas de acuerdo a su perseverancia, su visión, su espíritu de empresa o su caridad. Pero este problema desaparece cuando tomamos conciencia de que Jesús no se está contradiciendo sino que está mostrando las consecuencias de lo que significa haber creído realmente en Él como Salvador.
En otra ocasión dijo: «Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien has enviado» (Jn. 17:3). Esta afirmación es verdadera. Pero la persona que conozca a Dios y a Jesús como su Salvador, y que por lo tanto posea la vida eterna, estará esperando al Señor cuando Él vuelva; es decir, perseverará hasta el fin de sus días. Estará utilizando los talentos que Dios le dio de la mejor manera. Será una fuente de bendición a los hambrientos, los sedientos, los desamparados, los desnudos, los enfermos y los encarcelados. Estas enseñanzas están todas ligadas.
Segundo, un entendimiento de lo que Dios hace cuando produce buenas obras en las vidas transformadas de los cristianos constituye una base excelente para alabar a Dios por su sabiduría y su gracia sin par. El doctor Paul Brand, jefe del Departamento de Rehabilitación del Hospital de Salud Pública de los Estados Unidos, en Carville, Luisiana, ha escrito un libro titulado Fearfully and Wonderfully Made («Una criatura maravillosa y temerosa»). En dicho libro, el doctor Brand examina los complicados mecanismos del cuerpo humano y se deleita en la grandeza de Dios que es capaz de crear tales maravillas. Habla sobre las células, los huesos, la piel y las complejidades de los movimientos humanos. Su descripción hace que nos maravillemos junto con él. Pero a pesar de lo maravillosa que es la creación del cuerpo humano, está ampliamente superada por la maravilla de la recreación que Dios hace del hombre o la mujer que antes estaban espiritualmente muertos y que por lo tanto eran totalmente incapaces de hacer algo que pudiera satisfacer a Dios, pero que ahora, como resultado de la obra de Dios, son capaces de ser buenos y de hacer verdaderamente «buenas obras».
Tercero, un entendimiento de la obra que Dios realiza en aquellos a quienes trae a la fe en Cristo para que hagan buenas obras sienta una base para juzgar si hemos nacido de nuevo realmente. La mente humana es extremadamente sutil y, en su estado caído, perversa. Si las vírgenes insensatas creyeron que el esposo las dejaría entrar cuando llamaran a la puerta, si el tercer siervo creyó que su señor iba a considerar su rendimiento de cero crecimiento aceptable, si lo cabritos eran inconscientes de su fracaso para cuidar de los necesitados — ¿cómo podemos nosotros tener la certeza de que realmente hemos sido salvos, aun si (al menos en lo que a nosotros respecta) creemos lo correcto?
La respuesta es que debe haber una diferencia en nuestras vidas. Debemos realmente ser «nuevas criaturas» intelectualmente, moralmente, y desde el punto de vista de nuestras relaciones con los demás.
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Extracto del libro “Fundamentos de la fe cristiana” de James Montgomery Boice