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Efesios 2:8-10 nos dice que los pecadores son salvados por gracia, por medio de la fe, y no por obras. Dios ha venido obrando en ellos por su Espíritu. Dios despierta la conciencia de los pecadores, los convence del pecado, y los saca de su estado natural de muerte espiritual. Dios por su gracia nos hace «nuevas criaturas». «Somos hechura suya» (vs. 10). Es decir, somos el resultado de la obra de Dios. Somos, lo que Dios por su gracia nos ha hecho. Hemos sido creados en Cristo Jesús. Dios nos une a Cristo obrando en nosotros, haciéndonos nuevas criaturas.

¿Cómo puede Dios hacer esto? Es que Cristo vivió una vida recta y perfecta aquí en la tierra. Por consiguiente, cuando Dios da la fe a los pecadores, los une a Cristo y pone a la cuenta de ellos la perfecta justicia de Cristo.

Además, Dios da el Espíritu Santo a los creyentes, y esto por causa de la obra de Cristo. El Espíritu quebranta el poder del pecado y hace que la vida espiritual y la santidad crezcan en los corazones de los creyentes. Colosenses 3:4 nos dice que Cristo es la vida del creyente.

Pablo dice: «Fiel es Dios por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor» (1 Corintios 1:9).

Cuando Dios llama a los pecadores a Cristo, los une con Cristo e imparte a ellos la justicia de Cristo.

De otra manera, se podría decir que cuando Dios tiene a una persona por justa, Dios la «justifica». Vamos a considerar dos puntos en cuanto a la justificación:  

  1. La justificación no existe sola: La palabra «justificar» proviene de los tribunales de justicia. Un juez justifica a una persona cuando la declara legalmente justa e inocente de las acusaciones en su contra. Cuando Dios justifica a una persona, la declara legalmente justa porque reconoce la justicia de Cristo a su favor o en su cuenta. Unir y justificarse van juntos cuando Dios une al pecador a Cristo.
  2. La justificación no es eterna: El diablo trata que las personas no vean las verdades bíblicas. Si no logra su objetivo, trata de que pongamos mayor énfasis en una verdad y olvidemos otras. Por ejemplo, algunas personas creen esta verdad que Dios escogió a su pueblo en Cristo y los unió con Él en todas sus obras (su encarnación, su muerte, etc.). Pero van más allá y concluyen que Dios además justificó a su pueblo en la eternidad pasada. Hablan de la «justificación eterna». Pero las Escrituras no enseñan esto. Dios no justifica hasta que no hayamos creído, y no podemos creer hasta que Dios haga su «llamamiento eficaz». La frase «llamamiento eficaz» quiere decir que Dios nos llama de tal forma, que confiamos completamente en Cristo para nuestra salvación. 

Pablo dice que los efesios estaban «en Cristo» y «escogidos en Cristo» (Efesios 1:3,4). Dice también que los efesios estaban» sin esperanza y sin Cristo en el mundo», «muertos en delitos y pecados», y «por naturaleza hijos de ira» antes de ser llamados por Dios por medio de su evangelio (Efesios 2:1, 3,12). A las personas que no están en Cristo, debemos decirles que están bajo condenación. Sin embargo, si estas personas se arrepienten de verdad y creen en Cristo, podemos con la misma certeza decirles que Dios los amó en Cristo desde antes de la fundación del mundo; podemos decirles que estaban en Cristo en su muerte, su entierro y su resurrección.

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 Extracto tomado del libro: Unión con Cristo, de Albert N. Martin

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