«Escudriñad las Escrituras» «¿Cómo lees?» (Juan 5:39; Lucas 10:26).
Este escrito puede caer en manos de alguna persona que nunca ha leído la Biblia. ¿Eres tú uno de ellos? De ser así, entonces tengo algo que decirte. En el estado en que te encuentras no puedo consolarte ni confortarte. Sería una burla y engaño hacer tal cosa. No puedo hablarte de paz ni de cielo, considerando la manera en la que estás tratando la Biblia. Estás en peligro de perder tu alma.
Estás en peligro porque descuidas la Biblia, y esto implica el que tú no amas a Dios. La salud de una persona, por lo general, se aprecia por su apetito. La salud espiritual del alma de una persona se aprecia por su manera de tratar la Biblia.
De sobra sé que no puedo llegar hasta tu corazón, y que soy incapaz de hacerte ver y sentir estas cosas. Pero sí que puedo hacer sonar mi solemne protesta en tu conciencia por la conducta que muestras ante la Biblia; y esto lo hago con todo mi corazón. ¡Cuidado con aplazar la lectura de la Biblia hasta el momento de tu última enfermedad y cuando tus familiares corran en busca del médico! Quizá entonces sea demasiado tarde, y la Biblia se convierta en un libro sellado y oscuro, como la nube que se cernía entre los ejércitos de Israel y Egipto. Cesa ya de una vez en tus brabuconadas de que, “¡los hombres bien se las apañan sin la lectura de la Biblia!» no sea que al fin, enfermo y en el infierno, te des cuenta de lo contrario. Te amonesto sin rodeos: la señal de la plaga está sobre tu puerta. ¡Que el Señor tenga misericordia de tu alma!
Este escrito puede caer en manos de alguna persona que quiere leer la Biblia y desea recibir dirección para saber cómo hacerlo. ¿Eres tú uno de estos? Entonces sigue con atención estas instrucciones clave que te daré.
Empieza hoy mismo la lectura de la Biblia. Para hacer una cosa es necesaria empezar a hacerla; y para leer la Biblia es necesario empezar a leerla. El mero deseo, resolución, propósito y pensamiento de leer la Biblia no es suficiente si no va acompañado de la acción. Debes leer la Biblia, nadie más puede hacerlo por ti.
Lee la Biblia con el deseo vivo de entenderla. No pienses que lo importante es dar vuelta a un buen número de páginas sin preocuparte de si entiendes o no lo que lees. La ignorancia de algunas personas es tal, que una vez han leído ciertos capítulos al día, creen que ya han cumplido con su obligación; no se dan cuenta de lo que han leído, y sólo saben que han dado vuelta a cierto número de páginas y que pronto «habrán leído toda la Biblia.” Esto no es leer la Biblia; es una mera formalidad que me recuerda el caso de aquel pobre hotentote que para alegrar a sus vecinos se comió un salterio holandés. Que quede esto fijo en tu mente: una Biblia que no se entiende, es una Biblia que no hace ningún bien. Cuidado cómo lees la Biblia. Siempre que leas una porción de las Escrituras debes preguntarte: «¿Cuál es el significado de lo que he leído?» Tal como hace el buscador de oro en Australia, cava hondo para conseguir el significado. Sé diligente en la lectura y en la tarea de entender lo que lees.
Lee la Biblia con fe y humildad. En el momento de abrir la Biblia abre también tu corazón: «Habla Señor, porque tu siervo oye.” Haz la resolución de creer todo lo que lees, por más que vaya en contra de algunos prejuicios. Haz la resolución de recibir con todo tu corazón cada declaración de la verdad, te guste o no. No caigas en el error de muchos lectores de la Biblia, quienes aceptan con agrado algunas doctrinas pero rechazan otras porque condenan algún pecado de su vida. Esta manera de proceder hace de la Biblia un libro inútil. ¿Somos nosotros los jueces para decidir el contenido de la Palabra de Dios? ¿Es nuestro criterio superior al de Dios? Toma la firme determinación de aceptar y creer todo lo que se contiene en la Biblia; y lo que no puedas entender recíbelo por la fe. Acuérdate de que cuando oras, estás hablando con Dios, y Dios te oye. Pero recuerda también que cuando lees la Biblia, Dios te está hablando y tú debes escuchar.
Lee la Biblia con espíritu de obediencia y con el propósito de aplicar sus enseñanzas a tu vida. Estúdiala diariamente con la determinación de vivir según sus preceptos, descansar en sus promesas y obrar según sus mandamientos. Al leer cualquier porción, hazte siempre la misma pregunta: «¿De qué manera afecta esto a mí y a mi conducta?” «¿Quién es el que me enseña esto?” Los que mejor leen la Biblia son los que con más empeño permiten que afecte sus vidas.
Lee la Biblia diariamente. La lectura de la Biblia debe entrar en las actividades esenciales de tu vida diaria. Toma la resolución de leer y meditar diariamente algún versículo o porción. Los medios particulares de la gracia son tan necesarios para nuestras almas, como el vestido y el alimento lo son para el cuerpo. El pan de ayer no nos alimentará hoy; y el pan de hoy no será suficiente para la alimentación de mañana. Haz como los israelitas en el desierto: recoge cada mañana maná fresco. Decide, de una manera fija, las horas de estudio bíblico. Evita hacerlo precipitadamente y con prisas. Destina para tu Biblia el mejor tiempo. Y sea cual sea el horario que sigas, que sea una norma fija de tu vida el acercarte al Trono de la gracia y leer la Biblia diariamente.
Lee toda la Biblia, y léela de una manera ordenada. Mucho me temo que hay partes de la Palabra que mucha gente nunca ha leído. Esta manera de proceder es presuntuosa. «Toda Escritura es útil» (1 Timoteo 3:16). La manera de leer la Biblia de muchas personas es en extremo irregular; hoy leen una porción en este libro, mañana en aquel otro, y de esta manera descuidan la lectura de preciosos e instructivos pasajes. Sin duda alguna, en tiempos de aflicción y enfermedad es conveniente leer y meditar ciertas porciones que vienen al caso, pero esto es una excepción natural. Te aconsejo que empieces la lectura del Antiguo y del Nuevo Testamento al mismo tiempo, y una vez leídos empieza de nuevo. Aunque es un asunto que cada uno debe decidir individualmente, creo que el método que te he aconsejado es el mejor; yo lo he seguido durante más de cuarenta años y nunca he visto motivo alguno para cambiarlo.
Cuida bien de que tu lectura de la Biblia sea cabal y honesta. Evita toda interpretación forzada; busca la literalidad y el significado llano y sencillo de lo que lees. Por lo general, lo que el versículo parece significar a primera vista, es lo que en realidad significa. «La manera correcta de interpretar la Biblia», decía Cecil, «es la de tomar la Escritura tal como la leemos, sin intentar retorcerla para que se adapte a algún sistema particular.” Por su parte Hooker decía: «Considero como una de las reglas de interpretación más infalibles, la de que cuando el significado literal es de por sí evidente, cuanto más se aleje uno de esta literalidad, más profundamente caerá en una interpretación errónea.”
En último lugar, cuando leas la Biblia, ten a Cristo siempre presente. El grande y sublime propósito de la Biblia es el de testificar de Jesús. Las ceremonias del Antiguo Testamento son sombras de la venida y obra de Cristo. Los jueces y libertadores del Antiguo Testamento son tipos de Cristo. La historia del Antiguo Testamento muestra la necesidad que tiene el mundo de Cristo. Las profecías del Antiguo Testamento están llenas de los sufrimientos de Cristo, y de la gloria del Mesías que había de venir. La primera y la segunda venida de Cristo; la humillación del Señor y la venida de su Reino; la cruz y la corona, todo esto brilla en cualquier lugar de la Biblia. No te olvides nunca de esta clave si es que deseas leer la Biblia correctamente.
—
Extracto del libro: «El secreto de la vida cristiana» de J.C. Ryle