En BOLETÍN SEMANAL

Hay también que advertir que cuantos adulteran la religión (lo cual necesariamente acontece a todos los que siguen sus fantasías) se apartan y alejan del verdadero Dios. Es verdad que nos dirán que no tienen tal voluntad e intención; pero poco importa lo que ellos pretenden, porque el Espíritu Santo declara que son apóstatas los que, según la ceguera de su entendimiento, ponen a los mismos diablos en lugar de Dios.

Por esta razón san Pablo dice (Ef.2:12) que los efesios habían estado sin Dios hasta que, por el Evangelio, aprendieron lo que era adorar al verdadero Dios. Y esto no se debe entender de un solo pueblo, ya que en otro lugar él mismo afirma (Rom. 1:21) que todos los hombres del universo se desvanecieron en sus discursos después de que la majestad del Creador se les manifestó desde la creación del mundo. Por tanto, la Escritura, a fin de dar su lugar al verdadero y único Dios, insiste muy a propósito en condenar como vanidad y mentira todo cuanto, en el pasado, los paganos e idólatras encumbraron como divinidad, y no aprueba como Dios sino al que era adorado en el monte de Sión, porque solamente allí había enseñanza especial de Dios para mantener a los hombres en la verdadera religión (Hab. 2,18-20).

Ciertamente en el tiempo en que el Señor vivió en el mundo no había nación, excepto los judíos, que más se acercase a la verdadera religión que los samaritanos; pero con todo, sabemos por la misma boca de Cristo que ellos no sabían lo que adoraban (Jn. 4,22), de donde se deduce que estaban engañados en gran manera. Finalmente, aunque no todos hayan dado rienda suelta a vicios grandes y enormes, y no hayan caído en idolatrías claras y evidentes, con todo nunca ha habido religión pura y perfecta fundada solamente por el sentido común de los hombres, pues aunque algunos, muy pocos, no desatinaron tanto como el vulgo, con todo, es verdad la sentencia del Apóstol (1 Cor. 2:8) “Ninguno de los príncipes de este siglo conoció la sabiduría de Dios». Pues, si los más excelentes y de más sutil y vivo juicio se han perdido de tal manera en las tinieblas, ¿qué podremos decir de la gente vulgar que, respecto a otros, son la hez de la tierra? Por lo cual, no es de maravillar que el Espíritu Santo repudie y deseche cualquier manera de servir a Dios inventada por los hombres como bastarda e ilegítima; pues toda idea que los hombres han fabricado en su entendimiento respecto a los misterios de Dios, aunque no traiga siempre consigo una infinidad de errores, no deja de ser la madre de los errores. Porque dado el caso de que no suceda otra cosa peor, ya es un vicio grave adorar al azar a un Dios desconocido: por lo cual son condenados por boca de Cristo cuando no son enseñados por la Ley en cuanto a qué Dios hay que adorar (Jn. 4:22).

Y de hecho, los más sabios gobernadores del mundo que han establecido leyes nunca pasaron más allá de tener una religión admitida por público consentimiento del pueblo. Jenofonte cuenta también como Sócrates, filósofo famosísimo, alaba la respuesta que dio Apolo, en la cual manda que cada uno sirva a su dios conforme al uso y manera de sus predecesores y según la costumbre de la tierra en que nació. ¿Y de dónde, pregunto yo, vendrá a los mortales la autoridad de definir y determinar conforme a su albedrío y parecer una cosa que trasciende y excede a todo el mundo? O bien, ¿quién podría estar tranquilo sobre lo ordenado por los antiguos para admitir sin dudar y sin ningún escrúpulo de conciencia el Dios que le ha sido dado por los hombres? Antes se aferrará cada uno a su opinión, que sujetarse a la voluntad de otro. Así que, por ser un nudo muy flojo y sin valor para mantenernos en la religión y servir a Dios, el seguir la costumbre o lo que nuestros antepasados hicieron, no nos queda otra cosa sino que el mismo Dios desde el cielo dé testimonio de sí mismo.

 

Extracto del libro: “Institución de la Religión Cristiana”, de Juan Calvino

Al continuar utilizando nuestro sitio web, usted acepta el uso de cookies. Más información

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra POLÍTICA DE COOKIES, pinche el enlace para mayor información. Además puede consultar nuestro AVISO LEGAL y nuestra página de POLÍTICA DE PRIVACIDAD.

Cerrar