En BOLETÍN SEMANAL
​No os embriaguéis: La vida cristiana es una vida controlada, una vida ordenada; es la condición absolutamente opuesta a la del ebrio que ha perdido el control y está bajo el dominio de otra cosa y que en consecuencia está en un estado de desorden y confusión total.

«No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu» (Efesios 5:18)

Primero hemos de mirar en términos generales lo que el apóstol nos dice acerca de la vida del cristiano que es lleno del Espíritu. Luego continuaremos para considerar cómo es que esta clase de vida llega a ser posible, considerando simultáneamente el significado exacto del término ‘sed llenos del Espíritu’. Y luego procederemos a estudiar cómo se evidencia y manifiesta este tipo de vida.

Antes de mirar de forma general del cuadro, debemos considerar dos términos. En primer lugar la palabra ‘embriaguéis’. ‘No os embriaguéis’. ¿Qué significa esto? Wycliffe, al traducir la Biblia, tradujo este término por la palabra ‘llenos’. ‘No seáis llenos de vino, sino sed llenos del Espíritu Santo’. En otras palabras, toda la expresión aquí no se refiere a la de un hombre que simplemente toma un traguito de vino, un poquito de vino, sino a un hombre ‘lleno de vino’. Por cierto, es muy interesante ver y descubrir que la misma palabra utilizada por el apóstol también era utilizada para el proceso de ‘poner en remojo’. Por ejemplo, cuando aquella gente quería usar el pellejo de un animal y querían estirarlo, comprendían que era muy difícil lograrlo. El método al que entonces recurrían consistía en poner el pellejo en remojo en diferentes aceites y grasas. El pellejo se ablandaba y entonces era más fácil estirarlo. Para ese proceso de poner en remojo se utilizaba la misma palabra. De manera que aquí la traducción podría ser ‘no estéis remojados de vino sino sed llenos del Espíritu’. Ese es el significado de nuestra palabra ‘ebrio’.

La palabra compañera es ‘disolución’. Es claro que esta es una palabra importante. El hecho de entender esto significa poseer la llave a la explicación de la ilustración utilizada por el apóstol. Cuando él dice, «No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución», no está indicando simplemente la cantidad de vino que ha sido ingerida, sino que la ebriedad causada por el vino conduce a una vida disoluta y que la ebriedad es una condición de vivir en disolución. ¿Qué significa esto? Es interesante observar que se trata precisamente de la misma palabra utilizada respecto del hijo pródigo. En Lucas 15 leemos de él que «desperdició sus bienes viviendo perdidamente”. La palabra que se traduce como ‘perdidamente’ es exactamente la misma palabra que el apóstol utiliza aquí. El hijo menor, el pródigo, se fue a un país lejano con sus bolsillos llenos de dinero. Sin embargo, derrochó su dinero en una vida disoluta. De manera que aquí bien podríamos leer: «No os embriaguéis con vino, en lo cual hay ‘perdición’ «. El mismo significado tiene la palabra ‘pródigo’.

Se trata aquí de la conducta de un pródigo y por eso llamamos a la parábola ‘la parábola del hijo pródigo’. Fue pródigo en gastar su dinero, fue culpable de ‘prodigalidad’. También podrían utilizar la palabra ‘derrochador’; también podría utilizar la palabra ‘libertino’ o bien la palabra ‘desenfrenado’. Es muy interesante notar el significado de la raíz de la palabra: se trata aquí de una palabra pre-cedida por un prefijo negativo, pero su significado esencial es ‘ahorrar’. Por supuesto ‘ahorrar’ es lo opuesto de ‘derrochar’. ‘Ahorrar’ es cuidar lo que posee y luego proceder cuidadosamente. Sin embargo, aquí la palabra tiene un prefijo negativo de manera que la ‘disolución’ es lo opuesto a ‘ahorrar’. Al ser culpable de ‘disolución’ uno no ahorra, no guarda, no conserva. En cambio, uno ‘derrocha a diestra y siniestra’ de una forma necia, pródiga, perdida y libertina. Y al final de cuentas no tiene nada. Por eso en sus últimas consecuencias, la palabra conlleva la noción de destrucción. Lejos de ser un proceso de conservación, es un proceso de destrucción. Ahora tenemos el significado: «No estéis empapados de vino, lo cual conduce al libertinaje, a la perdición, al derroche y a la destrucción final; en cambio, sed llenos del Espíritu».

A la luz de esto veamos ahora el cuadro positivo que el apóstol nos presenta de la vida cristiana. Lo primero que nos dice al respecto es esto: es una vida controlada, una vida ordenada. Aquí tenemos una relación con lo dicho anteriormente; porque el apóstol nos dijo, «Mirad, pues, con diligencia como andéis, no como necios sino como sabios. No seáis insensatos, sino entendidos de cual sea la voluntad del Señor». El apóstol Pablo está desarrollando esa idea. La vida cristiana es una vida controlada, una vida ordenada; es la condición absolutamente opuesta a la del ebrio que ha perdido el control y está bajo el dominio de otra cosa y que en consecuencia está en un estado de desorden y confusión total. El exceso del vino lleva a una condición que se caracteriza sobre todas las cosas por la pérdida del entendimiento, la pérdida del razonamiento, la pérdida del juicio y del equilibrio. Ese es el resultado de la bebida.

Extracto del libro: «Vida nueva en el Espíritu», de Martin Lloyd-Jones

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