"Ha surgido en la Iglesia de Cristo la idea de que en la Biblia se enseñan muchas cosas que no son esenciales; que podemos alterarlas un poquito para facilitar las cosas; que con tal que andemos rectamente en lo fundamental, lo demás no es importante... Mas esto sabed: la menor violación de la ley divina traerá juicios sobre la Iglesia, y ha traído juicios, y en este mismo día está impidiendo que la mano de Dios nos bendiga... La Biblia, toda la Biblia, y nada más que la Biblia, es la religión de la Iglesia de Cristo. Y hasta que a esto volvamos, la Iglesia habrá de sufrir...
Spurgeon no se sorprendió de la enemistad que se manifestaba contra su proclamación de las doctrinas de la gracia: «Hermanos, en todos los corazones hay esta natural enemistad hacia Dios y hacia la soberanía de su gracia" . "He sabido que hay hombres que se muerden los labios y rechinan los dientes rabiosos cuando he estado predicando sobre la soberanía de Dios... Los doctrinarios de hoy aceptan un Dios, pero no ha de ser Rey, es decir, escogieron un dios que no es dios, y antes siervo que Soberano de los hombres» . "El hecho de que la conversión y la salvación son de Dios, es una verdad humillante. Debido a su carácter humillante, no gusta a los hombres. Esto de que me digan que Dios ha de salvarme si he de ser salvo, y que estoy en sus manos, como la arcilla está en las manos del alfarero, «no me gusta», dice uno. Bien, ya pensé que no te gustaría; ¿quién soñaría siquiera que iba a gustarte?”.
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Spurgeon no se sorprendió de la enemistad que se manifestaba contra su proclamación de las doctrinas de la gracia: «Hermanos, en todos los corazones hay esta natural enemistad hacia Dios y hacia la soberanía de su gracia" . "He sabido que hay hombres que se muerden los labios y rechinan los dientes rabiosos cuando he estado predicando sobre la soberanía de Dios... Los doctrinarios de hoy aceptan un Dios, pero no ha de ser Rey, es decir, escogieron un dios que no es dios, y antes siervo que Soberano de los hombres» . "El hecho de que la conversión y la salvación son de Dios, es una verdad humillante. Debido a su carácter humillante, no gusta a los hombres. Esto de que me digan que Dios ha de salvarme si he de ser salvo, y que estoy en sus manos, como la arcilla está en las manos del alfarero, «no me gusta», dice uno. Bien, ya pensé que no te gustaría; ¿quién soñaría siquiera que iba a gustarte?”.