En BOLETÍN SEMANAL

Decir que Cristo murió por una sola alma que no ha sido salvada, es declarar que Dios no es justo. Si Cristo pagó el precio de mi pecado sobre la cruz, entonces la culpa de mi pecado ha desaparecido totalmente; la condenación de Dios ha sido quitada, y la ira de Dios se ha apartado de mí. Si Dios me condenara, significaría que yo estaba siendo condenado por los mismos pecados por los que Cristo pagó con Su vida. Esto podría sólo significar que el precio fue pagado y con todo, la justicia de Dios no quedó satisfecha.

Hay que tener en cuenta que uno de los atributos más importantes de Dios, es Su justicia. Él es supremamente justo. Por tanto, no podemos creer que Dios permitiría que Su Hijo pagase el precio del pecado de cualquier hombre y con todo, condenase a ese hombre.

¿Cuál es, en consecuencia, la verdad de la cuestión como está revelada por Dios? Pablo declara que toda alma por quien Cristo murió estaba «en Cristo», mientras Él estuvo colgado de la cruz. Estas son las palabras de Pablo: «Con Cristo he sido juntamente crucificado»; y ésta es una declaración que cada hijo de Dios tiene que hacer, ya que Pablo declara de todos los redimidos: «Vosotros habéis venido a novedad de vida.»

Hablando en un sentido místico, he de saber, por tanto, acerca de mí mismo, que cuando crucificaron al Hijo de Dios clavándole en la cruz, yo estaba allí… en Él. Cuando clavaron los clavos en sus manos y pies, yo estaba allí… en Él. Cuando le clavaron la espada en su costado, yo estaba allí… en Él. Cuando tomaron Su cuerpo de la cruz y lo pusieron en la tumba del jardín, yo estaba allí… en Él. Y cuando Él se levantó nuevamente y salió de la tumba, yo estaba allí… en Él. Esta es la naturaleza esencial del nuevo nacimiento: El ser crucificado con Cristo, y levantarse de nuevo a una nueva vida. Esto, en verdad, es el nuevo nacimiento. No existe ninguna posibilidad de regeneración aparte de la muerte de Cristo sobre la cruz.

Solamente aquellos que han sido crucificados con Cristo, pueden resucitar de nuevo a una nueva vida.

Esta es la única esperanza de salvación que tengo. A menos que yo haya sido crucificado con Cristo, estoy perdido eternamente. A menos que la «cédula de mis pecados estuviese fijada en la cruz», estoy perdido eternamente. A menos que resucite a novedad de vida, estoy eternamente perdido. Jesús dijo: «tenéis que nacer de nuevo», pero ningún hombre nacerá de nuevo jamás, a menos que haya estado crucificado con Cristo y resucitado a una nueva vida.

Por este mismo rasgo distintivo, si yo he sido crucificado con Cristo, la culpa de la muerte ha sido pagada a mi favor. Es cierto que el salario del pecado es la muerte, pero mi muerte ya fue cumplida en El. Sigue siendo verdad que: «El alma que pecare morirá», pero yo he muerto y ahora he sido vivificado en El. Ah, sí, cuando El murió en la cruz, yo morí; murió mi antigua naturaleza, murió el hombre pecador que había dentro de mí. Y cuando El se levantó de la tumba, yo resucité, como un hombre nuevo, nacido del agua y del espíritu.

En consecuencia, sitúo este hecho inescapable ante ti. Es imposible para cualquier hombre haber estado en Cristo sobre la cruz, y no haber sido salvado. Es totalmente imposible para cualquier hombre haber tenido la cédula o lista de sus pecados clavada sobre la cruz, y con todo que no resulte totalmente pagada la culpa completa de tales pecados. Es también imposible para cualquier hombre el haber estado crucificado con Cristo, y con todo, permanecer no salvado. Es imposible para cualquier hombre haber estado enterrado con Cristo en la tumba y no haber salido con El a una nueva vida.

Esto significa, que la muerte de Cristo no fue un fracaso. De ningún modo. Ni en ningún grado. Toda alma para la que Cristo murió, será salvada. Toda alma para quien Cristo murió, será encontrada en aquel último día en la Iglesia que El compró y adquirió con el derramamiento de Su sangre. Toda alma por la que Cristo murió, estará presente en la asamblea de los elegidos. Toda alma por quien Cristo murió, estará en la Iglesia de los primogénitos. Toda alma por quien Cristo murió, estará presente en aquel último día plenamente justificada ante el trono de Dios.

Lo contrario, es por supuesto igualmente verdad. Si es cierto que algunos estuvieron en Cristo sobre la cruz, es igualmente cierto que algunos no estuvieron en Cristo y en la cruz. Si es cierto que algunos estuvieron enterrados con Cristo en la tumba, también es cierto que algunos no estuvieron enterrados con Cristo. Si es cierto que algunos fueron levantados a una nueva vida, también es verdad que algunos no fueron resucitados a esa nueva vida.

Algunos dirán sin dudar: «Oh, pero esto es terrible. Eso quiere decir que Cristo no murió por todos. Significa que algunos estuvieron eternamente decretados a la condenación, y significa también que algunos fueron condenados desde antes de la fundación del mundo.»

Pablo expone esta doctrina en su segunda Epístola a los Corintios, donde podemos leer: «Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos, ¿o no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?» (13:5). Estas son las alternativas. O bien Cristo está en ti, y tú estás en Cristo, o tú eres un reprobado. Esto está perfectamente claro, y es perfectamente comprensible.

  • – – – –

Extracto del libro: “La fe más profunda” escrito por  Gordon Girod

Al continuar utilizando nuestro sitio web, usted acepta el uso de cookies. Más información

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra POLÍTICA DE COOKIES, pinche el enlace para mayor información. Además puede consultar nuestro AVISO LEGAL y nuestra página de POLÍTICA DE PRIVACIDAD.

Cerrar