En BOLETÍN SEMANAL

Los santos del Antiguo Testamento fueron el objeto del mismo pacto eterno, tuvieron el mismo bendito Evangelio y fueron engendrados para la misma herencia espiritual que los santos del Nuevo Testamento. Desde Abel en adelante, Dios ha tratado con los pecadores en su gracia soberana y de acuerdo a los méritos de la obra redentora de Cristo, la cual fue retroactiva en su valor y eficacia (Rom 3:25; 1 Ped 1:19-20). “Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová” (Gén 6:8). Que fueron participes de las mismas bendiciones del pacto al igual que nosotros queda claro al comparar II Samuel 23:5 y Hebreos 13:20.

“No es así mi casa para con Dios; Sin embargo, él ha hecho conmigo pacto perpetuo [eterno], ordenado en todas las cosas, y será guardado, Aunque todavía no haga él florecer toda mi salvación y mi deseo.” (II Sa 23:5).

“Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno” (Heb 13:20)

El mismo Evangelio fue predicado a Abraham (Gal 3:8), sí, a la nación de Israel después de haber recibido la Ley (Heb 4:2), por lo tanto Abraham se regocijó en que habría de ver el día de Cristo (Juan 8:56). Jacob al morir declaró, “Tu salvación esperé, oh Jehová” (Gén 49:18). Como declara Hebreos 11:16 los patriarcas “anhelaban una patria mejor [que la tierra de Canaán en la que habitaban], esto es, celestial…” “Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón… teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios…” (Heb 11:24-26). Job declaró “Yo sé que mi Redentor vive… en mi carne he de ver a Dios” (19:25-26).

Cuando Jehová proclamó Su Nombre a Moisés, Se reveló a Sí mismo como “El Señor, el Señor, Dios compasivo y clemente” (Éxodo 34:5-7). Cuando Aarón pronunció la bendición a la congregación, se le ordeno decir “Jehová te bendiga, y te guarde; Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz” (Num 6:24-26). Ninguna bendición más notable y más grandiosa puede ser invocada hoy. Tal pasaje no puede ser armonizado con el restringido concepto de la economía Mosaica que es acogido y está siendo propagado por los Dispensacionalistas. Dios trató en gracia con Israel por toda su larga y variada historia. Lee todo el Libro de Jueces y observa cuan a menudo les ha levantado libertadores. Pasa por los Reyes y Crónicas y observa su benignidad paciente al enviarles profeta tras profeta. ¿Dónde en el Nuevo Testamento hay una palabra que, por pura gracia, exceda “si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos…” (Isa 1:18)? En los días de Joacaz, “el Señor actúo en gracia para con ellos” (II Reyes 13:22-23). Fueron convidados a decirle al Señor, “quita toda iniquidad, y recíbenos en gracia” (Oseas 14:2). Malaquías dijo a Israel, “rogad a Dios para que actué en gracia con nosotros…” (Mal 1:9)

La concepción que el piadoso remanente de Israel tenía del carácter divino durante la economía Mosaica era totalmente distinta de la rígida y amenazante presentación que de ella hacen los Dispensacionalistas. Escuchad al Salmista cuando dice “Clemente [con gracia] es Jehová, y justo; sí, misericordioso es nuestro Dios.” (Sal 116:5). Oídle otra vez, mientras prorrumpe en alabanza de adoración, “Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; no ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados” (Sal 103:2-3, 10). ¿Pueden los cristianos decir más que eso? No es de sorprender que David exclamara, “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.” (Sal 73:25-26). 

Si alguien preguntara, “¿Cuáles es entonces la mayor distinción entre la era Mosaica y la Cristiana?”, la respuesta sería, “en ese entonces la gracia de Dios estaba confirmada (confinada) a una nación, pero ahora fluye a todas las naciones.”

Lo que es cierto en lo general lo es también en lo particular. No solo eran los tratos de Dios con Su pueblo durante los tiempos del A.T sustancialmente iguales que con los de Su pueblo ahora, sino también en los detalles. No hay discordancia alguna, sino una perfecta armonía y concordancia entre ellos.

Nótense los siguientes paralelismos cuidadosamente:

“…su herencia en los santos.” (Ef 1:18):

“Porque la porción de Jehová es su pueblo; Jacob la heredad que le tocó.” (Deu

32:9)

“… amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación…” (2 Tes 2:13):

“…Con amor eterno te he amado…” (Jer 33:3)

“en quien tenemos redención…” (Ef 1:7):

“…Porque en Jehová hay misericordia, y abundante redención con él” (Sal 130:7)

“…para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” (2 Cor 5:21):

“Ciertamente en Jehová está la justicia y la fuerza” (Is 45:24)

“que nos bendijo con toda bendición espiritual… en Cristo” (Ef 1:3):

“Benditas serán en él todas las naciones” (Sal 72:17)

“y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.” (1 Juan 1:7):

“Toda tú eres hermosa, amiga mía, y en ti no hay mancha.” (Cantares 4:7)

“…el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu” (Ef 3:16)

“El día que clamé, me respondiste; Me fortaleciste con vigor en mi alma.” (Sal

138:3)

“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad” (Juan 16:13):

“Y enviaste tu buen Espíritu para enseñarles…” (Nehm 9:20)”

“Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien…” (Rom 7:18):

“…todas nuestras justicias como trapo de inmundicia…” (Isa 64:6)

“Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos…” (1 Pe 2:11):

“…forasteros y extranjeros sois…” (Lev 25:23)

“porque por fe andamos…” (2 Cor 5:7):

“el justo por su fe vivirá.” (Hab 2:4)

“…fortaleceos en el Señor” (Ef 6:10):

“Y yo los fortaleceré en Jehová” (Zac 10:12)

“…ni nadie las arrebatará de mi mano.” (Juan 10:28):

“Todos los consagrados a él estaban en su mano” (Deu 33:3)

“…el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto” (Juan 15:5):

“…de mí será hallado tu fruto” (Oseas 14:8)

“…el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará [finalizará]” (Fil 1:6):

“Jehová cumplirá su propósito en mí” (Sal 138:8)

Otras innumerables armonías semejantes podrían añadirse.

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Extracto del libro: “La aplicación de las Escrituras”,  de A.W. Pink

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